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Tribuna:EL COMUNISMO SE RENUEVA
Tribuna
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La visión polaca del Viejo Continente

Vivimos en una época caracterizada por el renacimiento de la identidad europea.En ambos lados del continente se percibe una fuerte tendencia a superar la división de Europa que data de la época de la guerra fría. Compartimos la opinión de que la situación no es normal y que no corresponde a las necesidades y aspiraciones espirituales y materiales de los pueblos y de los seres humanos.

A diferencia de las voces que a veces se dejan escuchar en Occidente, nosotros los polacos estamos convencidos de que la división de Europa es el resultado de la guerra fría, no de las decisiones arbitrarias de las superpotencias tomadas después de la II Guerra Mundial. Es verdad que después de la derrota del nazismo y del III Reich totalitario surgieron, precisamente en Yalta y en Potsdam, las bases democráticas para la unidad europea. Los acuerdos celebrados en dichas ciudades eran testimonios de la convicción de que el principio de colaboración entre las potencias, certificado posteriormente en la Carta de las Naciones Unidas, refleja las posibilidades creadoras de Europa en tanto que un organismo integral.

El desarrollo de lo acontecido después de la II Guerra Mundial, calificado en general como la guerra fría, frustró, por muchos años, esta posibilidad. El nuevo modo de pensar existente en la Unión Soviética, el incremento del papel y del significado de los Estados medianos y pequeños dentro de las relaciones internacionales, las premisas que posibilitan la desmilitarización de las relaciones entre ambas superpotencias, así como la limitación del compromiso de las mismas en los conflictos regionales, abren hoy nuevas perspectivas para Europa y para el mundo. Pasados 45 años desde el cataclismo de la guerra, los polacos, que viven en el corazón propio del continente, consideran que el problema principal consiste no en superar los acuerdos de Yalta y de Potsdam, sino en buscar los caminos y mecanismos que permitan impulsar la convivencia entre el Este y el Oeste.

Una casa común

Según nuestra opinión, hay tres factores que determinan la posibilidad de construir una sólida casa común europea:1. Eliminar de una vez y para siempre el peligro de una guerra nuclear o convencional, ya sea de alcance regional o de alcance local. Establecer la estabilidad militar en Europa en un nivel lo más bajo posible.

2. Desarrollar un sistema democrático y equitativo de colaboración europea a fin de posibilitar el acercamiento de los Estados, pueblos y seres humanos y liquidar las crecientes desigualdades económicas y tecnológicas. Queramos o no, las diferencias tecnológicas existentes hoy en el mundo tienen que desembocar inminentemente en una destrucción de la unidad europea en el sentido cultural y de la civilización. Las consecuencias de ello pueden resultar irreparables.

3. La necesidad de emprender, con la colaboración de los 35 Estados participantes en la CSCE (Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, medidas tendentes a hacer frente a los retos de la civilización. Tales como, por ejemplo, la protección del medio ambiente natural, la protección de la salud, el enriquecimiento del ambiente espiritual del ser humano a la limitación de crecientes problemas existentes entre el Norte y el Sur.

Actualmente disponemos de un buen instrumento que nos permite responder a estos retos. Me refiero al proceso iniciado en Helsinki en 1975.

El Acta Final de la CSCE estableció los objetivos y los modelos de convivencia comunes a todos y determinó las actitudes que deben ser adoptadas en el foro internacional. Propuso también los medios y métodos de colaboración.

Proceso paneuropeo

En el marco del encuentro de Viena se perfilan las perspectivas de reforzar dos pilares de este proceso paneuropeo que son la seguridad militar y los derechos humanos y cuestiones humanas. Al primero de ellos Polonia contribuye mediante sus propuestas, planteadas independientemente o junto con sus aliados, sobre el plan para la disminución de armamentos y la intensificación de la confianza en la Europa central. Al mismo tiempo reforzamos el segundo, ya que nos pronunciamos constantemente a favor de los mecanismos de colaboración y consulta en el dominio de la dimensión humana de la CSCE, y proponiendo la organización de un seminario dedicado a la protección y desarrollo del patrimonio cultural paneuropeo. Esta última proposición se ha ganado muchos partidarios, entre ellos España.No obstante, estos dos pilares no son suficientes para sostener el fundamento de nuestra casa común, porque es necesario complementarlos con el tercero, que es la colaboración económica y científico-técnica.

Lamentablemente, ni las negociaciones de Viena ni los trabajos de la Comisión Económica Europea de las Naciones Unidas traen pruebas palpables de un deseo de los Estados occidentales de comprometerse más profunda y concretamente en esta cuestión.

Esta situación es el objeto de nuestra preocupación profunda, y por ello precisamente llamamos a nuestros socios occidentales a comprometerse más activamente en la obra de mejorar las relaciones económicas y tecnológicas entre el Este y el Oeste. Este es el camino principal conductor a la unidad europea.

La nueva realidad requiere la adopción de un nuevo modo de pensar, la superación de los estereotipos existentes hasta la fecha y la valentía en el establecimiento de las metas, medidas y medios de su realización. Solamente juntos podemos restablecer la unidad de Europa y hacer de nuestro continente un centro en el que nazcan posturas nuevas frente a la solución de los problemas básicos que se plantean ante nuestra civilización.

Marian Orzechowski es ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular de Polonia.

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