Günter Kunker
Construir jardines contra la desertización
Aunque se obstina en no reconocerlo, la parsimonia de "quien corresponda" ha impedido a Günter Kunker, un alemán de 60 años diplomado en Biología "de la otra manera", poner en marcha su jardín del desierto, un sueño que ya sólo él mantiene, aunque hace tiempo parecía el principio del fin de la desertización que tanto avanza en Almería. Kunker es un ecologista que combina las fichas bibliográficas con las denuncias en los juzgados y que ve en los domingueros uno de los males que sufre la naturaleza.
Se marchó de Alemania con 17 años, al término de la II Guerra Mundial, dejando atrás su localidad natal, Mittenwalden, en las cercanías de Berlín, y un pasado que le vincula con una unidad de Mensajeros del Frente de la Juventud Nazi, que actuó en el frente del Oeste. Suiza le acogió y luego Suramérica, Chile y Perú. En este último país conoció a la que define como "mi mejor mitad, mi flor preferida", Mary Anne Charlewood, artista botánica, que completa con sus magníficos dibujos los textos que escribe su marido. Su hijo, Thomas, es instructor de sistemas informáticos en Londres.Por encargo de la RFA, Kunker realizó un inventario de los bosques de Liberia, volvió luego a Alemania y trabajó en el Reino Unido para el Museo Británico. Luego, 14 años en Canarias, "porque estaba en medio de Africa y América", y más tarde, Coín (Málaga). De allí le echaron los domingueros: descubrieron nuestra casa; allí teníamos una cascada, algunos animales, incluyendo una nutria, y plantas. Llegaron poco a poco y decidimos marchamos".
De Coín a Pechina, a 10 kilómetros de Almería. "El jardín del desierto era una oferta que había recibido para acabar conla desertización de Almería; pero cuando llegué, quien me lo propuso lo había olvidado". Hace ya ocho años, durante los que ha convertido una finca árida en un muestrario de 300 especies de plantas americanas, canarias, africanas y continentales. Y lo ha hecho en su propio terreno y con sus recursos.
Con cierta sorna que apenas oculta su frustración, recuerda que "al principio me dijeron que serían 20 hectáreas en Retamar Allí podría demostrar que, se puede conseguir un oasis en tierra muerta, que se repuebla solo, como mi jardín. Aquí vienen salamanquesas, tortugas y murciélagos, y tengo unas 300 especies de plantas que viven sin problemas. Pero lo que iba a ser una gran parcela se transformó luego en un trocito de tierra en un parque junto al hospital, y después querían llevarme a otro sitio más pequeño. Para terminar plantando macetas, prefiero hacerlo aquí, en mi casa".
Los juzgados de Almería tienen el nombre de Günter Kunker registrado en numerosos formularios de denuncias contra empresas y ayuntamientos, y la Prensa local recoge sus protestas por proyectos como el de construcción de un lago artificial para que una constructora de motoras pruebe sus modelos en un terreno situado apenas a 100 metros de su jardín y que además está calificado como de protección agraria.
Quieren marcharse de Almería, pero no de España. "Buscaremos algo salvaje que no tenga ningún interés para la especulación, ni para los cazadores y pescadores. Venderemos esto y nos iremos, y que la gente se pregunte dónde van a ver la naturaleza los niños en el futuro. Ya sólo quedan refugios de montaña, y eso también se acabará".
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