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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ciencia y ética

LA CIENCIA no da tregua a las almas pusilánimes, pero las pías gentes tampoco descansan en su batalla contra el progreso científico. En Italia, una joven de 20 años ha gestado y dado a luz a un niño nacido de un óvulo de su madre, de 48 años, fecundado por esperma del compañero de esta última. Por otra parte, el grupo farmacéutico francés Roussel-Uclaf, fabricante de la llamada píldora del día siguiente -destinada a revolucionar las técnicas de contracepción-, recientemente autorizada en Francia y poco antes en China, decidió inicialmente renunciar a la venta de ese producto ante la amenaza de boicoteo a todos los medicamentos de esa firma lanzada por grupos conservadores, particularmente de Estados Unidos. No obstante, el Gobierno francés impuso el criterioracionalista dé no impedir los avances científicos que favorecen al ser humano. La polémica entre moral y consumo está servida.A situaciones como la planteada en Italia (que una mujer sea la madre biológica de su hermano genético) se referían hace una década los opuestos a la investigación sobre nuevas formas de reproducción asistida. Lo hacían como quien evoca una posibilidad remota, improbable, con el fin de subrayar gráficamente los abismos a que podría llegarse de seguir la senda emprendida. Hace tiempo, sin embargo, que la ciencia ha abolido lo improbable.

Diez años después del nacimiento del primer bebé probeta, la niña Louise Brown, casi todas las situaciones imaginables son hoy verosímiles. Pero ello está poniendo a prueba la capacidad de adaptación de la sociedad, cuyas convicciones éticas, y no sólo sus prejuicios culturales, se ven sacudidas casi a diario por los adelantos científicos. Jacques Testard, pionero de la reproducción asistida en Francia, lanzó recientemente un llamamiento en favor de una moratoria en las investigaciones realizadas en ese campo. En su opinión, existía un riesgo de desviación hacia otros objetivos de una técnica inicialmente orientada exclusivamente a resolver el problema de las parejas estériles que deseaban tener descendencia. Ese riesgo existe, y la fantasía imaginada por Aldous Huxley hace más de 50 años resulta hoy, a la luz de las posibilidades abiertas por la biotecnología, casi un modelo de novela realista: la manipulación genética permite contemplar la hipótesis de seres ciónicos diseñados a la carta.

Pero también es cierto que todo avance relacionado con la reproducción, incluidos los aceptados hoy por todo el mundo, suscitaron en su día severas controversias filosóficas o teológicas. Por lo general, la Iglesia ha optado por esquivar los problemas reales de las parejas, pontificando con más soberbia que piedad. Bajo el apriorismo acientífico de que existe vida humana desde el momento de la fecundación, los católicos no pueden utilizar la píldora a efectos de contracepción, y mucho menos cualquiera de las técnicas abortivas posteriormente desarrolladas. Y a efectos de reproducción en casos de esterilidad, el esperma del padre debe ser obtenido exclusivamente del coito matrimonial.

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Los científicos de todo el mundo que recientemente se han reunido en Valencia para estudiar la colaboración internacional en el proyecto de genoma humano han decidido no incluir entre sus conclusiones un punto que proponía establecer una moratoria en los experimentos que impliquen la manipulación genética de las células sexuales o del embrión en sus primeras fases, por considerar que la fórmula resultaba en exceso taxativa; pero han acordado continuar el debate sobre las implicaciones éticas y legales del proyecto. La discusión ha pernútido desvelar un dato inquietante: la resistencia de una parte de la comunidad científica internacional a que su actividad sea considerada desde parámetros diferentes a los de su propia concepción de progreso humano. Lo cual no deja de ser una reacción simétrica a la unilateralidad de los impugnadores doctrinarios. Porque la ciencia no es más neutral que cualquier otra actividad humana.

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