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CRISIS EN EL PAÍS DEL CANAL

Noriega acepta la mediación de la Iglesia católica para evitar la invasión de Estados Unidos

Antonio Caño

El Gobierno panameño aceptó ayer la mediación de la Iglesia católica, concretamente la del arzobispo de Panama Marcos McGrath, para poner en marcha un diálogo con la oposición que evite la intervención militar de Estados Unidos. La oposición al régimen del general Noriega fracasó en su intento de celebrar dos manifestaciones durante la tarde de ayer, una de ellas en la zona del Canal, coincidiendo con la llegada de los primeros efectivos de los 1.300 soldados norteamericanos oficialmente destinados a la protección de los ciudadanos de EE UU que viven en Panamá

El arzobispado de Panamá hizo público anoche un comunicado en el que anunciaba que el Gobierno le ha transmitido la aceptación del papel mediador de McGrath, propuesto por el presidente del Gobierno español, Felipe González y otros políticos latinoamericanos y europeos. La Iglesia ha anunciado que inmediatamente iniciará los contactos con ambas partes en busca de una solución a la crisis panameña. McGrath declaró el pasado lunes a este periódico que el diálogo debería concretarse en el como y el Cuando de la salida del general Manuel Antonio Noriega de la comandancia de las Fuerzas de Defensa.Pese a las acusaciones que la Prensa del régimen ha venido haciendo en los últimos días contra McGrath, el Gobierno busca ahora un acuerdo con la Iglesia ante lo que considera un serio peligro de intervención militar norteamericana. Al mismo tiempo, las autoridades mantienen la amenaza de radicalizar su orientación política.Formación militar

En el complejo deportivo Omar Torrijos, miembros de las Fuerzas de Defensa han comenzado a entrenar esta semana a grupos de jóvenes estudiantes que quieren recibir formación, militar para hacer frente a una eventual invasión. Los 300 integrantes de un comando denominado San Miguel Arcángel explicaron en la noche del lunes a los periodistas, en el popular barrio de San Miguelito, que nadie les ha pagado ni les ha presionado para que participen en ese entrenamiento.

La radio nacional anunció ayer también la constitución en la provincia de Chiriquí de un comando de 900 personas que están recibiendo "preparación para la lucha guerrillera y supervivencia en la jungla".

En los alrededores de la zona del canal han aparecido en los últimos días pintadas en español y en inglés que advierten: "Yanqui visto, yanqui muerto".La insistente propaganda del Gobierno y los rumores sobre planes norteamericanos para secuestrar al general Manuel Antonio Noriega, o desarrollar alguna otra acción militar en Panamá, han revitalizado los dormidos sentimientos nacionalistas entre algunos sectores de la población, fundamentalmente en los barrios más pobres de la capital y en algunas partes del interior del país.

Esto no oculta el hecho de que otro importante grupo de panameños, sobre todo entre la clase media y la clase alta -paranoicamente convencida de que está viviendo en un país comunista-, pero también sectores populares desesperados por la creciente pobreza, se pronuncien abiertamente a favor de que entren los gringos". Dirigentes y seguidores de la Cruzada Civilista confiesan en privado su frustración porque "los gringos hablan mucho, pero no hacen nada".

Algún tipo de mensaje subli minal supone, en este sentido, el hecho de que la oposición haya decidido poner esta semana toda la carne en el asador coincidiendo con la Regada de nue vas tropas norteamericanas.

El punto sensible

Para la tarde de ayer estaban previstas dos manifestaciones que fracasaron; una por la libe ración del dirigente de la Cruzada Civilista, Carlos Ernesto de la Lastra, detenido la pasada se mana durante la ocupación milí tar de un hotel; y otra de trabajadores de la zona del canal ante las oficinas de la administración del paso interoceánico. Tocar el canal equivale a tocar el punto más sensible de EE UU en Pa namá, el punto que, de acuerdo a los tratados Torrijos-Carter, podría justificar jurídicamente una intervención militar norteamericana.

En contra de la oposición juega esta semana el hecho de que una gran parte del comercio ha decidido abrir sus puertas, pese al mantenimiento de la convocatoria de huelga indefinida. La avenida Central, la principal arteria comercial de la capital, se asemejó ayer durante unas horas al hervidero de los buenos tiempos. Otros negocios del resto de la ciudad apenas tuvieron, sin embargo, ninguna clientela.

Un mes después de que Estados Unidos bloquease los fondos panameños y de que los bancos suspendiesen sus actividades, resulta un milagro que alguien tenga todavía un dólar en este país, sometido a un curioso experimento de supervivencia en una economía sin dinero.

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