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La reforma del impuesto sobre el patrimonio desaparece de las prioridades legislativas

La reforma del impuesto sobre el patrimonio anunciada por los sucesivos Gobiernos desde que este tributo fue implantado con carácter extraordinario y transitorio en 1977, ha desaparecido de las prioridades legislativas del Ministerio de Economía y Hacienda. Los últimos proyectos eludían los objetivos recaudatorios, pero resaltaban la necesidad de potenciar este impuesto para obtener mejores "fotografías" de la capacidad económica de los contribuyentes.

España es uno de los países donde este instrumento de control de las rentas tiene menor importancia, pese al aumento del número de supermillonarios. En 1981, por ejemplo, sólo tres personas declararon poseer más de 2.500 millones de pesetas de patrimonio neto, mientras que en la actualidad se aproximan al centenar. Fuentes oficiales del Ministerio de Economía y Hacienda han revelado que la reforma del impuesto sobre el patrimonio ya no figura entre las prioridades legislativas del departamento que dirige Carlos Solchaga. Estas se centran, por lo que respecta al presente año, en que las Cortes aprueben los proyectos de financiación de las haciendas locales y de tasas y precios públicos.En los 10 años que han transcurrido desde la introducción de este impuesto en España -hay precedentes de la imposición patrimonial desde 1202 en la -corona castellano-leonesa, aunque el tributo no adquirió trascendencia hasta la ley de medidas urgentes de reforma fiscal de 1977, limitándose los cambios posteriores a elevar el límite de gravamen-, hacendistas y gobernantes han reiterado que el tributo era necesario como instrumento de control y complemento del impuesto sobre la renta.

Instrumento de control

Todavía el anterior ministro de Economía, Miguel Boyer, señalaba poco antes de cesar que se introducirían "diversos ajustes", no por afanes recaudatorios, sino con el objetivo de obtener mejores "flatografias" de los contribuyentes para hacer más dificil la evasión en el impuesto sobre la renta. La última memoria de la Administración tributaria calificaba al impuesto sobre el patrimonio como «un eficaz instrumento en el control de rentas".

Durante este tiempo, Espafía ha sido uno de los países occidentales donde el impuesto sobre el patrimonio neto ha te nido menor importancia: empe zó representando un 0,08% del producto interior bruto (PIB) y en la mayoría de los años tal porcentaje disminuyó. En el conjunto de la OCDE, aun cuando hay algunas naciones que carecen de dicho tributo, representaba en 1978 el 0,24% y aunque ha perdido alguna centésimas sigue algo por enci ma del 0,2%. Ya dentro de la Comunidad Europea (CE), se ha mantenido en el 0,23%, aunque se registra una tendencia a disminuir el conjunto de la fiscalidad patrimonial (patrimonio neto, sucesiones y donaciones, propiedad inmobiliaria, transacciones patrimoniales y otros); aquélla era en 1978 del 2,02% del PIB y ahora anda en tomo al 1,8%, mientras que en España alcanzó un máximo del 1,18% del producto interior bruto y desde entonces no ha dejado de disminuir, hasta entrar en miveles inferiores al 1%.

Entre los argumentos que se citan oficiosamente en Hacienda sobre el olvido de la reforma del impuesto sobre el patrimonio figura que la gestión y recaudación del tributo están cedidas a las autonomías y que la necesidad de control de los contribuyentes ha sido satisfecha en gran medida por la implantación del impuesto sobre el valor añadido. El pasado año ,la Hacienda central, que ahora sólo recauda una tercera parte del impuesto sobre el patrimonio -Cataluña y el País Vasco son los principales beneficiarios autonómicos de la cesión-, ingresé por este concepto 12.131 millones de pesetas, un 34% más que en el ejercicio anterior.

Sin embargo, las últimas corrientes de pensamiento entre los hacendistas extranjeros y nacionales tratan de recuperar los impuestos sobre el patrimonio y sobre las sucesiones y donaciones para cumplir objetivos de redis tribución de renta por el lado del ingreso.

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