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El Gobierno chileno disuelve la policía secreta de la dictadura

La Junta de Gobierno aprobó una ley para disolver la Central Nacional de Informaciones (CNI), la siniestra policía secreta de la dictadura, en cuyos cuarteles fueron torturados miles de chilenos. La ley, dictada el jueves con carácter "secreto" y trámite de "extrema urgencia", estableció que las 10.000 personas de la CNI y sus bienes serán traspasados a las fuerzas armadas y a la policía de carabineros.

Para disolver bajo sus propios términos a la CNI, el régimen militar se adelantó al Gobierno electo de Patricio Aylwin, quien durante la campaña presidencial anunció que terminaría con este aparato. Los mandos de la CNI decidirán qué hacer con sus archivos y el traspaso de la plantilla a los militares aumentará la impunidad de que han disfrutado los agentes de seguridad ante muchas de las investigaciones por violaciones a los derechos humanos.Cada rama de las Fuerzas Armadas retomará a su personal que trabaja dentro de la CNI y lo incorporará a sus propios aparatos de inteligencia, según el miembro de la Junta y jefe naval, José Toribio Merino. Agregó el almirante que todos los militares necesitan servicios de inteligencia: "No nos interesa lo que pasa aquí, sino lo que ocurre afuera. Entonces esa gente se especializa, aprende. Son como James Bond, pero sin licencia para matar".

El ministro del Interior del Gobierno electo, Enrique Krauss, dijo que en el futuro "debiera existir un organismo no equivalente a la CNI" para la labor de información. Creada por la dictadura en 1977, debido a la presión que ejerció el Gobierno norteamericano contra la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), involucrada en el asesinato de un ex ministro socialista en Washington, la CNI dependió durante sus 12 años de vida directamente del general Pinochet. No fue un servicio de inteligencia sino un aparato represivo.

Sus métodos de acción no se diferenciaron demasiado de los aplicados por la DINA y rápidamente alcanzó un similar prestigio. Aunque disminuyó el número de desaparecidos, las detenciones arbitrarias y torturas en cárceles secretas, los muertos en supuestos enfrentamientos, la infiltración y delación fueron los métodos de trabajo de la CNI. Las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos, las disputas entre servicios de inteligencia y la apertura política crearon consenso sobre la necesidad del fin de este organismo, cuya sigla de tres letras fue un sinónimo del miedo.

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