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Entrevista:

"He intentado presidir no sólo como un ministro del Sur"

Entrevista con Carlos Romero, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación

El semestre de la presidencia ha dejado buen poso sobre la gestión de Carlos Romero al frente del Consejo de Ministros de Agricultura de la CE. El ministro de Fuentesaúco (Zamora), el más veterano de los doce en el cargo, se ha comportado como un fajador de consensos. Logró la unanimidad en los espinosos temas de los precios agrarios, el paquete heredado de reformas agrarias y la nueva política forestal de la Comunidad. "He intentado actuar no sólo como un ministro del Sur", dice, pero "ahora Europa es más sensible a las diferencias".

Quienes conocen a Carlos Romero afirman que ha pasado de jugar a la defensiva en el campo agrícola de la Comunidad Europea al ataque frontal una vez que cogió las riendas de la presidencia. Un colega comunitario asegura que quizá le falte diplomacia y brillantez en las exposiciones, "pero le sobra determinación". Él, a sus 47 años y con casi siete con el Ministerio de Agricultura a sus espaldas, apenas puede disimular la euforia por el semestre que ahora finaliza.

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Pregunta. ¿La gestión ha sido buena?

Respuesta. La idea sobre la gestión española en otros países comunitarios es infinitamente mejor que la que tenemos nosotros. Más allá de lo que pueda haber de halago o cortesía, creo que hemos hecho un trabajo eficaz y asumido también una especie de reto que los demás no se habían planteado. Había expectativa y no hemos defraudado. La prueba es que nos siguen pidiendo que hagamos más cosas, pero, como le decía hace un poco al comisario, "si ya hemos terminado".

P. ¿Cuál es el secreto?

R. La planificación y el trabajo de un equipo amplio. Anuncié los objetivos el 3 de agosto del año pasado y desde entonces nos pusimos a ello. Primero intentamos quitarnos antes de la presidencia los temas de carácter más específico nacional, como el porcino, los frutos secos o las ayudas a las leguminosas españolas. Luego, con las manos libres, nos dedicamos a los temas que la Comunidad Europea tenía sobre la mesa.

P. Pero también dicen que su estilo de negociar es agarrar al contrincante por la chaqueta.

R. Los intento agarrar en saber cuál es el interés último de su país en ese tema. Creo que es un procedimiento que, aunque parezca un atraco, significa una muestra de confianza. Es necesario saber si se opone porque un problema real le aprieta la zapatilla o por un simple posicionamiento táctico. No entiendo por qué existe esa especie de presunción de que el Reino Unido y Holanda vienen que votar juntos casi siempre. Hemos intentado romper con esos condicionamientos, porque, además, creo que la Comunidad no está hecha para que Francia y la República Federal de Alemania lleguen a acuerdos sobre determinados temas.

P. La unanimidad ha sido la tónica en los grandes temas, como precios, paquete de reformas y política forestal. ¿Siente fascinación por el consenso?

R. Hemos buscado recoger las particularidades de cada uno. Las presidencias deben cuidar políticamente la situación de cada Estado miembro. Es quizá el procedimiento más lento, pero, sin embargo, resulta a veces el más rápido.

Posturas abiertas

P. ¿Al hacer cestos con todos los mimbres, quién se lo ha puesto más difícil?

R. Aquí todo el mundo conoce de qué pie cojea cada uno. Cuando hay problemas reales, lógicamente lo que hay que hacer es resolverlos. He intentado actuar no sólo como un ministro del Sur. Me he abierto a las posturas del Reino Unido e Irlanda y he buscado un equilibrio con Francia y la República Federal de Alemania. Luego, la proximidad de posturas con Italia asi como con otros Estados del Sur ha facilitado las cosas.

P. También habrá barrido para casa.

R. He mantenido siempre que en la Comunidad una serie de temas del Sur no están adecuadamente tratados. Hasta ahora Italia era un elemento de excepción y se le buscaban compensaciones, pero se olvidaban los enfoques. Nos ha tocado remover planteamientos. Tampoco hay que olvidar que España tiene una fachada nórdica con problemas muy parecidos a otras zonas atlánticas europeas. Y tenemos una agricultura continental, no somos un país únicamente mediterráneo.

P. ¿La CE ha cambiado en algo?

R. Esta Europa que gira hacia el Sur y hacia el Oeste es ahora bastante compleja, pero también más sensible a las diferencias.

P. ¿El tema más difícil?

R. Los precios.

P. ¿Por qué?

R. Creo que había algunos elementos que no eran buenos, como la propuesta para la remolacha. Cuando no hay lógica se suscitan dificultades porque cada uno se atrinchera en sus posiciones. Todavía no sé a dónde querían llegar los inventores de la propuesta. Uno, que es muy desconfiado, siempre tiene la sensación de que están llevando al Consejo detrás de una falsa liebre, y eso a mí me irrita personalmente, aunque no se pueda decir.

P. Entonces, hubo roces con el comisario...

R. El conúsario tiene las dificultades de la Conúsión en general. Si no prospera una propuesta, lo que pasa es que se empantana. Ése es un mal procedimiento porque es inutilizar seis meses de cada año por el tema de precios cuando políticamente se está en posición de poder avanzar en temas nuevos, como hemos demostrado con la política forestaL En política hay que sintonizar con los tiempos antes que empantanarse en vagos debates.

P. ¿Qué se siente cuando después de tantas horas de reunión se logra el acuerdo y los colegas ministros aplauden?

R. Da una gran satisfacción y emociona bastante.P. ¿Su mejor recuerdo?

P. ¿Su mejor recuerdo?

R. Que los griegos esta vez votaron los precios. Y, además, se lo anuncié en enero, nada más entrar. Mire, le dije al ministro, si alguna vez tiene que votar en contra me avisa, pero me avisa unos días antes para ver si le puedo convencer.

P. Antes de la presidencia usted actuaba a la defensiva...

R. Jugamos con prudencia porque, además, teníamos que aprender unas cuantas cosas. Al final de la negociación para el ingreso, la Comunidad se sorprendió de la obsesión nuestra por los temas del vacuno, de la leche o de los cereales. Eso no figuraba en sus dossiers. Exigimos algunos mecanismos defensivos, pero siempre he defendido en Bruselas que no quiero tratamientos de excepción para España, sino que lo que la Comunidad tiene que hacer es recoger la heterogeneidad que existe.

P. En Europa afirman que arrasamos con nuestras frutas y hortalizas.

R. Pues tenemos también graves problemas en frutas en algunas comarcas. La remodelación de variedades está rompiendo los esquemas. Depende de los canales de comercialización y de la orientación de mercado hacia cosechas tempranas o tardías.

Mayores problemas

P. Dónde se encuentran los mayores problemas.

R. Es complicado. Se ha hablado siempre de la existencia de dificultades en el sector de carne de vacuno. Pues no, lo que se plantea ahora es que nuestro vacuno, con un realineamiento de costes de producción y si apuesta por el factor calidad, tendrá tranquilidad en el mercado comunitario. Concebido en términos industriales, tal como estaba diseñado de cara al mercado interno, no tendría nada que hacer. El sostén de las ayudas comunitarias cambia totalmente los mecanismos. Si la iniciativa de la presidencia española sobre política de calidad se aplica a un ganado extensivo, estamos salvados. ¡Por qué no se va a pagar el doble o más por el valor diferencial entre un bicho que está en el monte y otro encerrado en el cemento? Las perspectivas son totalmente nuevas.

P. ¿Y los agricultores han cambiado?

R. Los agricultores están asimilando bastante lo que es la CE, aunque nosotros tenemos estructuras de producción, pero nos falta desarrollar la comercialización.

P. Está el ejemplo de los exportadores de cítricos

R. Para el campo vale todo, porque depende del tiempo y del tipo de mercancía. A veces, el reto es colocar sólo dos camiones en 48 horas en Milán, y otras veces necesitas una estructura de gran dimensión, como la que va a montar Mercasa.

P. ¿Cuáles son las prioridades?

R. Estamos volcados en el desarrollo de estructuras cooperativas.

P. ¿Y el regadío?

R. Hacemos lo que podemos. Somos un país seco y las obras de regadío cuestan mucho dinero.

P. Tenemos por delante el problema de las importaciones de maíz a Estados Unidos.

R. Nunca he querido jugar a declaraciones de tigre de papel, así que eso mejor lo vemos dentro de un año.

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