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LIBER 88

Escritores y editores intentan cercar a los piratas

Reunión en Liber sobre los nuevos frentes de la lucha contra la reproducción ilegal

Un reprógrafo sin licencia -es decir, un pirata de la edición- se acercó anteayer, atormentado por su mala conciencia, a la caseta de Cedro, la asociación española que intenta regular la reproducción de libros, para informarse de cómo podía entrar en la legalidad. Esta imagen refleja el momento de la reproducción ilegal en España, un tipo de delito que afecta a los protagonistas de la edición hasta el punto de incidir en la creación de nuevos libros. En España ya existe legislación, pero falta su desarrollo. En el Salón Internacional del Libro, Liber 88, que se desarrolla en Barcelona hasta el próximo domingo, se celebra una reunión de la Federación Internacional de Sociedades de Derechos Reprográficos.

"Es posible que el hombre (el pirata con la mala conciencia) se acercara para estudiar al enemigo", concede John Echavarría, director de Cedro, "pero ya es algo que quieran estudiar al enemigo". Cedro es una entidad española de Gestión de Derechos de Autor que fue aprobada el pasado 30 de junio, y que está constituida por uno 1.000 socios, editores y escritores. Entre estos destacan los autores de libros jurídicos, técnicos y de enseñanza, los más afectados por la reproducción ilegal de libros.En la reunión de Liber, representantes de una veintena de países estudian, entre otros asuntos, los nuevos problemas planteados por la electroscopia: la reproducción y manipulación electrónica. Para Álvaro Garzón, experto de la Unesco en derechos de autor, el problema se centra hoy en que existen cada vez más técnicas de reproducción y disminuyen las posibilidades de control.

300.000 millones de copias

Según estudios internacionales, en el mundo se realizan anualmente 300.000 millones de copias de material protegido con derechos de autor, y en Europa se ha calculado que se realizan unas 200 copias por habitante y año, cifras reveladoras de la importancia económica del tráfico. Aunque la proporción es menor para España -esto es, que corresponden menos fotocopias por habitante-, es en cambio mayor la proporción de fotocopia ilegal, y particularmente en lo que se refiere a la fotocopia de libros universitarios, según explica Echavarría.Es evidente que no se puede impedir la reprografía, piensan quienes intentan proteger los derechos de autor, pero lo que se puede hacer es indemnizar a los perjudicados. El método más generalizado en el mundo -y que será puesto en España tan pronto como un decreto desarrolle ciertos aspectos de la ley ya aprobada- es el pago de un canon por parte de los fabricantes de maquinaria reprográfica, o de una licencia para otros supuestos. "No se pretende la ingenuidad de que los estudiantes dejen de hacer fotocopias", dice Echavarría. "Lo que se pretende es que dejen de forrarse quienes hacen las fotocopias sin pagar un duro de derechos de autor, y con el pretexto de la difusión de la cultura". En España se ha producido la paradoja de que, mientras subía la producción editorial en general y se doblaba la población universitaria, bajaba la edición de libros universitarios, particularmente perjudicados por la fotocopia. El problema de la reprografía ilegal tiene también su lado ideológico. Hasta no hace mucho la Unión Soviética, la República Popular China, otros países del bloque del Este no pagaban derechos de autor por la sencilla razón de que no reconocían los derechos internacionales. Según Echavarría, ello ha comenzado ha cambiar al haberse convertido a su vez, particularmente la Unión Soviética, en potencias editoriales a su vez perjudicadas por este trasiego ilegal. Otros países, como la República Dominicana, no reconocen buena parte de la legislación internacional al respecto, con las consecuencias previsibles.

El problema es realmente multinacional. La administración de Estados Unidos, acosada por las quejas de los editores americanos, presionó a Taiwan con amenazas de boicoteo comercial en el caso de que este gobierno no pusiera freno a la piratería editorial casi institucionalizada en un país en el que la unión de piratas -así se les llama internacionalmente, dice Echavarría- es más fuerte que la de editores. La edición pirata procedente de Taiwan y Singapur inunda los países africanos de habla inglesa.

De acuerdo con Álvaro Garzón, el experto de la Unesco asistente a la reunión de Liber, es importante el volumen de reproducción ilegal en América Latina, el territorio que más afecta a la edición española. La demanda educativa en el continente es muy fuerte, no así la producción editorial, y los libros, importados, resultan muy caros al cambio. Las consecuencias son previsibles.

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