Como es debido
EL PRESIDENTE de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, ha lanzado desde Estados Unidos, adonde ha viajado la pasada semana, dos mensajes oportunos: una solemne marcha atrás en el desgraciado episodio de la autodeterminación y un apoyo claro a los Juegos Olímpicos de Barcelona, sobre los que más bien había venido sembrando dudas en los últimos tiempos.Pujol ha echado un jarro de agua fría a la minoría independentista, que confiaba en sujetarle al carro de su aventurerismo después de que los diputados de Convergència apoyaran la polémica moción sobre el derecho a la autodeterminación. "En Cataluña, autodeterminación no significa independencia", sentenció Pujol en EE UU.
El viaje en sí ha resultado interesante: la audiencia con el presidente Bush es algo muy positivo -por más que la opinión esté aún a la espera de explicaciones sobre el recurso a un lobby para obtenerla- y otro tanto puede decirse de las entrevistas con el secretario de Comercio y con el secretario general de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar. El doble objetivo de proyectar la imagen de la España autonómica, plural y activa, y de impregnar directamente al mundo económico propio de las tendencias y expectativas económicas estadounidenses parece haberse logrado. Y lo que es mejor, se ha despejado ya toda duda y crispación sobre este tipo de iniciativas en la acción exterior: el presidente catalán no ha cometido ningún desliz diplomático ni dialéctico (siempre acompañado del embajador) y el servicio exterior de España ha coordinado lo que debía coordinar.