_
_
_
_

El enviado del Papa vuelve al miedo de Beirut

El arzobispo español Pablo Puente, nuevo nuncio en Líbano, ha representado al Vaticano en 19 países

Ha vivido en el último cuarto de siglo en 19 países de Europa, América Latina, Asia y África, siempre sirviendo a los intereses de la diplomacia vaticana. Bajo su casa, en Colindres (Cantabria), donde nació hace 58 años y donde ahora agota sus vacaciones anuales, el arzobispo Pablo Puente, el nuevo nuncio del Papa en Líbano, puede contemplar un pequeño parque público de vetustos plátanos y hasta una barca, en manos de un calafate, aparcada en la acera de la calle, que, subraya, "aún conserva el nombre del generalísimo Franco".

Más información
El recuerdo de un cedro
Israel trata de demostrar a EE UU que obró bien al secuestrar a Obeid
Los radicales shiíes aplazan la 'ejecución' de Cicippio
Los cautivos de Beirut.
Acercamiento soviético-iraní

Al otro lado de la pequeña casa de dos pisos en el que su padre, Pablo, de 87 años, ejerció la medicina durante casi 60, proyectan su sombra balsámicos limoneros en un pequeño jardín.De la casa paterna salió un Pablo Puente adolescente a estudiar en Comillas, en cuya universidad se licenció en Filosofía en 1952 y, cuatro años mas tarde, en Teología. Ordenado sacerdote, marcha a Roma y se hace doctor en Derecho en 1962. Es entonces cuando se le invita a ingresar en la Academia Diplomática del Vaticano.

Culminados sus estudios, comienza a ejercer una larga sucesión de destinos por todo el mundo en una carrera que, 27 años después, le conduce a Líbano. Como secretario de la nunciatura de la República Dominicana y Puerto Rico, vive cinco años y medio en Santo Domingo, coincidiendo con una turbulenta época de golpes de Estado que culminan en una guerra civil. Siendo auditor, equivalente a primer secretario, pasa por la nunciatura de Kenia por tres años. A lo largo de un bienio actúa como encargado de negocios en Tanzania, hasta retornar a Roma como jefe de la sección de Lengua Española; tres años después reside en Líbano como consejero de la nunciatura, y luego en Damasco. Tras cinco años como nuncio apostólico en Yakarta (Indonesia), vuelve a África para vivir el último trienio como representante diplomático del Vaticano en Senegal, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Mafi. Habla inglés, francés, italiano y portugués.

El pasado día 5 de julio, apenas iniciadas las vacaciones, recibió en la casa paterna una llamada de la Secretaría de Estado del Vaticano. "Que su Santidad", le dijeron, "desea saber si acepta desempeñar la nunciatura en Líbano", quería saberse en Roma. "Como es habitual", puntualiza, "pedí un día para pensarlo y decidir, y a la mañana siguiente les llamé para transmitir mi respuesta afirmabva".

La 'batalla de los hoteles'

Entre 1973 y 1977, después de haber representado al Vaticano en numerosos países, incluida, Yugoslavia, Pablo Puente permaneció en Líbano como consejero de la nunciatura. El gigantesco polvorín siempre ardiendo en que aquel país se ha convertido podía insinuarse ya por entonces. Se combatía sangrientamente en las calles de Beirut en el curso de una batalla que habría de pasar a la historia del conflicto como la batalla de los hoteles.

"Recuerdo haber sentido miedo por primera vez una noche en la sede de la nunciatura, de la que yo era secretario. Se trata de una experiencia que merece la pena vivirse; es algo así como una angustia irracional que desaparece si se logra racionalizar. Así que en el interior de aquel edificio envuelto por el eco horrísono de las explosiones cercanas logré incluso conciliar el sueño en algún momento de aquella noche inacabable. En Beirut no se conocían por entonces las granadas antitanques, así que yo me desplacé muchas veces en estos vehículos acorazados del Ejército para ir al aeropuerto o subir a la casa residencial que teníamos en el monte". Tres años de convivencia con ellos permiten hoy a Pablo Puente valorar como muy profundo el sentido religioso de cristianos y musulmanes libaneses y creer que tan sólidas convicciones son grandes resortes para alcanzar la pacificación. "No existe", dice, "el dios de la guerra ni el dios de la bomba, la venganza o el asesinato, y sí el Dios verdadero, el de todos, un Dios de paz, fraternidad y libertad".

No desea comparar el sentimiento religioso de los libaneses con el de los españoles. "Sólo vengo un mes al año", dice, "y desconozco la realidad de la sociedad de mi país, aunque tengo la impresión de que aquí, como en tantos otros países de Occidente, ha habido una profunda crisis en las creencias del pueblo".

Experiencia de guerra

Pablo Puente se vio sorprendido, un día de 1963, mientras desempeñaba la secretaría de la nunciatura apostólica en Santo Domingo, por la invasión de los marines norteamericanos para hacer abortar una revuelta civil en favor del regreso del caudillo Juan Bosch. Fue allí, luego confirmadas en otros lugares de América Latina, donde tuvo las primeras impresiones transmitidas por el dolor y la necesidad del hombre, expresadas de forma concreta y directa. "No como se escribe en los libros", aclara. "Por primera vez tuve conciencia de la necesidad de salvar vidas humanas en medio de aquella guerra civil devoradora. Pero no espere, claro, que le facilite nombres ni le diga cómo lo hice".

África, asegura, también le marcó, por las ideas que líderes cristianos y no cristianos le transmitieron, convencidos de los valores espirituales que encierra aquel vasto continente.

"Fueron experiencias vividas en Mauritania, Tanzania, Kenia, Senegal y en otras naciones en las que permanecí muchos años, que me descubrieron características fundamentales de la filosofia africana, y sobre todo de la bantú. Esos años contribuyeron a hacerme, culturalmente hablando, mucho más universal. Tales conceptos me hicieron comprender la vida en una perspectiva más amplia y rotunda".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_