La Comunidad Europea renuncia a replicar a las sanciones norteamericanas contra varios productos europeos
La llamada guerra de las hormonas, entre Estados Unidos y la Comunidad Europea (CE), sólo va a ser llevada a cabo, por ahora, por uno de los dos contrincantes, porque los doce están dispuestos a renunciar a defenderse de las sanciones comerciales que les impone Washington.Los ministros de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea se reunirán, por primera vez bajo presidencia española, el próximo lunes, pero, en contra de lo inicialmente previsto, se da por prácticamente seguro que acordarán aplazar la eventual toma de medidas contra las importaciones norteamericanas hasta el pronunciamiento del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) sobre el contencioso entre Bruselas y Washington, según informaron fuentes diplomáticas españolas.
Desde el 1 de enero pasado, la Comunidad Europea prohibe el consumo y la importación de carne de vacuno tratada con hormonas, un producto del que los ganaderos estadounidenses exportaban a la Comunidad Europea unos 100 millones de dólares (16.000 millones de pesetas) al año, y en consecuencia, Washington ha replicado imponiendo un arancel del 100% a exportaciones comunitarias a Estados Unidos, cuyo monto asciende a otros tantos millones de dólares.
Esta decisión, que equivale en la práctica a prohibir la importación de esos productos europeos, afecta a las conservas de tomate y bebidas alcohólicas españolas de baja graduación, pero, entre los doce, Italia y la República Federal de Alemania son los Estados miembros más perjudicados, y España sólo figura en tercer lugar entre las víctimas de la sanción norteamericana.
Contrarrepresalias
Para responder a Washington, la Comisión Europea ha puesto a punto unas contrarrepresalías que consisten en gravar con un arancel del 100% dos productos norteamericanos (nueces con cáscara y frutos secados), cuyo volumen de importación se eleva también a 16.000 millones de pesetas. Los jefes de la diplomacia comunitaria tenían que aprobar el lunes su entrada en vigor, pero van a optar por retrasar su puesta en práctica.
Descrita por algunos como una "auténtica bajada de pantalones" ante Estados Unidos, la concesión comunitaria ha sido explicada por el deseo de no envenenar las relaciones con la recién estrenada Administración del presidente George Bush, adentrándose en la espiral de las represalias y contrarrepresalias que acarrean el riesgo de desencadenar una guerra comercial a gran escala.
El Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio se reunirá el próximo 8 de febrero, y es probable que entonces una mayoría de países dará la razón a la Comunidad Europea, rechazando el argumento norteamericano de que la prohibición de vender carne con hormonas es discriminatoria porque, como se recuerda en Bruselas, se aplica ante todo a los ganaderos comunitarios. Pero una condena de la actitud norteamericana parece descartada porque Washington la vetará.
No es ni siquiera seguro que la Comunidad Europea opte entonces por pasar a la acción contra Estados Unidos, poniendo en práctica sus represalias. Si consigue que en el GATT se cree un panel de investigación, puede aplazar de nuevo su decisión hasta que se dé a conocer su veredicto, que puede tardar un año.
Hasta ahora, los doce sólo deseaban la formación de un panel jurídico y rechazaban la puesta en pie de uno científico alegando que el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio carecía de competencia en la materia y no podía juzgar, en contra de lo que pretendía Washington, el grado de salubridad, para el consumidor de la carne hormonada.
Pero el comisario europeo Frans Andrissen, encargado de las relaciones exteriores, dio marcha atrás durante el pasado jueves, al afirmar ante el pleno del Parlamento Europeo que "no había que excluir una opinión científica sobre este problema".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.