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La degradación del ambiente aumenta el numero de desastres naturales, según Pär Stembäck

Milagros Pérez Oliva

La degradación del medio ambiente está provocando un aumento de los desastres naturales, según Pär Stembäck, secretario de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que agrupa a 148 agrupaciones nacionales, con más de 50 millones de asociados. Pär Stembäck prevé un incremento de las demandas de ayuda a consecuencia de terremotos, inundaciones, huracanes, sequía y otras emergencias: "Tenemos razones para creer que existe una relación entre ambos fenómenos, y presentimos que cada vez tendremos más trabajo".

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Una internacional humanitaria

La Liga de Sociedades de la Cruz Roja transmitió en 1988 a la comunidad internacional un total de 51 llamamientos de ayuda por desastres naturales que afectaron a más de seis millones de personas en 41 países, cuando en 1987 los llamamientos habían sido 13 y las víctimas menos de dos millones. En lo que llevamos de año se han cursado ya 28 llamamientos."1988 fue el de mayor número de desastres; pero no es tanto el número de emergencias lo que nos preocupa como la sucesión de determinados desastres en zonas en las que no eran habituales. Por ejemplo, el año pasado se produjeron gravísimas inundaciones en Sudán y Bangla Desh y huracanes de intensidad desconocida en el Caribe, que llegaron hasta límites no previstos", afirma.

"Nicaragua, por ejemplo", añade, "nunca se había visto afectada por un huracán hasta el año pasado. Tampoco Armenia había sufrido un terremoto importante", afirma Pär Stembäck, que antes de asumir la dirección de la Liga fue primero ministro de Educación y después de Asuntos Exteriores de su país, Finlandia.

Emergencia cada 10 días

"No tenemos pruebas científicas de esta relación, pero nosotros estamos cada vez más convencidos, y tal vez sería aconsejable un programa de las Naciones Unidas para investigar específicamente esta cuestión. Nosotros hemos tratado de obtener fondos para un estudio, pero sería muy costoso por la cantidad de expertos que deberían intervenir. Algunos científicos consultados han manifestado que es dificil establecer la relación entre la degradación del medio ambiente y los desastres naturales, porque si analizamos mil o dos mil años atrás, encontraremos diferentes cambios climatológicos. Pero nosotros creemos que la hay, por la cantidad y la magnitud de los desastres y por los lugares afectados", añade.En los últimos diez años, desde la sede de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja en Ginebra se ha transmitido, como promedio, una llamada de emergencia cada diez días. Estas alarmas incluyen desde terremotos como el que el año pasado costó la vida, a cientos de miles de personas en Armenia, hasta las epidemias de meningitis que han asolado países como Etiopía o Siria.

En 1988, la Liga logró reunir ayuda por valor de 8.030 millones de pesetas, pero con grandes desigualdades. Mientras para el terremoto de Nepal acumuló un 180% de la ayuda que se había pedido, es decir, casi el doble de lo necesario, para la atroz sequía de Tanzania apenas se logró un 10% de lo que se precisaba. En 1989 las ayudas acumuladas son ya superiores a las de 1988, porque el terremoto de Armenia ha provocado una gran solidaridad internacional. La Cruz Roja ha recaudado sólo para Armenia 4.800 millones de pesetas.

Respuesta exagerada

Pär Stembäck lamenta que la sensibilidad de la ciudadanía dependa tanto de los estímulos comunicacionales. En las inundaciones de Armero (Colombia), donde se registraron 23.000 muertos y 12.000 familias quedaron sin hogar, la respuesta internacional fue casi exagerada, y no es ajeno a ello el que todas las televisiones del mundo emitieran varias veces las dramáticas imágenes de la niña que se ahogaba en la cenizas del Nevado del Ruiz."Poco después", afirma el italiano J. Vitanni, responsable de las operaciones de socorro que coordina la Liga, "un terremoto produjo en Ecuador un daño mucho mayor que el de Armero y la ayuda recogida apenas cubrió una ínfima parte de las necesidades. La Prensa apenas se hizo eco. La explicación es sencilla: cuando se produjo el terremoto la atención periodística estaba centrada en el encuentro de Reagan y Gorbachov en Reikiavik (Islandia).

La Cruz Roja logró 6.000 toneladas de suministros para los afectados de Armenia. En cambio las inundaciones de Bangla Desh, que afectaron a 45 millones de personas y causaron mucho más sufrimiento humano, apenas tuvieron eco en la opinión pública y la ayuda fue escasa.

En los desastres que despiertan mayor solidaridad, se produce lo que el italiano Vitanni, asesor de las operaciones de socorro de la Liga, denomina turismo humanitario: "En muchos casos, después del desastre, se produce una segunda catástrofe, que es la llegada de los que vienen a ayudar", dice, parodiando la situación. "Está muy bien que la gente ayude,' pero esta ayuda debería canalizarse a través de organizaciones que, como la nuestra, tienen experiencia".

Casi el 50% de las sociedades nacionales de la Cruz Roja se ha constituido en los últimos 25 años. Ello implica que su organización es todavía muy precaria y que existen diferencias abismales. Así, mientras la Cruz Roja estadounidense tiene un presupuesto anual de 160.000 millones de pesetas y la japonesa más de 40.000 empleados en plantilla, 15 sociedades de otros tantos países no pueden pagar siquiera una mínima contribución a la Liga, y algunas no pueden permitirse tener ni un empleado.

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