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LA PRESIDENCIA DE LA C.E.

El miedo a la 'fortaleza europea de 1992'

Francisco G. Basterra

Un súbito miedo a la ya comenzada a denominar fortaleza europea de 1992, con la entrada en vigor del, mercado único, comienza a extenderse en Estados Unidos, donde hasta ahora Europa sólo era una cacofonía de pequeños países, más los primos británicos. La frontera de 1992 "es preocupante, pero creo que podremos manejar el reto", asegura Rozanne Ridgway, la responsable del Viejo Continente en el Departamento de Estado. Su cargo atenúa un pronunciamiento más negativo que, sin embargo, no tiene inconveniente en realizar Clayton Yeutter, representante especial para Comercio del Gobierno federal y que Bush ha nombrado como su ministro de Agricultura. Y no aguarda a 1992. "Espero que tengamos más problemas este año con Europa que con Japón", afirma Yeutter, que encabeza una burocracia norteamericana que ha ¿lado la voz de alarma ante la perspectiva de una Europa integrada "proteccionista".

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El nuevo consejero de Seguridad Nacional de George Bush, Brent Scowcroft, no tuvo empacho en reconocer esta semana, ante periodistas europeos, que las relaciones de EE UU con Europa van a constituir uno de los más serios problemas para la nueva Administración. Y no sólo es el comercio, sino la polémica sobre el reparto de la carga defensiva entre los aliados de la OTAN. Washington estima que los europeos hacen muy poco y, en momentos de austeridad presupuestaria y cierre de 90 bases en EE UU, puede ser convertido por el Congreso en problema mayor.

El desplazamiento de Europa, desde el punto de vista defensivo, hacia un auténtico segundo pilar dentro de la Alianza Atlántica y hacia un bloque comercial unificado y muy cohesionado, es una combinación que alarma en Washington. La presunción de que 1992 es una aventura proteccionista ya ha sido formulada. Uno de los más importantes asesores de Bush duda mucho de que el mercado único de la CE vaya a ser otra cosa que "una empresa exclusiva que construya barreras frente al exterior".

Europa, redescubierta

Tras muchos años de ignorar a Europa y de no tomarse en serio al Mercado Común, los políticos estadounidenses, la opinión pública más ilustrada y los empresarios de tipo medio, descubren la CE, que repentinamente se ha puesto de moda. Cualquier académico, economista, ejecutivo o político con alguna experiencia en Europa es solicitado para explicar lo que pasa al otro lado del Atlántico.

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Abundan todo tipo de seminarios para explicar la nueva realidad europea de 320 millones de consumidores, frente a 240 en EE UU, la caída de las barreras comerciales, un mercado integrado único desde Hamburgo a Atenas, que ya exporta 600 millones de dólares al año -un 60% más que Estados Unidos- y con un producto bruto doméstico combinado casi igual al de este país. Las consultorías sobre Europa están haciendo el agosto.

Responsables políticos de la Administración de Reagan admiten que no estaban siguiendo bien la evolución de la creciente integración europea. "Provoca miedo, como todo lo desconocido, y en Washington todo lo que es nuevo es peligroso". Así explica un alto funcionario el síndrome europeo que ha estallado en Washington. Aunque sigue siendo el Pacífico y la competitividad de Japón y de los cinco dragones asiáticos la preocupación esencial de EE UU, Europa se ve ya como una amenaza potencial muy estimable.

La pequeña guerra de las hormonas de la carne -de momento sólo una minúscula gota de agua de 100 millones de dólares en un comercio anual con Europa de 145.000 millones de dólares- es presentada como una señal clara de los problemas por venir a causa de la "agresividad de los nuevos y poderosos europeos", que ya sienten su capacidad como bloque, antes incluso de 1992. No ayuda nada una Administración norteamericana combativa, estimulada por una lesgislación impuesta por el Congreso, que le impulsa a la retorsión y al juego duro para abrir mercados. El país teórico campeón del libre comercio adopta de hecho represalias a las primeras de cambio. Tampoco facilitan el entendimiento unos números rojos comercia)es que se acercan a los 150.000 millones de dólares.

Para The Wall Street Journal, el diario más influyente del país y pilar de las finanzas norteamericanas, lo ocurrido con las importaciones norteamericanas de carne, vetadas por la CE, "indica que el espíritu del 92 está llevando a la Comunidad hacia la arrogancia y la confrontación, cualquiera que sea el coste". La carne engordada con hormonas animales es sólo una anécdota que palidece ante guerras más costosas, como puede ser la subvención europea, resentida por Washington, al Airbus en detrimento de los aviones de la Boeing o de la McDonnell Douglas.

La partida de tablas jugada el mes pasado en la reunión del GATT en Montreal por Estados Unidos y Europa sobre la reforma de la agricultura mundial es, por encima de la atávica reacción a la "fortaleza del 92", el problema de fondo que enfrenta a Washington y a Bruselas. Estados Unidos quiere un compromiso europeo de eliminar las subvenciones a su agricultura en la frontera del año 2000. Pero la CE no puede (se cargaría la política esencial de la Comunidad) ni quiere aceptar la completa retirada de la ayuda a sus agricultores: no es realista ni deseable, dice.

Temor al proteccionismo

Es cierto que también EE UU subvenciona a sus agricultores, pero no en la medida distorsionada y gigantesca que produce las montañas de excedentes alimenticios en el Viejo Continente y que está expulsando de los mercados mundiales injustamente -denuncia Washington- a los agricultores norteamericanos. Las exportaciones de grano de EE UU disminuyeron en un 40% entre 1980 y 1986.

También aparece el miedo a la reciprocidad en servicios financieros -instalación de barcos-, que el Tesoro norteamericano "encuentra particularmente preocupante". Y lo que Washington considera un mercado europeo cautivo de contratos gubernamentales en materia de telecomunicaciones, al que las empresas norteamericanas no pueden acceder a no ser que construyan fábricas en Europa como ha hecho ATT en España.

Estas prácticas le permite afirmar a Yeutter que "aún está claro si la integración 1992 no acabará convirtiéndolo en un libre comercio, de puerta adentro de la Comunidad, y proteccionismo hacia el exterior".

La delegación de la Comunidad en Washington se defiende como puede de este creciendo miedo a la Europa integrada dentro de cuatro años. La batalla de lobby ante el Congreso, Ejecutivo, los empresarios y opinión pública la lleva R Denmann, el representante los doce en la capital federal. Europa permanece desunidnos acusan de europesimismo euroesclerosis. Si vamos hacia unificación, nos reciben con gi tos de la fortaleza eurepea", queja Denmann.

El embajador Denmann pi que se entierre el hacha de g rra entre viejos aliados. "Soín nuestros mejores clientes. que nos une es mayor que lo q nos divide". España, que e semestre preside la Comunid y Felipe González, que es es rado en Estados Unidos nombre de los doce esta p Í vera, tienen ahora la oportu dad de diluir esta imagen nega va y proteccionista de laforta za europea.

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