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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Becas científicas

Es bien conocida la polémica generada durante los últimos meses por el Plan de Empleo Juvenil presentado por el Gobierno. Tan es así, que una de las reivindicaciones de las centrales sindicales durante la huelga general del pasado 14 de diciembre fue la retirada de dicho plan.Con grandes esfuerzos, y aparentemente sin demasiado éxito, el Gobierno ha tratado de convencer a la opinión pública de cuán profunda es la preocupación que siente por la cada vez más deteriorada situación laboral de nuestra juventud. Una parte pequeña, aunque importante, de esta juventud es la que sale de nuestras universidades. De ella se nutren los estamentos profesionales y dirigentes de nuestra sociedad, incluyendo los de científicos y tecnólogos.

A gran número de jóvenes que terminan sus carreras universitarias les gustaría ampliar su formación y hacer una tesis doctoral que les capacite para la futura realización de labores investigadoras y docentes, de las que el país anda bastante necesitado. Con este fin, el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) ha creado el Programa de Formación de Profesores e Investigadores, que concede becas predoctorales a jóvenes licenciados que deseen alcanzar el título de doctor. Hasta aquí, las buenas intenciones del Gobierno. La realidad, desgraciadamente, es muy otra, y para muestra basta un botón. En la última convocatoria de becas predoctorales, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organismo que produce cerca de un tercio de la ciencia española, recibió unas 950 solicitudes. La generosa respuesta del MEC consistió en conceder 191 becas, lo que equivale a la escaloftiante inversión de unos 183 millones de pesetas. Lo más grave es que el 50% de los jóvenes a los que se denegó la beca poseían un expediente académico superior a notable. ¿Para qué forma la Universidad a tantos jóvenes con tan elevado coste para la sociedad? La palabra que surge es frustración. Como por arte de magia, el Plan de Empleo Juvenil parece haberse transformado en el Plan de Frustración Juvenil.- P. Salvador

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