_
_
_
_
ECOLOGÍA

Las empresas químicas no encuentran sustitutos adecuados para los gases que dañan la capa de ozono

Las empresas multinacionales que producen gases clorofluorocarbonos (CFC) encuentran dificultades técnicas y de rentabilidad para hallar unos sustitutos a estos gases que no dañen el medio ambiente. De un programa que comenzó en 1988 para estudiar la toxicidad de nuevas sustancias, basadas en moléculas de hidrógeno, flúor y alcanos, al que se unieron en un principio 14 empresas productoras de CFC, se han retirado siete al iniciarse la tercera fase del programa. Un acuerdo internacional quiere acabar con el uso de los CFC el año 2000.

En enero del pasado año, 14 empresas multinacionales productoras de CFC se unieron para desarrollar un programa de investigación sobre la toxicidad de dos compuestos basados en moléculas de hidrógeno, flúor y alcanos (moléculas básicas de carbono). El Program for Alternative Fluorocarbon Tóxicity Testing (PAFT 1) pretendía ensayar la toxicidad de los compuestos HFA-134a y HFA-123 en laboratorio. Paralelamente se quería comprobar si esas moléculas podían o no tener un futuro desarrollo industrial. Los resultados de estos estudios no se han hecho públicos aún, y es posible que las investigaciones continúen aún cinco o seis años más. Sin embargo, fuentes del sector químico reconocen que, de seis nuevas moléculas que se estaban estudiando, han sido ya rechazadas varias de ellas tras comprobarse que plantean problemas tóxicos para el medio ambiente y las personas.El acuerdo para desarrollar la tercera fase del programa PAFT se firmó hace escasas semanas. Siete empresas se han puesto de acuerdo para investigar la toxicidad de los compuestos HFA 124 y HFA 125, que se piensa pueden sustituir a algunos CFC en la fabricación de espumas termoplásticas aislantes, en embalajes y en refrigeración. Los informes finales de estos ensayos, así como los estudios cancerológicos, podrían terminarse en cinco años.

Miguel Cózar, director general de Atochem España, empresa de capital francés que participa en estas investigaciones, afirma que algunas multinacionales se han retirado del programa PAFT porque no consideraban rentable hacer inversiones en determinadas moléculas. "Las empresas, no obstante, piensan que hay una confianza razonable en que estas moléculas puedan gradualmente introducirse en el mercado para sustituir a los CFC. Algunas industrias piensan instalar plantas piloto de estos nuevos productos a partir de la década de los noventa", comenta Cózar. Otros fabricantes confían en ciertos compuestos hidrocarbonados básicos que contienen átomos de cloro, flúor e hidrógeno y que, en caso de que lleguen a comercializarse, serán más caros que los CFC. Las inversiones que se están haciendo en el estudio de estos nuevos productos son "relativamente importantes", según Cozar.

"Las nuevas sustancias estudiadas forman estructuras complejas, pero al contener hidrógeno son más frágiles que las estables de los CFC, por lo que se destruirían antes de alcanzar la capa de ozono. Y como la destrucción de estas moléculas también produce residuos, el problema consiste ahora en comprobar si éstos pueden dañar al medio ambiente o a las personas. Esta circunstancia es difícil de demostrar desde el laboratorio, tanto como averiguar la incidencia real que tiene el dióxido de carbono sobre el efecto invernadero", apostilla Cózar.

Conversaciones

Fuentes de la Dirección General de Medio Ambiente (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo) han afirmado que aún mantienen conversaciones con los sectores de espumas y refrigeración y con la industria electrónica, que utilizan CFC, para tratar de reducir el uso de estos gases. El MOPU firmó el pasado seis de junio un acuerdo con el sector de los aerosoles para restringir la producción de CFC en un 90% para 1990, pero está siendo muy costoso llegar a acuerdos con los de más sectores. Medidas similares se están llevando a cabo en la mayoría de los países de la Comunidad Europea, en el marco de un acuerdo comunitario suscrito este año que plantea acabar con la producción y el uso de los CFC para el año 2000.Las conversaciones de la Administración con el sector de espumas rígidas están bastantes avanzadas y podría llegarse a un acuerdo después del verano. El mayor obstáculo lo plantean los componentes con los que se fabrican las espumas de poliuretano, para los que no se encuentran sustitutos. Los acuerdos con el sector de la refrigeración y con la industria electrónica parecen más difíciles, dado que no existen sustitutos para los actuales CFC según reconocen las propias empresas químicas y la Administración.

La compañía japonesa de productos electrónicos Matsushita, que el último año utilizó 4.800 toneladas de CFC sólo en Japón, anunció el pasado 19 de julio que en 1995 dejará de usar estos gases en la limpieza de semiconductores y en refrigeración. Otro de los grandes usuarios de CFC en Japón, la empresa Fujitsu, anunció también que dejará de utilizar este tipo de gases en 1996. La compañía Nec espera hacerlo en el año 2000.

Los compuestos freones y halones contenidos en estos gases destruyen, según los científicos, la capa de ozono de la estratosfera, que impide la llegada a la Tierra de los nocivos rayos ultravioleta del Sol. Los CFC se utilizan sobre todo en la fabricación de. aerosoles y espumas, en la industria de la refrigeración y como disolventes para limpiar equipos electrónicos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_