Drama de la pobreza

Fango es una breve obra de la pobreza, y sobre todo de la indigencia mental. Dos hombres y una mujer, analfabetos prácticos, conviven: uno de los hombres es un prostático retrasado mental, el otro queda paralítico, y viven del trabajo y de la domesticidad de ella: cuando quiere huir, uno de ellos -el prostático- la mata de un escopetazo. Como todo pasa en muy poco tiempo, las condiciones de truculencia se acentúan. La autora es María Irene Fornés, una cubana de 58 años que vive en Estados Unidos y es de expresión inglesa: ha escrito mucho, y ha tenido premios y estrenos off-off Broadway. Dice de su obra que no es feminista en el sentido de que dos hombres explotan a una mujer, sino en que ésta tiene un comportamiento machista y, aún más allá, se trata sobre todo de la historia de una persona que se abre hacia la luz del conocimiento y que trata de ir hacia ella a toda costa.Lo que se ve en este escenario -renovado, y en busca de un repertorio distinto- es una dureza de relaciones entre tres personajes profundamente desdichados y sin salida en la vida, y un pretexto para que los actores del grupo Espacio Cero, tan acreditado y tan solvente en este teatro marginal, demuestren su capacidad, que es mucha. La dureza al mismo tiempo compasiva que representa Aurora Montero, la desgracia y la brutalidad inútil del tipo de Pepo Oliva o el de Chete Lera, a medio camino en esta vía y finalmente frustrado, dan este sentido de drama negro a la obra. La dirección de María Ruiz acude también a estos mismos objetivos. Le falta fluidez para ligar las escenas sueltas con que se construye la obra, y los oscuros cortan el ritmo; de otra forma, la duración actual -unos tres cuartos de hora- se vería más reducida. Lo compensa con las escenas de movimiento y con el juego de cada uno de los personajes en tomo a los otros, que dan la sensación de la tragedia cerrada. El público del viernes por la tarde acogió la obra con aplausos muy repetidos.