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Crítica:TEATRO / 'KANT'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Abominable senilidad

El bulto de esta obra es la senilidad, la agonía de un hombre. Que ese hombre sea Kant es, aparte de una situación histórica, la forma de contraste en lo que se considera un genio absoluto universal y el estrago que produce en él la edad, hasta casi cosificarle. Para este caso, el texto tiene un intérprete magnífico en Juan Pedro Carrión, que compone el personaje con la mezcla de piedad y risa que parten de las mismas palabras escritas y del acierto de como se interpretan: desde dentro mismo del ser humano derribado, que encuentra lo burlón en lo patético de sí mismo. La obra entera es esta creación de autor-actor, de la palabra y los tonos de voz y los movimientos, y algo que sale de la mirada entre apagada y maligna. Es un espectáculo abominable. Alfonso Sastre siempre ha tenido esta preferencia por :situaciones de las que se llaman límite, en vi vos o muertos; o en un ser sus pendido entre vida y muerte como sucede aquí. Hay un morbo, un placer vergonzoso en la contemplación de esta agonía minuciosamente realista; y son los puntos del arte teatral los que llegan a sostenerla hasta el final, por encima del malestar Lo demás es literatura.Alfonso Sastre acude a su amplia cultura y a unas relatividades para rodearla de otra acciones de apoyo. Toma más omenos su relato del opúsculo de Tomás de Quincey sobre los últimos días de Kant, y nos dice que los está relatando, además, Hoffmann, su vecino de ciudad -Könisgberg-, aunque no su coetáneo, ni siquiera conocido, para justificar una fantasía. Aparecen algunos personajes inicialmente misteriosos: la Kauffman, quizá asesina, tal vez nigromante o incluso demonio, discípula o tal vez pareja de Swdemborg; el psiquiatrizado Lampe, compañero sirviente de Kant y arrebatado de él en esta agonía; y una muchacha, entre Hanna, la sobrina, y Olimpia, la autómata, entre mecánica y humana, con algún toque para la escena de amor con un también raro doctor Gogol. Tendrían que llenar el espectáculo, pero el relleno se les ve demasiado y la zona de misterio que tendrían que crear en tomo al personaje agónico no la crean.

Los últimos días de Emmanue Kant contados por Ernesto Teodoro Amadeo Hoffmann

De Alfonso Sastre. Intérpretes: Baibino Lacosta, José Pedro Carrión, Lola Herrera, Fermí Reixach, Francisco Merino, Sara F. Ashton, Alfonso Laguna, Nacho de Diego, Helio Pedregal, José Ernilio Cuesta. Dirección: Josefina Molina. Centro DrarnátIco Nacional. Teatro María Guerrero. 21 de febrero.

Calidad literaria

Sus diálogos tienen la calidad literaria que siempre han tenido los de Sastre, pero ninguna otra profundidad, ingenio o seriedad. Apenas la ironía. Todo esto que danza en torno al moribundo tiene la otra teatralidad,es decir, si la de Kant, con su actor y sus textos, tiene la grandeza de lo dramático y hasta de lo abominable, todo lo demás tiene la servidumbre teatral, el relleno, el movimiento en tomo a lo inmóvil para hacerlo pasar. No lo consigue, y a la obra se le va advirtiendo la pesadez, la inutilidad y el hallazgo de que no hay hallazgo. Tampoco los otros actores que no son Carrión encuentran demasiado pretexto -o texto- para la creación. Son de complementoJosefina Molina lleva al teatro algunas de sus buenas expe riencias de cine; utiliza fundidos, iluminaciones, busca de primeros planos, músicas, para narrar. Otros directores han intentado hacerlo a veces y no les ha salido con esta limpieza. La obra, ciertamente, contiene acotaciones en las que se recuerdan las películas de terror. Con el escenógrafo José Duarte y los figurines de Pedro Moreno mantiene una valiente lucha para sostener el espectáculo. Algunas escenas mudas que caen en puntos de cursilería -como la del dragón-gato de Copenhague- están también descritas en las acotaciones. Lo que no brota en ningún caso es el terror. Sólo vive el asco, la abominación, la podredumbre de la muerte lenta y degradada. Lo digo como valores positivos de lo que es, sobre todo, una tragedia. .

El público tuvo una actitud de respeto y adhesión al ilustre escritor;, aplaudió algunos fines de cuadro y se volcó con José Pedro Carrión, con Sastre y con Josefina Molina y sus colaboradores al final del espectáculo.

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