Edvard Shevardnadze busca en Pakistán una solución política a la crisis afgana.
El ministro de Asuntos Exteriores soviético, Edvard Shevardnadze, llegó ayer al filo de la medianoche a Islamabad para tratar de encontrar una solución política a la crisis afgana. Entre tanto, el mayor convoy militar soviético, compuesto de decenas de carros de combate y camiones, abandonaba ayer definitivamente Afganistán. Esta masiva salida ha reducido a menos de 2.000 los soldados del Ejército Rojo que aún patrullan en Kabul, especialmente en el aeropuerto. Fuentes soviéticas habían asegurado el día anterior que la retirada podría completarse hoy mismo. Ayer mismo, el viceministro de Exteriores soviético y embajador en Kabui dijo que no se retrasaría más de cuatro días.
Shevardnadze es la más alta autoridad soviética que visita Pakistán desde los años sesenta, cuando llegó el entonces primer ministro, Alexei Kosiguin. A su llegada a Islamabad declaró que "el problema más agudo" que le llevó a éste país es Afganistán y especificó que las relaciones entre Moscú e Islamabad están en una dinámica que "dependerá de la actitud paquistaní respecto a la crisis afgana".La estancia del jefe de la diplomacia de Mijail Gorbachov será corta, menos de 24 hora, pero es considerada crucial para romper el estancamiento de las negociaciones sobre el futuro de Afganistán y evita que la retirada de las fuerzas de la URS S abra la puerta a un baño de sangre.
La URSS apoya la designación de un shura (consejo con sultivo) en el que estén representadas todas las partes, entre ellas, el prosoviético Partido Popular Democrático de Afganistán (PDPA). El shura, que se reunirá en la antigua capital paquistaní de Rawalpindi el próximo día 10, elegirá el Gobierno provisional que ha de sustituir al de Mohamed Najibulá. Segun dijo ayer el embajador en Kabul y viceministro de Exteriores de la URS S, Yuli Vorontsov, la retirada soviética ya habrá concluido para entonces. Vorontsov declaró que "en cuatro días más" habrá abandonado Afganistán el último soldado del Ejército Rojo.
La Alianza muyahidin, que agrupa a siete partidos políticos fundamentalistas suníes, y que tiene su sede en Peshawar (Pakistán), se ha negado siempre a incluir en el shura a nadie directamente vinculado con el PDPA. Sin embargo, en las últimas semanas ha mostrado su disposición a invitar a un grupo de "buenos musulmanes", residentes en Kabul y vinculados, aunque no de forma prominente, con el actual Gobierno de Kabul.
Sibgatula Mojadadi, presidente de la Alianza, viajó el viernes a Teherán para tratar de llegar a un compromiso final sobre la representación de los ocho partidos afganos shiies, refugiados en Irán. Mojadadi se desplazó en el avión del ministro de Exteriores iraní, Alí Akbar Velayati, cuya reciente misión en Pakistán, destinada a aumentar la representación shií en el shura, fracasó.
Apoyos exteriores
Si la diplomacia paquistaní no logró obtener de los muyahidin que satisficieran las demandas de Irán, su gran aliado, es evidente que la misión de Shevardnadze se presenta aún más dificil. Los muyahidin, que a lo largo de estos nueve años de guerra han recibido apoyo de numerosos países, ven cómo ahora cada uno de ellos quiere cobrarse éste en influencia sobre el nuevo Gobierno afgano. En consecuencia, han cerrado filas en torno a sus propios intereses y apenas dejan margen le maniobra a quienes les han venido respaldando: EE UU, Arabia Saudí, China, Irán y P akistán.
Shevardnadze llegó procedente de China, donde sin duda habrá discutido ampliamente la situación afgana. Entre las tres condiciones impuestas por Pekín para la normalización de las relaciones se encontraba la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, país con el que comparte una pequeña frontera. Fuentes diplomáticas indican que el punto de vista chino puede haber flexibilizado aún más la eventual oferta moscovita a los muyahidin para la formación del shura.
Paki;tán, que ha trabajado ardiram ente para que los muyahidin aceptaran un número indeterminado de buenos musulmanes, podría presentar la lista de ellos a Shevardnadze y éste imponérsela al régimen de Najibulá.
She jardnadze tiene hoy una apretada agenda que comienza con una sesión de trabajo con su homólogo paquistaní, Sahabzada Yaqub Jan. También será recibido por la primera ministra, Benazir Bhuttc , y por el presidente, Gulam Ishaq Jan, a quien hará entreg, de un mensaje de Gorbachov, cuyo contenido no ha sido desvelado. Se espera que antes c e dejar Pakistán dé una conferencia de prensa.
En el plano bilateral, esta visita tiene suma importancia para Islamabad, que en su joven a dictadura democrática quiere mejorar sensiblemente las relaciones con la Unión Soviética. Pakistán, sumido en una pr jfunda crisis económica y dependiente en gran medida de la ayuda norteamericana, teme una reducción drástica de ésta cuando finalice el conflicto afgano y los más de tres millones de refugiados comiencen a volver a su país.
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