'Compas', esto no va
Las reformas económicas en Nicaragua avivan la contestación al sandinismo
El desgaste social producido por la guerra y la mala gestión del Estado hicieron que un buen día del pasado mes de febrero el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, sacara del cajón el proyecto de reforma económica y administrativa que desde 1985 guardaba en secreto la dirección del Frente Sandinista. Hasta entonces no se habían atrevido a ejecutar este proyecto por el coste político que supone. La crisis de la economía hizo imposible la espera y la expectativa de firmar la paz con las fuerzas rebeldes fue un factor que coadyuvó a que todo se pusiera en marcha.
Dos meses después de la conmoción que supuso la introducción del nuevo córdoba, la nueva moneda nicaragüense, y apenas transcurridas dos semanas desde el inicio de la reforma económica y administrativa, se han comenzado a dejar sentir esos costes políticos. La reducción de funcionarios públicos, por la fusión de unos ministerios y por la desaparición de otros, ha creado ya más desorden e incertidumbre de lo que los sandinistas esperaban.La cúpula del derechista Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), que agrupa a los empresarios más fuertes del país, califica de fracasada la reforma monetaria y cuestiona, incluso, la viabilidad de lo que el Gobierno ha bautizado como "compactación" (la fusión y desaparición de organismos públicos). La Cosep critíca a los sandinistas porque "lo que ahorran de un lado, suprimiendo funcionarios, lo invierten en militarizar más aún al país". Los gastos de defensa equivalieron el año pasado a un 58% del presupuesto nacional, por un 26% destinado a los capítulos de salud y educación. El Gobierno confía en que, si se firma la paz con la contra, las necesidades militares se reduzcan y ello permita destinar el dinero a inversiones productivas.
Desconfianza
El problema de fondo no es otro que la desconfianza de los empresarios en la sinceridad de sus gobernantes y en su capacidad de gestión. "La situación nicaragüense es como una representación de ópera, en la que ahora se decide cambiar de escenario, pero los actores son siempre los mismos e igual de malos", señala un dirigente de la Cosep. Un documento que circuló hace unos días por algunos medios de Managua, atribuido a una reunión de trabajo de la dirección sandinista, en el pasado mes de enero, aunque el Gobierno ha desmentido su autenticidad, afirma que, "dada la evidente incapacidad del Estado para asumir las funciones productivas en las circunstancias actuales, es necesario restablecer la confianza de los productores privados que permanecen en el país e incluso halagar las ambiciones de algunos que están en el extranjero para obtener la reactivación de sus empresas y un aumento de la producción".
"Con nosotros, que no cuenten", afirma tajante Emilio Cuadra, vicepresidente de la Cosep. El Gobierno, sin embargo, alienta la esperanza de que la reciente constitución de un círculo de empresarios para estudiar y promover fórmulas de solución facilite una comunicación menos beligerante con los hombres de empresa.
"Aquí la gente no compra porque no tiene dinero y no siempre se puede comer", manifiesta un comerciante al opinar sobre la reforma monetaria decretada el pasado 15 de febrero para controlar la inflación, reducir el gasto público e incrementar las exportaciones. La vieja moneda fue reemplazada por el nuevo córdoba, cuya paridad oficial se fijó en 10 nuevos córdobas por dólar, con una devaluación del 1.000%.
Devaluación
La medida ha sido criticada por muchos economistas privados, que subrayan que la depreciación real frente a la moneda norteamericana ha sido de más del 3.000%, si se tiene en cuenta su verdadero valor en el mercado paralelo. Todo ello ha provocado una grave merma para el poder adquisitivo de los nicaragüenses y un mayor empobrecimiento, a pesar de que la medida fue acompañada de un incremento de salarios para paliar los efectos de la subida de los precios de una cesta de 33 productos básicos.
El ajuste oficial no ha podido detener la subida del dólar en el mercado negro. Así, de 60 nuevos córdobas que se tasaba hace tres semanas, pasó a más de 85 esta última semana. El propio Banco Central de Nicaragua se vio obligado a efectuar una nueva devaluación de un 10% el pasado lunes.
El Gobierno no descarta nuevas devaluaciones periódicas que se adecuen a la realidad e impidan que la tasa de cambio se quede aún más rezagada con respecto a la inflación. En 1987, ésta fue de un 1.500%, según estadísticas oficiales, aunque economistas independientes la fijan en tomo al 3.000%. La falta de dinero fresco que permita financiar la producción y controlar una deuda externa que se sitúa en torno a los 7.000 millones de dólares, y la más que remota posibilidad de que Estados Unidos levante el próximo 1 de mayo el embargo comercial que desde 1985 pesa como una losa sobre el pueblo nicaragüense, no presagian de momento que las espinas se conviertan en rosas.
Las esperanzas de Managua están en poder firmar la paz cuanto antes y en que la Comunidad Europea se vuelque en la tarea de reconstrucción de un país que dispone de recursos naturales y población suficiente para salir del atolladero.
El otro eje del golpe de timón que los sandinistas no han tenido más remedio que dar es la llamada "compactación" de las estructuras del Estado para reducir el gasto público del 46% al 35%. La tarea es faraónica, y afecta nada menos que a 22.000 funcionarios públicos, que han recibido la oferta de ser trasladados de las oficinas de Managua a cooperativas agrícolas, en otras regiones, para impulsar la producción agropecuaria. Los que no acepten esta propuesta serán despedidos, tras haber recibido el ciento por ciento de su salario en el primer mes y un 75% en el segundo. No pocos ven harto difícil que las arcas del Estado puedan afrontar con garantías esas subvenciones de desempleo.
Crecen las protestas
Allí donde ha comenzado a aplicarse la medida ha habido traumas, y la protesta se ha escuchado. Algunos de los afectados denuncian que las listas están siendo confeccionadas en función de intereses partidistas. El bisturí era inevitable, si realmente se quería racionalizar el aparato administrativo, donde el burocratismo ha extendido todos los tentáculos clásicos de un sistema dirigido; pero los sandinistas son conscientes de que esta acción agravará el índice de desempleo, que alcanza ya un 25%.
Con la reforma de la Administración han desaparecido de momento nueve ministerios, eliminándolos sencillamente o refundiéndolos con otros convertidos en macrodepartamentos, como son el de Industria y Comercio, cuyo responsable, el comandante Luis Carrión, pasa por ser el cerebro de la reforma junto a Dionisio Marengo, que deja el Gobierno para ocupar la importante Secretaría de Agitación y Propaganda del Frente Sandinista, con el fin de detener la preocupante erosión que sufre el partido.
El popular padre Ernesto Cardenal ha sido sacrificado en esta reforma, al desaparecer el Ministerio de Cultura, absorbido por el de Educación, a cuyo frente continuará su hermano, el padre Fernando Cardenal. La salida de Ernesto, al que se le ha dado la honorífica presidencia del Consejo Nacional de Cultura, no responde a ninguna presión vaticana, aseguran tanto portavoces oficiales como observadores extranjeros. El veterano poeta trapense había hecho saber en repetidas ocasiones su deseo de abandonar el Gobierno.
Tras su retirada quedan aún dos religiosos en el Ejecutivo: el canciller Miguel d'Escotto y el ministro de Educación, Femando Cardenal, suspendidos por el Papa de sus tareas sacerdotales.
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