El ex responsable de farmacovigilancia, vinculado a la empresa de los medicamentos que provocan Parkinson
El ex presidente de la Comisión Nacional de Farmacovigilancia, Sergio Erill Sáez, estaba vinculado al laboratorio que comercializa la mayor parte de los medicamentos que contienen cinerizina y flunaricina, los laboratorios Esteve, SA, en el momento en que la citada comisión discutió la propuesta de que fueran retirados del mercado al comprobarse que, además de no tener una eficacia terapéutica científicamente demostrada, habían provocado ya varias decenas de casos de enfermedad de Parkinson y síndromes depresivos. Sergio Erill es ahora director de investigación de los laboratorios Esteve.
Cuando la comisión discutió la propuesta, el 2 de julio de 1987, Sergio Erill era presidente de la Fundación Antonio Esteve, cargo que ocupaba desde la fundación de la entidad creada por los propios laboratorios y financiada por éstos. Sergio Erill acaba de dejar la presidencia de la comisión precisamente por haber sido nombrado director de investigación de los Laboratorios Esteve.Entre los medicamentos que contienen cinarizina figura el Stugeron, el fármaco más recetado en la Seguridad Social. La propuesta de que fueran retirados del mercado fue formulada por el vicepresidente de la comisión, el catedrático de farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe del Servicio de Farmacología Clínica de la ciudad sanitaria de Valle de Hebrón, Joan Ramon Laporte.
La comisión discutió esta propuesta después de que se hubieran publicado diversos estudios que demostraban los graves efectos adversos de estos medicamentos, utilizados normalmente como estimuladores de la circulación periférica y como antivertiginosos. Estos fármacos son recetados de forma abusiva por muchos médicos de la Seguridad Social a pacientes ancianos con sintomatología inespecífica e incluso como apaciguadores en enfermos problemáticos, puesto que provocan sonmolencia y pasividad.
En 1986 se habían vendido 10 millones de cajas de medicamentos que contenían cinarizina y 1.200.000 de productos con flunaricina, entre los que destaca el Sibilium. La Seguridad Social gasta en estos productos unos 8.000 millones de pesetas anuales.
La propuesta del profesor Laporte fue rechazada por los miembros de la comisión, que estuvo presidida por el propio Erill. La cuestión se liquidó finalmente con el encargo de un estudio clínico sobre la incidencia de la cinarizina en la patología cerebro-vascular. Estudio encargado al propio Laboratorios Esteve, cuyo director de investigación es ahora el doctor Erill.
Según datos recogidos por la red de vigilancia epidemiológica, que en estos momentos sólo cubre coordinadamente las comunidades autónomas de Cataluña, Cantabria, Navarra y Valencia, se han notificado 147 casos de efectos adversos graves en enfermos que habían tomado cinarizina.
De ellos, 80 habían sufrido en el momento de la comunicación un síndrome extrapiramidal, que constituye la fase inicial, de la enfermedad del Parkinson, 56 habían desarrollado plenamente la enfermedad sin que antes tuvieran síntomas, y otros 11 sufrieron un agravamiento severo de la dolencia de Parkinson que ya les había sido diagnosticada. Otros 11 enfermos sufrieron depresiones severas, en algunos casos con manifestaciones autodestructivas.
En el caso de la flunaricina, 19 enfermos que la habían tomado, 12 desarrollaron la enfermedad de Parkinson, 19 sufrieron síndrome extrapiramidal, 10 sufrieron un agravamiento del Parkinson y 12 presentaron cuadros de depresión. La muestra no incluye todo el territorio español por no existir una red nacional de fármacovigilancia.
Según un estudio publicado en 1988 en la revista científica British Medical Journal, en el 56% de los casos estudiados, los síntomas de la enfermedad de Parkinson habían desaparecido a los seis meses de suspenderse la medicación con cinarizina o flunaricina y en el 71% de los casos a los 18 meses, lo que demuestra sin lugar a dudas, según sus autores, la relación directa entre el fármaco y los síntomas citados.
Indiscreción
Joaquín Bonal, director general de Farmacia desde mayo de 1988, considera que Joan Ramón Laporte ha incurrido en una clara "falta de ética, cuando hace unas declaraciones como miembro de la Comisión Nacional de Farmacovigilancia sin el beneplácito de la comisión"."Esas declaraciones", continua el doctor Bonal, "pueden considerarse, cuando menos, como una indiscreción por su parte. Las discusiones de la comisión no son secretas pero no se deben usar de forma unilateral". Joaquín Bonal ratifica que la Comisión Nacional de Farmacovigilancia, formada por 12 miembros (cinco de la administracción y siete externos), estudió en julio de 1987 la posibilidad de retirar los dos productos polémicos del mercado tras conocer el estudio realizado por el propio Laporte y Dolors Capellà y Josep María Castel, de Valle de Hebrón; Carmen Tristán, de la Clínica Universitaria de Pamplona, Ángeles Cos, de la residencia Marqués de Valdecillas, de Santander; y Francisco José Morales Olivas, del Departamento de Farmacología de la Universidad de Valencia.
Según Bonal, once de los doce miembros de la comisión votaron por la continuidad en el mercado de la cinarizina y la flunaricina ya que "su eficacia es bastante probable, aunque no haya sido probada de forma incontrovertible". Joaquín Bonal añade, además, que los efectos adversos de los fármacos no están suficientemente probados y ambos fármacos tienen una nueva orientación hacía el tratamiento de la epilepsia.
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