"No queremos ser tragados por la RFA"
Los creadores de la RDA afirman vivir "un proceso revolucionario", pero desean preservar su identidad cultural
J. J. NAVARRO ARISA, ENVIADO ESPECIAL
Algunos surgieron del frío, como el escritor, editor y cineasta Walter Janka, que había luchado en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española y después contra los nazis, para ser procesado y encarcelado en 1956 por sus posturas antiestalinistas y sometido a vigilancia tras su liberación, diez años después. Otros surgieron de las jóvenes generaciones, que no habían conocido otra cosa que una Alemania dividida y un entorno de dirigismo político y cultural, como el escenógrafo y director teatral Heiner Müller, la pintora Barbara Bohley y los escritores Christa Wolf y Christoph Hein.
Fueron ellos y sus compañeros, los intelectuales y artistas del partido, los lingüistas y los filósofos, los actores, cineastas y catedráticos quienes encendieron la mecha de la implosión que resquebrajó el muro de Berlín. Fueron ellos quienes, con sus interminables asambleas de los lunes en la sede de la Unión de Artistas, en la calle Liebknecht de Berlín Este, pusieron en movimiento el proceso que condujo a las manifestaciones democráticas del 4 de noviembre en Berlín, de los días siguientes en Leipzig y Dresde y, finalmente, a la decisión de abrir el muro, tomada el 9 de noviembre por las autoridades de la RDA. Todos estaban allí y muchos, incluso los veteranos como el septuagenario Stefan Heym, hablaron más de socialismo, antifascismo y preocupación por la ecología y la cultura progresiva que de reunificación con la RFA. Los jóvenes como Wolf y Hein, por su parte, hablaron valientemente para reivindicar, delante mismo de la temida Volkspoizei (Policía Popular o Vopo) la memoria de las víctimas del estalinismo.
Actos antiestalinistas
Son ellos, en su calidad de miembros de base del partido, quienes han forzado, junto a otros sectores, la autocrítica y la dimisión del Comité Central y el Polítburó del SED, quienes saludan el regreso de mitos como el cantautor Wolf Biermann, que concentró -el sábado pasado en Berlín y ayer en Leipzig- a miles de personas para sus recitales de protesta y quienes niegan, casi unánimemente, que la RDA viva una simple transición política y califican lo que sucede como "un proceso revolucionario de consecuencias imprevisibles", en palabras de la hispanista Monika Walter.
Hoy, martes, por ejemplo, Christoph Hein presenta, en el Teatro Popular de Berlín Este, un concierto extraordinario en homenaje a las víctimas de la persecución estalinista, en el que el actor Jörg Gudzuhn leerá fragmentos del libro inédito Testigo de la propia vida de Gustav Just y la Orquesta de la Radiotelevisión de la RDA, dirigida por Heinz Rögner, interpretará la Novena Sinfonía de Beethoven.
El fuerte protagonismo e implicación de los medios culturales de Alemania Oriental en el proceso de cambio hace que en estos días sea muy dificil separar la política y la cultura en las conversaciones con intelectuales de la RDA, y lo mismo sucede en el terreno de las manifestaciones culturales. "Para la mayoría de escritores y artistas de la RDA", dice la hispanista Walter, que prepara una antología de literatura española contemporánea, "siempre ha existido un espacio cultural interalemán, pese a todas las dificultades, y siempre ha habido intercambio de información, pero hasta ahora la situación política estaba llena de condicionamientos y las únicas alternativas eran marcharse a Occidente, dedicarse estrictamente a la creación artística o a la investigación o la resistencia".
"Ya a partir de los años 70", explica Christoph Hein, "los intelectuales se apartaron del modelo oficialista, que para entonces estaba ya muy desgastado. En ciertos sectores de la cultura, comenzó a manifestarse una tercera vía no apolítica, sino desvinculada de etiquetas ideológicas, una vía que plantea los problemas a nivel humano, global y planetario en la poética de cada artista". El inicio de la rebelión abierta de los intelectuales de la RDA contra el sistema establecido lo sitúa en 1987, "en un congreso de la Unión de Escritores, en el que se hizo evidente el divorcio entre poder y cultura".
Intelectuales protegidos
A partir de aquel momento, la Unión de Escritores, la Unión de Artistas y colectivos de pensamiento como el Grupo de la universidad Humboldt, integrado por el economista Rainer Land, el rector de dicha universidad, Dieter Klein y el filósofo Michael Brie cobraron impulso y protagonismo. Otros colectivos, como el más político Neues Forum, entre cuyas fundadoras está la pintora Barbara Bohley, sufrían hasta hace poco más dificultades.
Un factor importante para comprender los medios culturales de la RDA y la extraordinaria rapidez con que se suceden los acontecimientos es el de la especial protección y privilegios de que han disfrutado los intelectuales y artistas como colectivo lo cual, combinado con el dogmatismo y dirigismo de las autoridades, ha generado situaciones insostenibles de descontento, exacerbadas por la posibilidad de conocer de primera mano ambientes culturales más libres. Esas posibilidades y la constatación de la corrupción y el mimetismo de Occidente por parte de la nomenkaltura condujeron a sátiras como la frase de Heiner Müller: "¿Qué tengo que ver yo con este socialismo que pronto se ahogará en Coca-Cola?".
"Desde hace unos años, y en casos de artistas e intelectuales destacados más tiempo aún", explica el actor Klaus-Peter Thiele, "los estudiosos y creadores han podido, con las únicas excepcíones de los disidentes y represaliados más notorios, disfrutar de períodos de un mes cada dos años en cualquier país occidental y de quince días al año de permiso especial para estudios en la República Federal Alemana. Todo esto, unido al hecho de que es posible ver desde hace tiempo la televisión occidental en toda la RDA -excepto en la zona de Dresde, a la que llamamos el agujero negro- ha permitido el flujo de información".
Ahora mismo, uno de los grandes acontecimientos de lo que todo el mundo en Berlín Este llama die Wende (el cambio) es el estreno de la película Spur der Steine (La huella de las piedras),
"No queremos ser tragados por la RFA"
dirigida por Frank Beyer y protagonizada por Manfred Krug, uno de los grandes actores de la RDA, que describe el papel represivo del partido en una fábrica. Entretanto, el cineasta Frank Beyer acaba de rodar, en coproducción con unos estudios de la RFA, la película El Robo."El estado y la nomenkaltura del SED se dieron cuenta muy pronto de que sólo podían ser amenazados por las artes y los artistas que llegaban a millones de personas, aunque no podían hacer riada para impedir que la gente viera la TV occidental. De modo que intentaban controlar el daño y vigilar estrechamente a los creadores locales de los medios masivos", señala la pintora Rose-Marie Rautenberg, que fue una de las organizadoras, inmediatamente después de la apertura del muro, de una pintada colectiva en el lado oriental, en el que, a diferencia de Berlín Oeste, la superficie del muro era inmaculadamente blanca.
El mito del aislamiento
"Uno nunca se encuentra gente que este a, favor del antiguo sistema", explica Iain Fratter, agregado cultural británico en Berlín Oriental, "pero hay un enorme contraste entre lo que dice la gente de la calle, que desea bienestar occidental y una reunificación relativamente rápida, y lo que piensan los intelectuales y creadores, quienes, en su mayor parte, rechazan que la República Federal sea un modelo a seguir. Hay mucha gente que no está preparada para abandonar los logros del sistema".
Uno de los estereotipos más engañosos que se mantenían en Occidente, excepto en la RFA, acerca del ambiente cultural más allá del muro era que existía un aislamiento absoluto, pero todos los creadores y estudiosos consultados matizan esa imagen. "En ningún momento, y menos en los últimos años, ha podido hablarse en la RDA de una cultura impermeabilizada", explica la escritora Christa Wolf. "había enormes dificultades, pero los contactos han existido, por ejemplo a nivel editorial. Los más importantes escritores de la RDA han publicado sus obras en Occidente y aquí nunca ha sido especialmente dificil acceder a ellas, o a la literatura occidental".
El hecho, destacado por todas las personas consultadas, es que la RDA es uno de los países europeos con mayor índice de lectura, mayor índice de visita a los museos y, sobre todo, de mayor afición a todas las manifestaciones musicales. "Para mucha gente de la RDA", opina Iain Fratter, "la cultura y las artes han sido un medio de tomar distancia con la realidad cuando no había otra salida. Por ejemplo, la música es demostrativa de la situación; hay muy elevados estándares interpretativos, una gran demanda y un público entendido, apreciativo y entusiasta. Entre los intérpretes, por ejemplo en la Staatsoper (ópera del Estado) no hay grandes individualidades, pero sí un excelente nivel de grupo, lo que, en cierto modo, refleja la situación del país".
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