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Tribuna:CAMBIO Y AGITACIÓN EN EL ESTEANÁLISIS
Tribuna
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Timuraz Abaliani

La firma del acuerdo, en la lejana ciudad siberiana de Prokopevsk, entre el comité de huelga de Kuzbas y la comisión gubernamental no ha sido filmada ni difundida al mundo entero. No se sabe, pues, si esta ceremonia se parecía a la memorable sesión de Gdansk que en agosto de 1980 selló la victoria de los obreros de los astilleros polacos. Timuraz Abaliani, dirigente del comité de Kuzbas y diputado anticonformista del Congreso del Pueblo, no ha conseguido durante esta huelga la celebridad de Lech Walesa. Pero de aquí a concluir que la victoria de los mineros soviéticos es menos espectacular que las de sus predecesores polacos hay un paso que más valdría no franquear.Durante 11 días los huelguistas han gobernado prácticamente en el conjunto de Kuzbas con una impresionante disciplina y sin el menor incidente. Las conversaciones entre el comité de huelga y la comisión gubernamental han sido retransmitidas íntegramente por la radio local. Mijaíl Gorbachov, en los tres discursos que ha pronunciado en Moscú, se refería a los huelguistas de Kuzbas sin hostilidad, incluso cuando apelaba una y otra vez a su sentido de la responsabilidad. A este respecto, les habría dirigido un mensaje urgente, que no se hizo público pero que fue aceptado con condiciones por los huelguistas, los cuales decidieron, en efecto, desbloquear bajo control de su propio comité los stocks de carbón necesario para ciertas fábricas de los Urales. En Kuzbas, contrariamente a lo que ocurrió en el verano caliente de Polonia en 1980, la huelga, aunque áspera, no se ha transformado en una prueba de fuerza frontal entre los obreros y el régimen establecido.

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En un solo punto Gorbachovcriticó a los mineros: "Pedís el cierre inmediato de las cooperativas en los sectores de la restauración, la medicina y la pequeña industria de transformación; cerrar es fácil, pero ¿es la solución buena?". Después precisó que, evidentemente, estaba en contra de quienes se enriquecen gracias a la penuria y a favor de un control estricto de los ingresos de los cooperativistas. "Todo esto es competencia de vuestros soviets locales", concluyó Gorbachov, como si eso fuese tan fácil.

Las imágenes llegadas de Kuzbas han mostrado a los soviéticos la extraordinaria degradación ecológica de sus ciudades mineras. Todo se cae literalmente a pedazos bajo un viento de polvo negro. Un minero explicó ante la televisión que pasa más miedo en su casa, donde el techo está a punto de desplomarse, que en las galerías más peligrosas de la mina. Todo el mundo reconoce que esto no puede continuar así. ¿Pero quién debe ser el agente de los cambios indispensables? Con ocasión de la dramática sesión del Comité Central en el mes de abril, después de la derrota electoral del partido, uno de los veteranos obligados a pasar al retiro protestó duramente contra el sociólogo de Sverdlovsk, Andreev, para quien "el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) es el partido de la nomenklatura". La semana pasada, aun rechazando el vocabulario del sociólogo, Gorbachov ha dicho en el fondo casi la misma cosa. Atacado frontalmente por los conservadores, que han pedido por primera vez que leacompañe en su puesto un secretario general adjunto, respondió que el aparato ha perdido el contacto con las masas, sobre todo con la clase -obrera. "Ésta se insurge contra el partido, que no le presta ninguna atención, y muchos colectivos en las empresas quieren garantizar a partir de ahora su propia representación", aseguró, como si supiera de antemano que los mineros de Kuzbas y de otras cuencas iban a pedir, en efecto, la transformación de sus comités de huelga en una representación permanente.

La aureola de los mineros

Los comités no sueñan, sin embargo, en convertirse inmediatamente en un sindicato independiente comparable a Solidaridad. Simplemente quieren permanecer unidos para vigilar la aplicacíón de los acuerdos firmados en Prokopevsk -y válidos para todas las cuencas mineras-, pero sobre todo para influir sobre las reformas en curso interviniendo activamente en la vida política. No es la primera vez que los mineros de Rusia, y más concretamente los de Siberia, asumen un tal papel de vanguardia. Todos los jóvenes soviéticos aprenden en su pupitre escolar que la heroica huelga de los mineros de Lena de abril de 1912 fue el detonador que, según Lenin, "desató el fuego de la acción revolucionaria del proletariado ruso".

La gran huelga de Kuzbas reaviva, pues, en la memoria colectiva de los soviéticos muchoscomentaron en Moscú, porque habría sido "arcaico". En el mundo moderno, se sostenía incluso en las columnas de Ogoniok, "ya no hay lugar para los grandes movimientos obreros, como tampoco para las revoluciones clásicas". Sin embargo, Gorbachov acierta cuando afirma que, sin los obreros, la perestroika no funcionará. ¿En nombre de esta convicción se puede transformar al PCUS en un partido obrero capaz de reencontrar su vocacion onginal? Con ocasión de la muy agitada reunión de los cuadros del partido de la semana pasada, el dirigente soviético habló de la necesidad de renovar los cuadros "desde la célula de base hasta el Politburó" y de restaurar la democracia interna en todas las instancias del partido "para que se pueda discutir libremente en él como en los tiempos de Lenin". Se trata de ideas buenas, ambiciosas, pero los acontecinúentos demuestran que el tiempo aprenÚa mientras que 1aperestroika dentro del partido se encuentra muy retrasada en relación con la del conjunto de la sociedad". Pero no parece fácil que se supere este retraso denunciado por Gorbachov.

Lo que es seguro, en cambio, es que la clase obrera de la URSS, después de la huelga de los mineros, ha tomado conciencia de su fuerza. Sería muy asombroso que dude en utilizarla yque se contente con un papel subalterno en una sociedad en plena mutación. Forme o no su propio partido, a partir de ahora habrá que contar con ella, con sus intereses y con sus ideas, que no coinciden en muchos puntos con las de los modernistas de Moscú. No tener en cuenta esto significaría correr directamente hacia una explosión social incontrolable. La advertencia que los caras negras acaban de dirigir al Kremlin es inequívoca a este respecto.

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