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Radicales y peronistas rechazan la claudicación del jefe del Ejército

Los planteamientos del jefe del Estado Mayor del Ejército argentino, teniente general José Dante Caridi, que asumió prácticamente todas las exigencias de los militares insurrectos, han provocado un rechazo de políticos de las filas del gobernante Partido Radical y de la oposición peronista.Algunos analistas periodísticos suponen que Caridi pretende salir de su puesto con la cabeza alta para, ya retirado, poder presentarse ante sus camaradas en el Círculo Militar como hombre que supo plantear y defender los intereses corporativos.

No hay coincidencia al pronosticar si las explosivas declaraciones precipitan o no el cese de Caridi. Hasta ahora se interpretaba ese cese como un triunfo y una concesión a los amotinados, que lo habían exigido. Tras las declaraciones, el coste político de la marcha de Caridi sería ahora tal vez menor para el Gobierno. Se podría incluso intentar vender a la opinión pública el cese como un paso del Gobierno para recuperar la iniciativa del poder civil. Esto resultará difícil después del discurso del ministro de Defensa, el radical Horacio Jaunarena, que definió como "necesaria" la lucha de los militares contra la subversión durante la dictadura. Estas palabras de Jaunarena significan una concesión a la exigencia del amotinado coronel Mohamed Alí Seineldín y sus carapintadas, que reivindican un reconocimiento del papel representado por las fuerzas armadas en la guerra antisubversiva.

Carlos Menem, candidato presidencial peronista, dijo que los reclamos de Caridi de una solución rápida de los juicios contra los militares "son una suerte de amenaza a la democracia y la libertad" y "ponen limitaciones al sistema institucional".

El candidato radical, el gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz, calificó de "desafortunadas" las declaraciones de Caridi, y añadió: "En algunas apreciaciones que ha hecho me da la sensación de similares planteos que ya tuvo la República en otras oportunidades, los que recibió Frondizi, los que tuvieron Arturo Illía y María Estela Martínez de Perón". Los tres paralelismos citados se refieren a presidentes derrocados por golpes militares.

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