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Lima, una en estado de asedio

Juan Arias

, Mientras 130 periodistas nacionales e internacionales han firmado una protesta oficial por el excesivo control policial, que en muchos casos ha dificultado gravemente su trabajo informativo durante esta visita papal, ayer llegaron noticias de que el Papa va a encontrar en Lima, capital de Perú, una ciudad en estado de asedio. Lo cierto es que gracias a los movimientos terroristas -que en estos días, con mucha mayor virulencia que en la anterior visita del Papa a aquella ciudad, en febrero de 1985, están haciendo notar desesperadamente su existencia- dicha visita, que debía ser sólo marginal en este viaje, se ha colocado en el primer plano de la atención.

Ha sido la primera vez que en un viaje papal se ha lanzado una bomba contra el hotel donde desde esta madrugada se alojarán los periodistas de la comitiva papal. Aunque se ha tratado de un artefacto casero que produjo sólo daños materiales, el gesto no deja de ser emblemático. La bomba fue lanzada por un grupo de unas 100 personas que en la noche habían recorrido las calles de la ciudad lanzando consignas revolucionarias de Sendero Luminoso. Se ha tratado del quinto atentado llevado a cabo en Lima por dichos grupos terroristas en las últimas 24 horas. Al mismo tiempo, un grupo de Sendero Luminoso había entrado días atrás en el seminario donde Juan Pablo II deberá encontrarse en Lima con el mundo le la política y de la cultura, haciendo proclamas revolucionarias mientras se estaba celebrando una misa.

Los senderistas perpetraron el más grave atentado de as últimas horas al atacar con bombas, lanzagranadas y dinamita, en pleno centro de la ciudad, a un autobús de la 3uardia Republicana que transportaba a 70 policías, infórma desde Lima Ana Murillo. El vehículo quedó destruido, y de los 16 heridos producidos hay dos agentes en estado grave.

En los ambientes vaticanos que viajan con el Papa no se quiere, sin embargo, dramatizar y se achacan dichas acciones terroristas, que han provocado ya en los últimos años 120 muertos, a un deseo le protagonismo publicitario que quiere aprovechar la visita del Papa, sabiendo que atrae la atención de la Prensa, radio y televisión mundiales.

Para proteger al Pontífice han sido destacadas, entre policías, militares y seglares, 2.000 personas, por lo que se eme que esta vez le será más difícil romper el protocolo para acercarse a la gente, en una ciudad como Lima, con seis millones de habitantes, y considerada como una de las más peligrosas y violentas de este continente.

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