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El muro de Berlín es una fiesta

La puerta de Brandeburgo, un lugar de encuentro entre libertad y cultura

Berlín, a ambos lados del muro, es hoy una especie de hormiguero plagado de turistas que, procedentes de todo el mundo, han aprovechado estas vacaciones navideñas para asistir sobre el terreno al espectacular fenómeno que está viviendo estos días la antigua capital del Reich alemán. El muro, llamado ayer mismo de la vergüenza y hoy convertido en un símbolo y en un punto de encuentro de la libertad con la cultura, será esta noche de final de año el escenario de una gran fiesta, regada con champaña y lágrimas, en la que unos pensarán en el viejo sueño de la reunificación, y otros, pasando de política, tratarán simplemente de recibir la década "bailando la lambada" y divirtiéndose.

Mitschico Tsuda, estudiante japonesa en Berlín Oeste, estará esta noche en el muro "porque es maravilloso que los ciudadanos de una misma ciudad, que durante 28 años han estado artificialmente separados contra su voluntad por una decisión política, puedan hoy brindar juntos por la paz y la libertad". Menos idealista se manifiesta Joe Collins, un joven británico residente en Londres, recién llegado con su mochila a Berlín Oeste desde Londres para "divertirme y ver lo que pasa".Sin embargo, muchos berlineses de ambos lados se manifiestan "saturados del guirigay nacionalista que se está montando" y han optado por escapar durante estos días del agobio que vive una ciudad tradicionalmente tranquila convertida de repente en punto de destino de decenas de miles de turistas procedentes de todo el mundo. Algo tan simple como conseguir una mesa en un restaurante, visitar un museo, montar en el metro, comprar un libro o, sencillamente, atravesar el hasta hace poco infranqueable muro, se ha convertido en estos días, en ambos lados de, la vieja capital prusiana, en tarea sumamente laboriosa que conlleva largas esperas en colas que a veces superan varias decenas de metros.

'Collage' de turistas

La presencia de los turistas ha convertido, por otra parte, las sólidas columnas de la mítica puerta de Brandeburgo en una especie de frívolo collage conformado por miles de pequeños corazones atravesados por las inevitables flechas que separan los nombres de los amantes. A pocos metros de la puerta de Brandeburgo, otros turistas pican vehementemente el muro con diminutos martillos, al objeto de llevarse a sus casas lo que ellos llaman "un trozo de historia". Los berlineses, cuyo peculiar sentido del humor es denominado literalmente en ambas Alemanias como hocico berlinés, ya han calificado peyorativamente a estos turistas con vocación de excavadores como pájaros carpinteros.

El director de orquesta Leonard Bernstein, que dirigió los pasados días 23 y 25 en las dos zonas de Berlín la Novena sinfonía de Beethoven, se sumó a los turistas picadores de muro. Un diario berlinés publicó una fotografía del director de orquesta estadounidense en la que se decía:: "El director-estrella Leonard Bernstein confundió durante su visita al muro la batuta con el martillo y también se convirtió en un pájaro carpintero".

Gerd Gampe, un antiguo miembro del comité organizador del prestigioso Festival de la Canción Política que se desarrolla anualmente en Berlín Este y que "desde siempre" ha contado con el privilegio de viajar por los países occidentales, no estará esta noche en el muro.

Como hizo en años anteriores, Gerd Gampe pasará la noche de fin de año en su casa berlinesa, junto a su familia "Creo", afirma, "que esta noche habrá en el muro, básicamente tres grupos de personas: por un lado los nacionalistas de siempre; por otro los jóvenes que van sencillamente a divertirse y a satisfacer su curiosidad por lo que han leído y les han contado y, finalmente, también estarán allí los berlineses tradicionales, los que nunca han aceptado la realidad del muro".

Gampe, de 40 años de edad, está persuadido de que sus compatriotas, tras superar, seún sus palabras, la "borrachera de consumismo, de conocer un mundo aparentemente armónico", llegará a la "resaca", y tras de ella "volverán a entrar en la realidad de la vida cotidiana, y espero que entonces se empiece a pensar de verdad en los problemas realmente importantes, como son por ejemplo los del Tercer Mundo".

La alternativa

Gampe condiciona el futuro de Alemania del Este a las primeras elecciones libres que se desarrollarán en su país. Estas elecciones tendrán lugar el próximo 6 de mayo: "De eso", dice Gampe, "dependerá el devenir social de Alemania del Este. Es decir, se decidirá entonces si se va a consolidar un apéndice del programa político de Helmut Kohl, y quedará la opción entre constituir una república bananera o una sociedad socialista moderna".

Tampoco estará en el muro esta noche el director de cine residente en Berlín Oeste Reinhold Vorschneider, "porque", afirma el cineasta, "nunca he tenido el sentimiento de una única Alemania, quizá debido a que, por mi edad [38 años], no he tenido ocasión de vivir el síndrome Berlín".

"Yo no sé", prosigue el cineasta, "a diferencia de John Kennedy, qué es sentirse un berlinés. No creo que todos los que vayan hoy al muro sean los nacionalistas acérrimos que gritan emocionados: '¡Alemania, Alemania.!'. Pienso que sobre todo acudirá ese hombre medio que, tanto en una como en otra Alemania, está persuadido de que el socialismo es sinónimo de represión".

Las confesiones de un 'vopo'

El vopo (policía popular de Alemania del Este) H. P., de 35 años, tampoco estará hoy en el muro, sino en la RFA visitando a unos familiares que le han invitado a pasar el fin de año en Lübeck. "La semana pasada estuve por primera vez en la RFA, y la verdad es que Berlín Oeste me pareció muy sucio y destartalado, especialmente el barrio de Kreuzberg, plagado de turcos". El policía no se sintió acomplejado cuando recorrió por primera vez las autopistas de la RFA a bordo de su viejo coche (un Trabbi): "No creo que por tener un Trabbi deba sentirme diferente a los alemanes que conducen un Mercedes o un BMW.Para el miembro de la hasta hace poco tiempo temida policía popular de Alemania del Este, "el descontento generalizado que se sentía en mi país se ha transformado en una gran esperanza para todos. Personalmente, ahora es cuando verdaderamente me siento orgulloso de llamarme y de ser un policía popular".

El vopo, que quiere que se subraye que "si fuese civil no tendría ningún inconveniente en decir mi nombre", añade que "lo que se está demostrando es el fracaso del régimen político que se implantó en mi país tras la II Guerra Mundial". Para H. P., la reunificación alernana, "de hecho", ya se ha, producido, "porque un 60% de los habitantes de ambos países ya hemos visitado el otro".

Cornela Claussen, joven diseñadora gráfica de Berlín Oeste, considera "deprimente" que el único objetivo de los alemanes orientales que acuden a Berlín Occidental sea consumir: "Parece que el término libertad significa para ellos exclusivamente comprar y comprar". A diferencia de Leonard Bernstein, que durante su estancia en ambos lados de Berlín dijo: "Por primera vez he recibido el mensaje de todos los hombres son hermanos", y subrayó que "el amor está en Berlín", Claussen cree que lo que realmente está produciéndose entre las dos Alemanias es un encuentro entre dos hermanos, uno rico y otro pobre. "Al final, la RFA adquirirá la RDA", sentencia.

Claussen no piensa "de ninguna manera" acudir hoy al muro, "porque la gente de Berlín Oeste va a ir con esta idea: 'Finalmente lo hemos conseguido. Ya hemos demostrado que nuestro sistema sociopolítico es mejor. Y esto se presta a una manipulación total. Yo no quiero renunciar a la utopía de una sociedad socialista. Reconocer que ha fracasado en Alemania del Este no significa que debamos desistir de la idea de crear una nueva sociedad, que, desde luego, no tendrá nada que ver con las existentes en las dos Alemanias".

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