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300.000 vendedores callejeros negros desatan el racismo en Italia

Juan Arias

Italia, donde nunca había existido racismo, hoy empieza a sentirlo en su propia carne con motivo de la invasión de los vendedores ambulantes negros, conocidos en el país como vucumprá, que es la pronunciación equivocada de "¿vuole comprare?", es decir, "¿desea comprar?".En Italia, estos vendedores callejeros negros, la mayor parte africanos de religión musulmana, son ya 300.000. Hasta ahora se les ha permitido seguir vendiendo porque era una forma de darles trabajo, pero de repente se ha levantado la veda y los comerciantes, sobre todo en las grandes ciudades, se han alzado en estado de guerra, con un arma muy eficaz frente a los políticos: "No os votaremos".

El semanario Panorama, en su último número, dedica una amplia información al desafio que la Iglesia más progresista de Roma y de algunas otras ciudades del sur del país como, por ejemplo, Nápoles y Bari han lanzado en defensa de estos "hermanos vucamprá", proponiendo la "cultura de la hospitalidad". Un problema que para la Iglesia es doble porque se trata no sólo de la defensa de un ejército de pobres, sino que además son en su mayoría musalmanes. Y aquí la Iglesia se divide entre quienes querrían "convertirlos" a través de la hospitafidad que se les ofrece, y quienes defienden que lo primero es el respeto de su identidad global, y por tanto también religiosa.

Ampollas

Pero lo que quizá está levantanelo más ampollas es la inicitiva, lanzada en Florencia, de empezar a dar trabajo fijo, por lo menos, a una parte de ellos. Los que se oponen alegan el pretexto de que rio son "miembros de la comunidad" y que ya en toda Europa superan los siete millones, mientras que la cifra del desempleo europeo sigue creciendo.

La Democracia Cristiana se ha enfrentado con la Iglesia en Florencia, donde el arzobispo cardenal Silvano Piovanelli, hombre abierto, ha salido al paso de los comerciantes ricos, amigos de los democristianos, que han pedido al Ayuntamiento que impida a los africanos seguir vendiendo por las calles y playas. Es precisamente en las playas donde más se deja sentir la presencia de los vucumprá, especializados en la venta de imitaciones de artículos de conocidas firmas comerciales.

El cardenal Silvano Piovanelli pronunció en la catedral días atrás una encendida homilía contra dichos comerciantes y afirmó que antes que europeos o no europeos, dichos vucumprá son "nuestros hermanos", a los que hay que ayudar a salir de su drama.

El concejal comunista de Tráfico ha tenido la idea de fotocopiar algunos de los pasajes más importantes de la homilía del cardenal Piovanelli y la ha distribuido a todos los guardias municipales, acusados por los comerciantes de no cumplir con su deber al negarse a detener a los vendedores de color y a confiscarles sus artículos de venta.

Una de las frases fotocopiadas del discurso del cardenal dice: "El delito más grave, aunque la ley no lo castiga, es que el Ayuntamiento no mueva un dedo por estos pobres jóvenes".

El Jueves Santo pasado, el arzobispo y cardenal de Milán Carlo Maria Martini, eligió a 12 vucumprá para la tradicional liturgia del lavatorio de los pies a 12 pobres en representacion de los Apóstoles. Ante el asombro de los comerciantesde la ciudad, después los invitó a cenar en su comedor del palacio arzobispal.

El problema más grave es para la Democracia Cristiana, que se halla entre la espada y la pared atenazada por los comerciantes, sus mejores clientes en las elecciones, y por la Iglesia, otra de sus grandes clientes en las urnas, a la que ve ahora en esta batalla nacional del brazo del Partido Comunista.

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