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El cardenal Ángel Suquía ingresa en la Real Academia de la Historia

El cardenal arzobispo de Madrid-Alcalá y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Angel Suquía Goicoechea, pronunció ayer su discurso de ingreso a la Real Academia de la Historia, titulado Un maestro y un alumno en Acalá. Pedro Sánchez Ciruelo e Íñigo de Loyola (1526-1528). Por deseo expreso del cardenal, su discurso fue contestado por el jesuita Miguel Batllori, a pesar de no corresponderle por no haber sido uno de los presentadores de su candidatura.

Ángel Suquía es el primer cardenal que entra en la Academia de la Historia como miembro de número. Ocupará la silla que se hallaba vacante desde 1985 y que ocupó anteriormente Luis García Valdeavellano, a quien se refirió describiéndolo como "un sabio ejemplar, el hombre más discreto que pueda imaginarse, un hijo ilustre y a la par modesto de España".Para el discurso de ingreso, Suquía manifestó haber preferido escoger un tema ya conocido para él en sus años de joven estudiante: la teología espiritual del siglo XVI.

El estudiante Íñigo de Loyola, durante sus primeros años de pobre peregrino mendicante, llegó a Alcalá, donde comenzó a dar sus Ejercicios espirituales. A causa de ellos fue objeto en Alcalá de tres procesos judiciales, sospechoso de falsa mística o de alumbradismo. Fue absuelto del primero y del segundo, y pudo continuar, aunque con dificultades, su vida ascética y sus prédicas. Sin embargo, un incidente, un año antes del primer proceso, fue el que lo acercó a la figura de Pedro Sánchez Ciruelo. Le seguía mucha gente de la villa, la mayoría gente humilde. Un día llegó el alguacil y lo encarceló sin darle explicaciones. Poco después se supo que dos de las mujeres que lo habían seguido como humildes devotas, y que habían partido solas luego en peregrinación a Jaén, eran dos nobles damas viudas, protegidas por uno de los más reconocidos profesores de la universidad Complutense.

Pedro Sánchez Ciruelo (14651548), teólogo y matemático, fue, según los especialistas, "una singular figura de la lógica y la ciencia de ese período". Fue el primer español que llevó a la imprenta obras de ciencias exactas. Como teólogo escribió la Expositio missalis peregregia, publicada en Alcalá en la imprenta de Miguel de Eguía, pariente de san Francisco Javier, muy amigo de Migo de Loyola. Por lo que es probable que se hayan encontrado maestro y alumno en esa imprenta, entre cuyos trabajos teológicos Suquía encontró profundas coincidencias.

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