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Raúl Castro: "No solo necesitamos paz"

Ángeles Espinosa

"No sólo necesitamos paz", aseguró ayer el vicepresidente cubano, Raúl Castro, ante la IX Conferencia de Países No Alineados, reunida en Belgrado. El hermano del líder de la revolución de 1959 se refería así a la crisis económica, que, en su opinión, amenaza la independencia del movimiento. Lleno de referencias antiimperialistas y anticolonialistas, su discurso fue el primero de los tres que se esperaban por parte de los países más radicales. La casualidad hizo coincidir además en la segunda jornada de esta cumbre trienal las intervenciones de Libia y Nicaragua, naciones también revolucionarias aunque de distinto cariz.

ENVIADA ESPECIAL,El texto de Castro, fechado en el año 31 de la revolución, se centró sobre todo en dos asuntos: la crisis panameña y el papel de las fuerzas cubanas en Angola. El representante de la república caribeña advirtió contra "el riesgo inminente de que el Gobierno de EE UU desate una agresión directa contra Panamá" y pidió a la asamblea que los no alineados alcen su voz en defensa de la integridad y la autodeterminación del pueblo panameño". Para los dirigentes de La Habana, todo el problema es fruto de la injerencia norteamericana en la región.En una conferencia de prensa celebrada en el Palacio de Congresos, donde se desarrolla la cumbre, el vicepresidente y primer ministro panameño, Carlos Ozores Typaldos, había acusado la noche anterior a Washington de violar el acuerdo Carter-Torrijos. "Una parte de Panamá se encuentra ocupada por EE UU, que desea mantener su presencia militar en la zona del canal, e incluso después del año 2000", manifestó Ozores.

Raúl Castro recordó en su turno que el origen del movimiento era dar una respuesta a. la realidad de un mundo dividido en bloques y lamentó la falta de cohesión entre los miembros. Puso como ejemplo de cooperación la "contribución internacionalista de Cuba al pueblo de Angola", de la que se declaró muy orgulloso. Tampoco olvidó una mención al tema de la deuda, núcleo central de los debates de esta conferencia, a la que se refirió de una forma de dependencia neocolonialista.

Acabar con el veto

Horas más tarde, flanqueado por sus dos guardaespaldas femeninos, en traje de fatigas y zapatos de tacón, el líder libio, Muammar el Gaddafi, se enzarzó durante algo más de una hora en un farragoso discurso que no aclaró sus anunciadas nuevas ideas para los no alineados. Como ya había adelantado el propio Gaddafi, solicitó de la asamblea una acción para acabar con el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que calificó de contrario a la ley internacional. El estrafálario dirigente, que vestía el tradicional traje libio, mencionó como ejemplo el ataque norteamericano a su país en 1986, cuya condena por la ONU no prosperó por el veto del agresor.

"Cambiemos el mundo", dijo un Gaddafi sarcástico después de una de sus numerosas pausas durante las que intentaba encontrar en vano el guión de su discurso. Proponía, en un alarde de improvisación, trasladar a todos los judíos a Europa. para solucionar el problema palestino. Sus palabras, que sonaban increíbles pero serias al tiempo, suscitaron las sonrisas de algunos de los delegados, en especial de las dos representantes de Barbados, que se miraban con cara de sorpresa. La otra inesperada propuesta del coronel del desierto consiste en elevar ante las Naciones Unidas una solicitud de reparación por las masacres cometidas en Libia durante el período de colonización italiana. También estaba prevista anoche la intervención del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, compañero de Gaddafi en el ala dura del movimiento.

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Rajiv Gandhi, representante de uno de los miembros históricos del movimiento, propuso en su intervención de ayer la creación de un fondo de 18.000 millones de dólares anuales para la atención a los problemas del medio ambiente. Este tema, junto con el de los derechos humanos, el terrorismo o el narcotráfico, acude por primera vez a la agenda de la conferencia.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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