Entre Gaddafi y Dios
Es un espectáculo político que comporta un mensaje directo, una información sobre bases verdaderas del daño del racismo blanco en Suráfrica y una petición vibrante de ayuda a los negros asesinados y oprimidos. Esta acción adopta la forma de un musical por dos razones principales: una, por su capacidad de atracción del público, y otra, porque la música es un lenguaje que el negro domina y que llega muy especialmente a las juventudes. El espectáculo nació directamerte en una escuela de Soweto, hecho por los niños. Arreglado, pasó a ser una producción de Comitted Arts de Johanesburgo, con la que colaboró el Lincoln Center de Nueva York; se estrenó en Broadway, donde fue y sigue siendo un éxito, y una segunda compañía vino a Europa: es ésta que trae el Festival de Otoño. Los niños han crecido algo y son jóvenes un poco infantilizados. Hablan en una divertida jerga del inglés, alguna vez en zulú (hay subtítulos en español). Describen las situaciones de torturas y matanzas y expresan una diversidad de sus esperanzas, con invocaciones a Dios -un padrenuestro, un sermón- o a Gaddafi de Libia, de los que esperan métodos de liberación y ayudas, definitivas. Viven el feliz tiempo de una oposición unida en la que todo es bueno si los libera de su enemigo blanco. Su primer héroe es, naturalmente, Mandela.
¡Sarafina!
De Mbongoni Ngema y HughMasakela. Producida en Johanesburgo y Nueva York. Festival de Otoño. Teatro Albéniz. 18 de octubre.
Provocación política
Todo texto de provocación política tiene sus debilidades literarias, su tendencia a la simplificación, sus sentimentalismos, y sus gritos de triunfo. Lo que dicen y cómo lo dicen estos muchachos surafricanos cae en un ambiente de solidaridad: la incrementan con su simpatía, conmueven a pesar de todo, se está con ellos. Las ovaciones, los gritos de entusiasmo que menudearon en el espectáculo y que al final se prolongaron y prolongaron, con el público puesto en pie y muchos espectadores danzando o llevando ostensiblemente el ritmo, ofrecieron un éxito extraordinario y con pocos precedentes que se dividía entre la causa política apoyada por todos, la fuerza de la compañía y la vibración de la música, en la línea de las novedades africanas de hoy mismo, y el giro del mundo de la música negra original que se exportó a América con la esclavitud, fecundó enormemente en toda ella, se repartió por el. mundo y finalmente vuelve a África. La banda tiene un sonido bellísimo, las canciones a capella no son perfectas, pero tienen musicalidad propia y la gran simpatía original; lo mismo se puede decir de los solos, especialmente de los de Velaphie Mínisi -adulta-; y las danzas entusiasman. Gran parte del público siguió las composiciones de Mbongeni Ngema y Hugh Masakela con las palmas, los pies, y con la cabeza arrebatada.
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