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Gaddafi busca romper el aislamiento internacional de Libia

La espectacular llegada del rey Hassan II de Marruecos al puerto de Trípoli en la tarde de ayer supuso la señal de partida de las festividades conmemorativas del 20º aniversario de la revolución libia, que condujo al coronel Muammar el Gaddafi al poder. "La presencia de Hassan II en el aniversario de su revolución satisface de modo particular a un Gaddafi en pleno esfuerzo por romper su aislamiento internacional.

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Los tripolitanos y los residentes extranjeros en la capital libia están encantados con la sonriente fachada que estos días ofrece la ciudad. Trípoli está limpia y blanqueada, estrena nuevos asfaltados y una profusa y primorosa decoración de bombillas de colores, incluidos globos aerostáticos y zepelines con los descomunales retratos del coronel Gaddafi.El líder de la revolución libia lleva ya 20 años en el poder, pese a las acusaciones de desvarío y complicidad con la mitad de los terroristas del planeta, pese a los bloqueos políticos y económicos, pese a los correctivos armados aplicados por la primera superpotencia. Finalmente, este militar iluminado, de 47 años, controla más de lo que sus caricaturistas pretenden.

Dos décadas atrás, en una noche como la pasada, la primera entre agosto y septiembre, el entonces capitán Gaddafi y un grupo de jóvenes oficiales admiradores del egipcio Gamal Abdel Nasser tomaron el poder en Trípoli. El rey Idris Senussi no pudo reaccionar. Pero si en un primer momento Gaddafi sólo pretendió ser el discípulo de Nasser en ese país joven, poco poblado y preñado de petróleo que es Libia, pronto el hijo del desierto reveló sus ambiciones. Gaddafi escribió su Libro verde, la biblia de una tercera teoría universal, alternativa al liberalismo y al capitalismo , proclamó en Libia la Yamahiria o república de las masas y se vio a sí mismo como el portaestandarte del panarabismo.

Desde los primeros meses de 1988, Gaddafl en persona predica una reforma de su propia revolución, en un sentido de mayor tolerancia hacia las actividades económicas privadas y las posiciones políticas diferentes de la suya. Los pequeños comerciantes del zoco de Trípoli han reabierto sus puertas, la oferta de productos básicos se ha multiplicado, numerosos presos políticos han sido excarcelados... Gaddafi quiere hacer coincidir las actuales celebraciones con la consagración de su nueva política, que en materia exterior significa el fin de la guerra del Chad, su reconciliación con Egipto, su integración en la Unión del Magreb Árabe y la sensible disminución de atentados terroristas que pudieran serle imputados.

La presencia de Hassan II en Trípoli, y también la de Yasir Arafat, el hombre que ha conducido al movimiento palestino por el sendero del realismo y la diplomacia, es un respaldo a la nueva actitud del coronel libio. Gaddafi ha tenido el humor de invitar al presidente de EE UU, George Bush, y a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, sus principales enemigos en Occidente. No han respondido, pero la llegada a Trípoli del ministro de Exteriores italiano, Giariní de Michelis, y la del secretario de Estado español de Cooperación Internacional, Luis Yáñez, son síntomas de la posibilidad de deshielo de las relaciones entre la Comunidad Europea y Libia.

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