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Petición de 15 años para el dueño de un bar que mató a un joven que rompió una copa

El fiscal ha pedido 15 años de reclusión menor para Ildefonso Mariano Fuertes, propietario del bar El Túnel, de Badalona, por haber disparado contra el joven Samuel Soriano tras discutir con él. Los testigos negaron que la víctima llevara algún arma ni que intentara asaltar el local. Según la defensa, el dueño del bar era una persona sometida al terror de ser atracado.

Los testigos presenciales citados coincidieron en afirmar que no vieron que los jóvenes Samuel Soriano y Julio Bolívar llevaran algún cuchillo. Tampoco oyeron que los jóvenes amenazaran con atracar al dueño del establecimiento y, sin embargo, añadieron que se produjo una discusión intranscendente entre los dos clientes y el hostelero a propósito de la rotura de una copa por parte de Soriano.El procesado declaró en el juicio oral que se sintió amenazado por Soriano y Bolívar y que pretendió defenderse con la escopeta. Según la versión del dueño del bar, el arma se le disparó al golpearle la víctima con un taburete. Los clientes citados a declarar manifestaron que en ningún momento observaron que alguien lanzara el taburete, pero sí que Samuel Soriano lo levantó del suelo en actitud amenazante, sin llegar a tirarlo.

El defensor del procesado, Carlos Palomino, pidió para su cliente la libre absolución y, si ello no fuera posible, un año de prisión menor e indemnizar a los familiares de la víctima con un millón de pesetas. El letrado planteó como eximente el arrepentimiento espontáneo y el transtorno mental transitorio que pudo sufrir el dueño del bar, Ildefonso Mariano. La defensa definió al dueño del bar como "una persona constantemente sometida al terror de ser atracado".

La acusación particular, a cargo de Rubén Altieri (en representación de la familia Soriano) intentó desmontar la argumentación de Palomino, como anteriormente lo había hecho el fiscal. Altieri quiso dejar claro que el dueño del local no sólo efectuó un disparo con una escopeta de caza a sabiendas de que ocasionaría la muerte, sino que "ni siquiera intentó socorrer al herido" lo que a su juicio demuestra que no hubo arrepentimiento instantáneo en el acusado.

Altieri intentó probar que el cuchillo y la situación del taburete fueron falseados con posterioridad a los hechos; pero las palabras del Guardia Urbano Jesús Jiménez fueron menos precisas que las formuladas por él mismo ante el juez instructor y recogidas en el sumario en 1987.

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