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Bush adopta la táctica de 'ver y esperar' ante su mayor crisis en política exterior

El presidente de EE UU, George Bush, se reunió ayer por segundo día consecutivo con sus más cercanos colaboradores y con los máximos expertos en seguridad del país para estudiar la crisis de los rehenes, provocada el lunes por el anuncio de la ejecución de Higgings. Aunque los detalles de la reunión no han trascendido, todo parece indicar que Washington piensa adoptar por el momento una política de ver y esperar.

El jefe del Ejecutivo mantuvo una entrevista de hora y media de duración con el vicepresidente, Dan Quayle; los secretarios de Estado y Defensa, James Baker y Richard Cheney; el fiscal general, Richard Thornburgh; el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante William Crowe; el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Webster, y su asesor de seguridad nacional, general Brent Scowcroft. El objeto de la reunión: analizar las últimas informaciones procedentes de Oriente Próximo y evaluar la posible respuesta de EE UU ante el asesinato de Higgins, un veterano de Vietnam que prestaba sus servicios en el sur del Líbano como miembro del grupo de observadores de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas (UNTSO), que el año pasado obtuvieron el Premio Nobel de la Paz.

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Reunión "informativa"

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El portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, definió la reunión como "principalmente informativa" y se negó a dar ningún detalle específico de lo tratado en ella. En una especie de partido de píng-pong verbal con los informadores acredítados en la Casa Blanca, Fitzwater se limitó a esquivar hábilmente las preguntas directas de los periodistas y a afirmar que Bush seguía personalmente muy de cerca el caso y que había expresado su "indignación personal"."

Sin embargo, todo parece indicar que, por el momento y sólo por el momento, Washington ha excluido una represalia militar. Fiztwater dejaba la puerta abierta a cualquier represalia futura al decir que "siempre existe una variedad de decisiones que se adoptan en consideración a revisiones posteriores". Una alta fuente de la Administración deelaba ayer a la cadena CNN que no se podía calificar a la reunión como "una sesión de guerra" y que, "aunque las opciones militares estaban sobre el tapete no era probable que se ejecitaran por el momento".

Bush se encuentra entre la espada y la pared en la primera crisis seria de política exterior a la que se enfrenta su Administración. De una parte, la opinión pública y un sector importante de ambas cámaras del Congreso han incrementado la presión cerca de la Casa Blanca a favor de una acción drástica de represalía. De otra, el presidente no desea adoptar ninguna medida unilateral que contribuya a hacer más explosiva la situación en Oriente Próximo. Es muyposíble que en la actitud de espera haya influido el aplazamiento durante 48 horas de la ejecución Joseph Cicippio.

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