Reagan vuelve a la 'política del garrote' con Managua
WashingtonTres mil doscientos soldados norteamericanos, pertenecientes a unidades de combate, con la cara tiznada, fueron aerotransportados ayer a Honduras para contrarrestar una supuesta invasión de ese país por Nicaragua y apuntalar la fallida política de Estados Unidos en Centroamérica, después de que el Congreso rechazase la nueva ayuda para los contra solicitada por Ronald Reagan. El envío de los soldados distrae también a la opinión pública del procesamiento de los ex colaboradores del presidente, Oliver North y John Poindexter, por el desvío ilegal de fondos a los antisandinistas. La Administración justificó esta demostración de la política del garrote por una tardía y dudosa petición de ayuda del presidente hondureño, José Azcona.
El Congreso recibió ayer con escepticismo y acusaciones de "invención" y "exageración" el envío a Honduras de cuatro batallones de infantería ligera de la 82 División Aerotransportada y de la Séptima División de Infantería. Reagan había firmado la orden de utilizar tropas a las once de la mañana del miércoles, pero hasta las siete de la tarde no se recibió en la Casa Blanca el SOS de Azcona, que fue presionado -como en ocasiones anteriores- por el embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa.Ayer por la mañana, cuando 26 aviones de transporte C-141 realizaban el vuelo de tres horas desde Fort Bragg hasta la base de Palmerola, el embajador de Honduras en Washington, Roberto Martínez, declaraba que su país sólo quería ayuda diplomática y no militar. Pero la Administración de Reagan, utilizando el pretexto, real, de una fuerte ofensiva sandinista para apoderarse de los depósitos de armas y munición de la contra en el interior de Honduras junto a la frontera con Nicaragua, con persecución en caliente dentro de territorio hondureño, se inventó la invasión nicaragüense que piensa utilizar para solicitar al Congreso nueva ayuda militar para los antisandinistas."Peligro auténtico"
"Existe un peligro auténtico para nuestra seguridad nacional", afirmó ayer el secretario de Estado, George Shultz, al explicar al Congreso la intervención militar norteamericana en Honduras, donde ya Estados Unidos tiene 3.000 miembros de la Guardia Nacional y la Reserva. La invasión, llevada a cabo, según Washington, por entre 1.500 y 2.000 soldados sandinistas apoyados por artillería y bombardeos de aviación y helicópteros, no ha sido confirmada por ninguna fuente independiente, y sólo está basada en informes de los contras y de la CIA.
Ayer no había llegado aún ningún periodista a la zona fronteriza. La Casa Blanca, dramatizando la -situación, convocó a la Prensa en la noche del miércoles -cuatro de la madrugada del jueves en España- para anunciar que se trataba de una "respuesta mesurada para demostrar nuestro apoyo al Gobierno de Honduras cuando su integridad territorial ha sido violada por el Ejército sandinista, apoyado por los cubanos y los soviéticos". La intervención de EE UU se ha producido después de que los presidentes de Honduras, José Azcona, y de Nicaragua, Daniel Ortega, acordaran una solución diplomática a la crisis.
Sé trata de un "despliegue de emergencia", y las tropas estadounidenses estarán basadas, por tiempo indeterminado, a 200 kilómetros de la frontera con Nicaragua, junto a Tegucigalpa, y no entrarán en combate. Son unidades de infantería ligera y no están apoyadas por artillería. Es una demostración de "la política de la cañonera sin cañonera", comento ayer una cadena nacional de televisión. Es un mensaje de Reagan de que no abandona a los contras, que estaban dispuestos a aceptar una "retirada estratégica" y una rendición práctica en las conversaciones de cese el fuego del próximo lunes en Nicaragua.La Administración de Reagan justifica su decisión en el Tratado de Defensa Hemisférica de Río y en las cartas de la OEA y la ONU, ante la amenaza a la soberanía hondureña y a la seguridad colectiva, y en la petición, obtenida con forceps, del presidente Azcona.
Shultz calificó la ofensiva sandinista de "serio golpe al proceso de paz", y culpó de la misma al Congreso por haber negado la ayuda a la contra. La Administración pidió ayer a los rebeldes que no se rindan en las previstas negociaciones del lunes, a las que Washington hubiera preferido que no acudieran.El Congreso, engañado
Pero los antisandinistas, que, por boca de su líder Adolfo Calero, han dicho que EE UU es un aliado menos fiable que la Unión Soviética, están en una situación militar y moral desesperadas. En plena campaña electoral y con los procesamientos de la banda de Oliver North, consideran imposible que el Congreso vaya a aprobar nueva ayuda.
Los líderes del Congreso fueron engañados el miércoles por la Administración, que les dijo, a media tarde, que no habría una respuesta militar norteamericana.
En 1986 y 1987, Washington ya anuncié "invasiones" e "incursiones" en Honduras, utilizando el pretexto de petición de ayuda de Azcona para enviar 20 millones de dólares de ayuda militar y reforzar el dispositivo estadounidense en ese país, que fue empleado para aerotransportar a soldados hondureños a la frontera con Nicaragua.
Varios congresistas demócratas denunciaron ayer que Reagan trata de descarrilar el plan de paz del presidente Arias y sabotear las conversaciones para el cese el fuego entre sandinistas y contras, y advirtieron del peligro de una implicación militar en Centroamérica, recordando lo ocurrido en Vietnam.
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