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La custodia de una hija de desaparecidos argentinos, concedida a sus padres adoptivos

El juez argentino Alejandro Sañudo concedió ayer la custodia de una hija de desaparecidos a sus padres adoptivos.La niña, de 10 años, llamada Juliana por sus actuales tutores, se ha convertido involuntariamente en testigo de la memoria que la sociedad argentina pretendió sepultar bajo las leyes del punto final y de la obediencia debida.

El caso es dolorosamente sencillo y fue común en la dictadura: sus padres, Liliana Sandoval y Pedro Fontana, fueron secuestrados el 1 de julio de 1977 y hoy son dos de los miles de desaparecidos. Nacida en cautiverio, la niña fue entregada por la policía al matrimonio formado por José Treviño y Carmen Rivarola. Un año después, el juez civil Gustavo Mitchell legalizó la adopción.

Los Treviño no actuaron como lo hicieron los miembros de los comandos que se apoderaron de niños como si se tratara de botín de guerra y se los llevaron a Uruguay. Antes al contrario, tras proyectarse La historia oficial -película argentina que trataba en la ficción un caso similar-, los padres adoptivos consultaron en el Banco de Datos Genéticos la identidad de Juliana. Las pruebas demostraron que era hija de los Fontana, y los Treviño tomaron contacto con las Abuelas de Plaza de Mayo, organización a la que pertenecen los abuelos legítimos.

El conflicto entre ambas familias estalló cuando los Fontana reclamaron la devolución de Juliana. El juez Juan Ramos Badilla anuló el fallo anterior que legalizaba la adopción y restituyó la niña al hogar de sus abuelos de sangre. Los Treviño entonces hicieron una denuncia pública de lo que desde ese momento se llamó el caso Juliana, que ocupó los principales espacios de los periódicos, la radio y la televisión.

Desde su casa, los argentinos pudieron ver a la niña asaltada por un reportero de televisión, a los Treviño llorando en otro programa televisivo, y a los Fontana manifesiándose junto a unos 200 militantes de las organizaciones defensoras de los derechos humanos frente al juzgado de Morón, en el Gran Buenos Aires, donde ayer se falló la demanda a favor de los padres adoptivos.

"Diez años de amor"

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En el dictamen se reconoce el vínculo de sangre de los Fontana, pero el juez Sañudo advierte que "los Treviño le dieron a Juliana diez años de amor".Los Fontana presentaron de inmediato un recurso de amparo que el juez desestimó en cinco minutos. Sus abogados van a apelar el fallo ante la Corte Suprema, que considera que la niña ,,aparece como víctima de un delito", y la ley de adopción argentina parte de¡ supuesto de un abandono deliberado por parte de los padres legítimos, que en este caso no se ha producido.

Los psicólogos que tratan a Juliana advierten sobre un posible "brote psicótico" si no se resuelve sobre la verdad y la justicia. La niña pasó más de seis horas en el juzgado aguardando la sentencia. Por fin, agotada, se quedó dormida en brazos de su abuelo consanguíneo.

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