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Crítica:FESTIVAL DE CINE DE VALLADOLID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El filme 'El tesoro', de Antonio Mercero, acogido con división de opiniones

ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS, La única película española en competición en la sección oficial de esta edición del festival castellano es El tesoro, dirigida por Antonio Mercero y basada en la novela de Miguel Delibes. El filme obtuvo en la sesión matinal de ayer una acogida contradictoria: en medio de un silencio mayoritario sonaron algunos aplausos junto a algunos abucheos. Completó la jornada en la sección oficial, fuera de concurso, la película soviética La comisaria, de Alexandr Askoidov.

Este cronista debe pedir disculpas por llegar a la proyección de El tesoro con 20 minutos de retraso. Sobre este tiempo de su metraje nada le es posible decir, salvo que, por perfecto que sea, resulta inimaginable que pueda remediar la enorme imperfección de la hora y 20 minutos restantes.Se inspira El tesoro en una novela de Miguel Delibes con argumento muy violento y muy lineal. Esta linealidad, en la pantalla conduce a un relato cinematográfico de esos en que cada paso se adivina por adelantado y en los que cada secuencia va preparando de forma contenida y gradual el clima que dé lugar a una gran secuencia final desmadrada, a un tumultuoso estallido de violencia.

Pues bien, esta última gran secuencia de desembocadura, en la que las tensiones acumuladas durante la película estallan, está realizada de manera tan sumamente torpe, que nada, ni el más exquisito y deslumbrante planteamiento, podría impedir que defraude.

Con anterioridad a este se presentó un filme del que ya hablamos con algún detenimiento a raíz de su estreno mundial en el último Festival de Berlín: La comisaria, famosa obra maldita del soviético Alexandr AskoIdov, que la censura de la Unión Soviética mantuvo prohibida durante 20 años y que truncó en sus comienzos la carrera de este notable cineasta, que es uno de los pocos herederos puros de la tradición creada por Eisenstein y segada por Stalin.

Cursilería

El Festival de Valladolid después de la exhibición de estas dos películas está listo para dictar la sentencia final. Con anterioridad se proyectó el francés El ruido y la furia, escrito y dirigido por Jean Claude Brisseau, que cuenta una historia muy fuerte, pero con algunas ráfagas de cursilería que la endulzan peligrosamente.

Es una película con dos o tres secuencias interesantes, pero mal vertebrada y aplastadas sus mejores ideas por imágenes que, cuando no son pobres, son rebuscadas.

También se proyectó ayer en el festival la película italiana Mañana sucederá, dirigida por Daniele Luchetti, que es más completa que la anterior y está mejor organizada como conjunto, aunque adolece de algunos altibajos.

Tampoco es un filme importante, sino una aceptable película menor, al contrario de lo que sucede con el filme húngara Casa para dos, que es también menor, pero inaceptable por completo.

A últimas horas de la tarde de ayer, con una mesa redonda celebrada entre especialistas y críticos, se clausuró el ciclo que la SEMINCI ha estado dedicando durante estos días al cine negro español.

Este interesante ciclo ha desempolvado algunos viejos filmes, que antaño convocaron enormes audiencias en el público español: Los ojos dejan huellas, dirigida por José Luis Saenz de Heredia; Los peces rojos, de José Antonio Nieves Conde; Apartado de correos 1001, de Julio Salvador; Brigada criminal, de Ignacio Iquino y Crimen imposible, del realizador César Fernández Ardavín.

También se exhibieron Distrito quinto, de Julio Coll; El cerco, de Miguel Iglesias; De espaldas a la puerta, de José María Forqué; Muerte al amanecer, de José María For, y otras varias ya más cercanas en el tiempo.

Es sorprendente descubrir entre todo este muestrario de viejo celuloide español algunas auténticas joyas de la cinematografía de la época.

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