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LA CAIDA DE UN DICTADOR

Un golpe, 34 años y otro golpe

El depuesto general se mantuvo en el poder entre el fraude y la corrupción

Fotógrafos e informadores continuaban apostados ayer por la tarde en el aeropuerto internacional de Asunción mientras esperaban la salida del general Alfredo Stroessner del país. El anciano ex dictador, de 76 años, seguía como huésped involuntario en una casa particular cercana al aeropuerto, a la que fue trasladado tras su detención. La forma en que Stroessner mataba las horas probablemente tenga alguna similitud con lo que ahora se intenta aquí: hacer un recuento de lo que ocurrió en Paraguay desde aquel golpe del 4 de mayo de 1954 hasta este otro golpe del 2 de febrero de 1989.

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El general Alfredo Stroesser encabezó un golpe militar en 1954, y el 4 de mayo de ese mismo año, con el apoyo de algunos preeminentes jefes militares, se hizo cargo del comando del Regimiento de Artillería de Paraguarín, mientras el presidente Federico Chávez, perteneciente al Partido Colorado, era detenido. En su lugar se nombró al arquitecto Tomás Romero Pereira. Poco después, éste convocó elecciones con un candidato único: Alfredo Stroessner. Desde entonces se han efectuado periódicos comicios, y sus resultados han arrojado ventajas abrumadoras para el general, en medio de acusaciones por parte de la oposición de fraude electoral.Cuando ascendió al poder, Stroessner tenía ante sí un país situado al final de la lista de las naciones subdesarrolladas de América Latina: sin industria, salvo algunas poderosas instalaciones de producción de tanino pertencientes a empresas argentinas en el Norte, sin racionalización alguna en la explotación de los recursos agrícolas, con una población mayoritariamente campesina dedicada casi exclusivamente a los cultivos de subsistencia, con una ganadería absolutamente anémica, sin infraestructura vial ni sanitaria.

Sin embargo, el nuevo Gobierno tuvo una poderosa ayuda en sus comienzos. En Estados Unidos la moda era la doctrina de la seguridad nacional, y la piedra angular de la política anunciada por Stroessner era el anticomunismo. Los créditos fluyeron generosos y las obras públicas fueron encaradas masivamente. Asunción tuvo servicio de agua potable, se acometió la construcción de una red vial básica y sus correspondientes ramificaciones, para que los productores tuvieran acceso a los mercados. Las comunicaciones experimentaron un auge inusitado.

Convención nacional

En el plano político, las cosas no variaron sustancialmente hasta el año 1967, en que se llamó a una convención nacional constituyente que elaboró una nueva carta magna con participación de los partidos de oposición, que presentaron candidatos en las elecciones generales de ese mismo año. Participaron los partidos Colorado, Liberal Radical, Liberal y Febrerista. Los resultados favorecieron con amplitud al general Stroessner, y se formaron las Cámaras de senadores y diputados con legisladores de todos los partidos políticos participante!.

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En los años siguientes, la economía se mantuvo estable e incluso vastos sectores agrícolas tuvieron moderados beneficios por la aplicación de programas agrícolas tales como el cultivo masivo de algodón y soja.

El crash del petróleo de 1973 tuvo escasa repercusión en Paraguay gracias al inicio en 1974 de la construcción de la gigantesca presa brasileño-paraguaya de Itaipú. Las obras trajeron torrentes de dólares y generaron un crecimiento interno atípico en relación a los demás países del área. En la capital hubo un auge de construcciones y se encararon obras como la nueva terminal aérea, una planta siderúrgica y el asfaltado de la ruta Trans-Chaco.

El pueblo recibió sólo una mínima parte de los beneficios del país y de los dólares de Itaipú. El manejo doloso de los recursos desvió la mayor parte de la bonanza hacía los bolsillos de unos pocos, y el país vivió el auge de la fuga de capitales hacia bancos extranjeros. Además, proyectos tales como la siderúrgica y la nueva terminal aérea fueron calificados como faraónicos por la oposición, ya que endeudaron enormemente al país y sus beneficios fueron escasos. A principios de la década de los ochenta, Paraguay tenía enormes compromisos financieros que desequilibraron su economía. La moneda, el guaraní, inició un declive irreversible que afectó al poder adquisitivo de la población de menores recursos.

Industriales y comerciantes plantearon la necesidad de medidas correctivas. Nunca fueron escuchados, y las cosas empeoraron cuando maniobras fraudulentas de evasión de divisas dejaron sin recursos al banco central.

El drama tuvo el agravante de una corrupción generalizada que se mostró más fuerte que las estructuras, tímidas por cierto, que buscaban oponérsele. El régimen de Stroessner se había solidificado con la fórmula del garrote y zanahoria (persecución para los que se oponían a sus planes y prebendas a quienes los apoyaban) y pagaba tributo a la carcoma inexorable de una estructura basada en la mentira.

En los últimos años, diversos movimientos sociales trataron de generar una corriente que reclamaba derechos democráticos y trataba de hacer que las rígidas estructuras de poder cedieran espacio a la expresión de la mayoría. El Gobierno reaccionó con fuerza y diversos medios de comunicación masiva fueron clausurados. El diario ABC Color, Radio Ñanclutí y el semanario febrerista El Pueblo sufrieron las consecuencias de la intolerancia.

El deterioro alcanzó a las estructuras del propio Partido Colorado, cuya junta de gobierno fue tomada por un grupo de incondicionales a Stroessner, autodenominado Combatientes Stroessnistas. Dicho grupo intentó solidificarse en el poder pese a que la mayoría de los colorados se identificaba mejor con la corriente desplazada, el tradicionalismo. Este intento quedó truncado la noche del 2 de febrero, y en una circunstancia histórica muy pocas veces vista, el pueblo mostró su apoyo al golpe. La situación no daba para más...

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