Irene Papas: "El arte no puede ser pobre"
La actriz griega ofreció un recital de canciones en Valencia
Irene Papas cautivó el miércoles al público que asistió en Valencia, dentro de la Trobada de Música del Mediterrani, a su recital de canciones basadas en poetas helénicos. El espectáculo se presentó el año pasado en el Festival de Teatro de Mérida. La actriz griega, con una gran simpatía personal, defiende su oficio, habla con humor de las peripecias de su biografía, describe apasionadamente la situación cultural de su país y propugna las inversiones gubernamentales en materia cultural como una forma de cambiar el mundo.
"Soy cómica", dice Irene Papas con una sonrisa para explicar las bromas, los gestos y la vitalidad con la que responde, en un castellano italianizante, algunas cuestiones sobre su vida. Esta mujer, que no aparenta sus 61 años de edad, es, sin duda, una actriz. Así lo demostró el pasado miércoles en el Palau de la Música de Valencia."No puedo ser fanática ni estar en la política, no soy una heroína", confiesa Irene Papas, que vivió siete años exiliada de su tierra, durante la dictadura de los coroneles. "Carezco del coraje necesario; por eso soy actriz". De hecho, se mueve a placer en la escena, y cuando canta composiciones de Theodorakis, Plesas o Hajidakis, basadas en poemas de Seferis, Karyotakis, Elytis o Kavafis, lo hace desde la visceralidad de una actriz apoyada en esa visión del mundo tan universal y tan griega a la vez. "Seferis es un poeta muy filosófico", explica al público en la presentación de una canción, "pero, como Dante, ha escrito obras de una gran belleza".
"Irene canta de forma tan natural", opina Mimis Plesas, el compositor griego que la acompaña en su recital, "que no necesita demostrar que lo hace bien, porque canta con su alma". Y ella explica que en los años sesenta y setenta los compositores de su país pusieron música a la obra de sus grandes poetas nacionales, "en un momento de esperanza en el futuro". Papas grabó un disco, Odas, con arreglos musicales de Vangelis, a partir de temas de origen popular, que obtuvo un eco importante entre nosotros hace unos años.
Pasión por los clásicos
Famosa por sus interpretaciones en filmes como Zorba el griego, de Cacoyannis; Los cañones de Navarone, de Thompson; Z, de Gavras; Cristo se paró en Éboli y Crónica de una muerte anunciada, de Rosi, o Temporada alta, de Peploe, Papas se apasiona al hablar del teatro y de los clásicos en particular. Describe con entusiasmo su propuesta a los organismos europeos para la realización de ciclos y series televisivas basados en obras de la tragedia clásica. "Un Aristófanes hecho por Fellini quedaría muy bien"."El arte no puede ser pobre" dice. "Para conseguir la excelencia hace falta mucho trabajo de investigación, mucha dedicación, y esto debe pagarse. Los países tienen que saber que no sólo los armamentos y las computadoras pueden cambiar el mundo. Yo estoy a favor de la ciencia, pero el arte, en estos momentos, está retrasado en relación con el desarrollo de la ciencia. No pasa como en la antigua Grecia. Por eso tenemos sentimientos pequeños". Profundiza en sus opiniones sobre algo que demuestra tener muy meditado: "Un país debe promover el arte para el consumo nacional. La calidad no debe ser sólo para los extranjeros. Al mismo tiempo, una nación como Grecia debe exportar, pero sin olvidar que aún tiene un 30% de analfabetos".
"Mi padre era un griego antiguo", explica la actriz, "que amaba a los griegos clásicos. Nos desayunábamos con Aristófanes y yo lo odiaba". Por eso Irene Papas marchó a Hollywood, porque quería ser "una actriz científica". La visión tópica que en la meca del cine tenían de las mujeres europeas -"pensaban que todas debíamos ser unas fuerzas sensuales"-, y su negativa a convertirse en un sex simbol, la condujeron a perder el contrato. Triunfó, a pesar de eso. Y lo hizo sin traicionarse. "Hago un teatro laico, destinado a mucha gente, al espíritu abierto del pueblo que, a diferencia de los críticos, no tiene una visión hecha de antemano".
Irene Papas es un personaje con aquella universalidad de los griegos que rompen fronteras mientras mantienen los pies y la piel pegados a las raíces de su pueblo. Una actriz del teatro y el cine del mundo capaz de improvisar, en uno de los bises solicitados por el público tras su recital, una canción tradicional de su pueblo natal, Chiliomodion, entre Corinto y Micenas, al norte del Peloponeso.
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