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LA SALIDA DEL EJÉRCITO ROJO

Moscú inicia su 'cuenta atrás" en Afganistán

Pilar Bonet

Una unidad motorizada de tiradores, de unos 1.200 hombres, inició ayer en la ciudad de Jalalabad la retirada de las tropas soviéticas que combaten en Afganistán desde finales de diciembre de 1979. La vuelta a casa del contingente militar, estimado en unos 115.000 hombres por medios occidentales, no es "un desfile de gala", según aseguraba ayer un reportaje de la televisión soviética desde Jalalabad. El primer convoy de tropas que abandonó esta localidad, en la frontera occidental con Pakistán, cerca del paso de Kiber, llegó a Kabul ayer tras una jornada de ocho horas a través de 140 kilómetros de montañas plagadas de guerrilleros.

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Un grupo de 20 corresponsales extranjeros fue llevado en el centro de la columna formada por 300 vehículos blindados y carros de combate. Helen Womack, de la agencia Reuter, informaba que los soldados fueron despedidos con flores y terrones de barro, simultáneamente, por la multitud en Jalalabad. Esta base será completamente evacuada en dos semanas antes del inicio de la cumbre soviético-norteamericana en Moscú. La televisión soviética ha mostrado diversas imágenes de la transferencia de instalaciones civiles, industriales y sanitarias del Ejército soviético al afgano.El camino a casa, que se iniciaba en Jalalabad, ha sido cuidadosamente estudiado, según la televisión soviética, que informó de un fuerte incremento de las actividades bélicas de la guerrilla en los últimos días. En el telediario nocturno se informó de que la guerrilla intentó atacar en tres ocasiones la columna de carros de combate que salió de Jalalalabad. Las imagenes ofrecidas no eran nada triunfalistas.

Las tropas ayer evacuadas deben llegar hoy a la frontera soviética del Norte tras una marcha de 600 kilómetros desde Kabul. La televisión aseguraba que los soldados soviéticos en Afganistan miran "con envidia" las primeras columnas de repatriados. Un mensaje del Comité Central del Partido Comunista a los "sol dados internacionalistas" fue leí do ayer en un acto solemne de despedida en Kabul, en las inmediaciones del lugar donde un, camión bomba había matado a 16 personas y herido a otras 13 el día anterior. Los soldados fueron invitados a dedicar su energía a la perestroika y a la "renovación del socialismo" en la URSS. "Sobre vuestras espaldas quedan días de duras pruebas", señalaba el mensaje.

La salida de las tropas soviéticas pone en cuestión el mantenimiento del régimen de Najibulá. Éste reiteró su llamamiento a la "reconciliación nacional" y ofreció puestos a la oposición en el Gobierno con la condición de que depusieran las armas. También anuncié el comienzo de las sesiones del Parlamento dentro de 10 días y la creación de una "representación del Consejo de Ministros para el Norte", según la agencia soviética Tass. Najibulá negó la existencia de proyectos de dividir el país y trasladar el Gobierno a la zona del Norte. Una afirmación realizada ayer por la televisión soviética, según la cual en Occidente existen planes para fraccionar Afganistán, llamó ayer la atención de observadores políticos en Moscú.

Cumplir los compromisos

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Un comunicado emitido ayer por Afganistán y la URSS advertía contra la continuación de la ayuda extranjera a la guerrilla afigana. El texto, difundido por Tass, decía que la URSS cumplirá sus compromisos y retirará a sus tropas en nueve meses. Para el 15 de agosto se retirará la mitad de las tropas. El comunicado exigía, en una clara alusión a Pakistán, la liquidación de la "base material" utilizada actualmente para la injerencia exterior. El texto sefialaba que la retirada de las tropas soviéticas muestra él carácter "absurdo" de las acusaciones sobre los "fines expansionistas" de Moscú en su camino hacia los «mares cálidos" a través de Afganistán.El ministro de Exteriores de Pakistán, Zain Nurani, llegó ayer a Moscú invitado por el Gobierno soviético, según informó la agencia Tass. Nurani es el funcionario paquistaní de más alto rango que visita la URSS tras los acuerdos de Ginebra, que, prevén también el regreso a Afganistán de los tres millones de refugiados que hay en Pakistán.

Najibulá y el jefe del Gobierno, sultán Alí Keshtmand, enviaron un telegrama al Kremlin en el que expresaban su esperanza de que el cumplimiento de los acuerdos de Ginebra produzca el "cese de la injerencia exterior en los asuntos internos de Afganistán y la solución de los aspectos externos del problema afgano".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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