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Rambo, contra la coa peruana

El mayor campamento policial antidroga de América Latina ha vuelto a la actividad, después de estar desactivado desde febrero de este año, en la pequeña población selvática peruana de Santa Lucía, que ahora muestra toda la parafernalia y la escenografla de una guerra recién comenzada.Situado en una pequeña porción del extenso valle del Alto Huallaga, en el que se calcula que hay 200.000 hectáreas de plantaciones de coca que hacen a Perú el primer productor mundial de hoja de este alcaloide, con un 60% de la producción, el campamento de Santa Lucía ha vuelto a revivir hace poco más de un mes sumando a los 4.000 habitantes permanentes en el lugar una treintena de agentes de la agencia norteamericana antinarcóticos -Drug Enforcement Agency (DEA)-, una cifra indeterminada de policías peruanos y de trabajadores locales de un organismo impulsado por Estados Unidos aquí para eliminar la planta de coca.

Con todas las características de una base donde hoy por hoy aterrizan gigantescos aviones Hércules C-130 del Gobierno estadounidense y despegan cada dos horas algunos de los tres helicópteros que operan, Santa Lucía no sólo muestra la presencia norteamericana para combatir represivamente narcotráfico, apoyándose también en programas de erradicación, sino que al mismo tiempo enseña la disparidad de criterios entre la Administración de EE UU y el Gobierno peruano para acabar con este fenómeno, ya que Perú impulsa la sustitución de cultivos como mejor solución.

Nidos de ametralladoras

Pero allí, en poco más de 10 hectáreas, donde hay construida una larga pista de aterrizaje, los numerosos barracones, cercados de alambres de púas y sacos de tierra, trincheras, nidos de ametralladoras M-60, torreones de vigilancia y campos minados en la ribera del río Huallaga, ideado todo por un ex combatiente norteamericano de la guerra de Vietnam, no sólo muestran los preparativos e instalaciones para enfrentarse al narcotráfico circundante, sino a Sendero Luminoso y al grupo Tupac Amaru.

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Rodeados de un ambiente selvático, poblado de los peligros y las situaciones más propicias para un verdadero filme de acción, los estadounidenses de Santa Lucía no disimulan por un lado su veteranía en la jungla asiática de Vietnam, mientras los más jóvenes, bajo el impacto del personaje de Rambo, circulan como el verdadero Sylvester Stallone de la pantalla. Brazos musculosos y desnudos, torsos cubiertos con camisetas negras, pañuelos en la frente, caras mal afeitadas, pantalones de camufiaje y armas automáticas M- 16 o metralletas M-60 forman su atuendo guerrero.

Por ahora, sólo el mes pasado, los norteamericanos aseguran que han desmantelado 19 laboratorios y 12 pistas clandestinas de aterrizaje, mientras que con los programas de erradicación fueron eliminadas el año pasado 5.000 hectáreas.

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