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Tribuna:HACIA UNA NUEVA EUROPA
Tribuna
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Cinco 'cumbres' a la sombra de Alemania

Andrés Ortega

Cinco cumbres centradas sobre Europa en el último mes, desde la apertura del muro de Berlín, han vuelto a centrar el mapa sobre Alemania, y han acelerado las reflexiones sobre la futura estructuración del Viejo Continente. Hasta el 9 de noviembre el cambio en Europa se limitaba principalmente a los otros países de la Europa del Este. Incluso la caída de Erich Honecker en sí no supuso el revulsivo que significó la apertura de las fronteras de la RDA, la reapertura de la cuestión alemana.

En cuestión de horas, pareció que todo era de nuevo posible. La reacción fue más ágil y rápida en unos que en otros. Los dirigentes europeos y de las dos si es que todavía hay dos- superpotencias han discurrido no sólo sobre el corto, sino sobre todo sobre el medio y largo plazo, lo que para muchos resulta tranquillizador. Quizá, en las actuales circunstancias europeas, resulta más fácil adivinar lo que ocurrirá a medio o largo plazo que lo que sucederá mañana.

Los doce en París, George Bush y Mijail Gorbachov en Malta, Lina reunión al máximo nivel de la OTAN y otra del Pacto de Varsovia, el Consejo Europeo que terminó el pasado sábado en Estrasburgo, además de, desde el 9 de noviembre, contactos de suma importancia, como las entrevistas de François Mitterrand y Gorbachov en Kiev, o la de Hans-Dietrich Genscher y Edvard Shevardnadze en Moscú, han puesto los cimientos de un nuevo orden europeo.

El primer factor resultante es un decidido apoyo a unas economías reformadas en los países del Este por parte occidental. La economía dominó el encuentro de Malta, y ha sido parte importante en el Consejo Europeo.

Otro factor primordial es el deseo y la necesidad de mantener la Comunidad Europea como centro de estabilidad en Europa. Para ello es necesario que la CE avance en su profundización, lo que resulta impensable sin la colaboración de Bonn. La cual, a su vez, no se lograría si los pasos a dar separasen más a Alemania del Este de la Europa comunitaria. Por ello, por una parte, los doce han apoyado la perspectiva de una eventual autodeterminación alemana, y a la vez se han mostrado partidarios (con la excepción de Margaret Thatcher) de una conferencia intergubernamental para redactar un nuevo tratado que lleve: a la unión económica y monetaria. Tal unión no está ni mucho menos garantizada. Por el momento constituye un acto de fe por parte de los que la propugnan. En meses o años la situación puede cambiar y hacer de esta unión algo absolutamente necesario o irreal. Por ahora, la CE ha de mostrado estar aún en forma.

Novedoso resulta también el apoyo sincero por parte de Estados Unidos al proceso de integración europea, tesis que George Bush parece ahora compartir también con Gorbachov.

La Europa de la seguridad

En la cuneta ha quedado la Europa de la seguridad. Lo ocurrido en Estrasburgo revela pues, que se ha avanzado en la construcción de una Europa social y económica a cambio de sacrificar la Europa de la seguridad. Al menos por el momento, pues los acuerdos de desarme y los recortes presupuestarios anunciados por el secretario de Defensa norteamericano Richard Cheney. Los soviéticos insisten de nuevo en que EE UU viva también en esa casa común de la que Gorbachov habla cada vez menos.

El mapa político de Europa se modifica, aunque el mapa estratégico permanece. ¿Por cuánto tiempo?, se preguntaba hace unos días el primer ministro belga, Wilfried Martens.

Tras la cena de los doce en el Elíseo se insistió en la necesidad de mantener las actuales estructuras y se aseguró que la reunificación alemana no estaba en la agenda. La solidaridad comunitaria quedó trastocada unos días después cuando Kohl anunció, sin consultarlo con sus aliados, su plan de 10 puntos, siendo el décimo justamente el de la reunificación. Para Gorbachov, "toda tentativa de empujar la cuestión [alemana] hacia su solución podría hacer peligrar los cambios que se están operando". ¿Es ésta la Doctrina Sinatra?

Las reuniones y los cambios han descolocado a Margaret Thatcher, que ha tenido que escuchar de boca de Bush en Bruselas las loas a la integración europea. Y ha visto cómo sus socios comunitarios la ignoraban al aprobar a once una Carta Social que no es vinculante.

Cinco cumbres han servido para prepararse frente a lo que puede ser un frío invierno en Europa del Este y en la URSS. El Tercer Mundo, olvidado, puede pasar calor.

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