Un engañoso respiro
LA PUBLICACIÓN, justo horas antes de la comparecencia del presidente González ante el Parlamento, del índice de precios al consumo (IPC) correspondiente al mes de noviembre puede permitir al Gobierno tomarse un respiro tras los sustos de meses anteriores. Pero ese alivio tendrá bastante de engañoso, porque el descenso de una décima en el IPC, con ser una noticia positiva, no desmiente el rebrote inflacionista que sufre la economía española y que ha llevado a la autoridad monetaria a efectuar una serie de elevaciones de los tipos de interés dentro de una estrategia destinada a enfriar el crecimiento económico. Un crecimiento que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se situará en el 5% para este año y en un 4,5% para el próximo; esto es, en línea con las previsiones del Ejecutivo español e incluso por encima de las mismas.Aunque casi ningún experto duda en afirmar que los resultados económicos son positivos en líneas generales -con la salvedad del paro, que continúa siendo el más elevado de los 12 socios de la Comianidad Europea-, lo cierto es que parece difícil finalizar el ejercicio dentro de los nuevos objetivos oficiales respecto a la inflación, que tuvieron que ser corregidos para este año del 3% al 5%, uno de los factores que han impulsado la guerra declarada por los sindicatos contra la política económica del Gobierno. Claro que aquel 3% era más un objetivo que una previsión del Gobierno.
El descenso de una décima en el IPC coloca el crecimiento de precios, cuando aún falta un mes para cerrar el ejercicio, en la cifra exacta establecida en aquella revisión para todo el año. Queda el serio temor de que diciembre -tradicionalmente un mes alcista- termine por romper la segunda previsión del equipo económico de Solchaga, con lo que ello supondría para la revisión de los convenios colectivos. En noviembre, sólo el capítulo alimenticio -el que más se había disparado- registró una baja efectiva (del 1,1%), mientras que las demás rúbricas prosiguieron con su comportamiento alcista, confirmando la existencia de una inflación subyacente situada por encima de las previsiones oficiales.Este encarecimiento interior viene a agravar otro de los desequilibrios inquietantes de la economía española: el comercio exterior, cuyo déficit superó los dos billones de pesetas también en el pasado mes de noviembre. Según previsiones del secretario general de Comercio, este desequilibrio exterior se situará en tomo a los 2,3 billones de pesetas al finalizar el año. Pero eso no es todo: las previsiones de la OCDE apuntan a que la balanza de pagos por cuenta corriente registrará un déficit de 5.500 millones de dólares durante 1989 (frente a los 2.750 millones esperados para este año), una cifra que debe ser motivo de honda preocupación para los responsables económicos del país.
El informe de la OCDE constata, por otra parte, un relativo éxito en la lucha contra el paro, que descendería del actual 19,3% de la población activa hasta el 18% en el próximo año, suponiendo un crecimiento salarial que no supere el 6%. Estos dos factores, junto a la citada elevación de tipos de interés, deberán suponer una corrección a la baja del poder de compra, es decir, un descenso de la demanda privada, que se situaría así desde el 6,75% actual hasta el 5,5%.
La economía española-, por consiguiente, se mueve con la discreta esperanza de que se registre una desaceleración de la tasa inflacionaria, siempre y cuando los precios de las materias importadas sólo sufran un aumento moderado y los factores de producción internos -especialmente los salarios- se mantengan en límites consecuentes. La OCDE, en cualquier caso, ha revisado ya al alza (hasta el 4,5%) el objetivo-previsión de inflación formulado por el Gobierno para 1989, un dato que no dejará de pesar en la próxima negociación colectiva, especialmente cuando los sindicatos se muestran especialmente sensibles y escépticos sobre todo lo que se refiere a las predicciones de la bola de cristal del equipo económico del Gobierno.
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