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En busca de la obra detestable

Cindy Sherman expone sus fotos en Madrid

Cindy Sherman tiene realmente el aspecto de la cera virgen. La apariencia, casi siempre grotesca, de los personajes en los que se convierte no coincide en absoluto con la de esta mujer de facciones finas y armoniosas. Un rostro a la vez insignificante y cargado, como un lienzo en blanco.Cindy Sherman hace fotografías, pero no se considera una fotógrafa. Su obra empieza con el juego casi infantil de los disfraces ante el espejo. "No tomo fotografías, disparo para intentar nuevas proposiciones, nuevos disfraces, atmósferas, escenografías", dice.

"Escojo algo que me atrae en el momento entre el material que suelo tener disperso en mi estudio. Si elíjo, por ejemplo, unos guijarros, los esparzo por el suelo, posiblemente decida después qué ángulo utilizar. Generalmente decido en base a las ideas que no haya desarrollado aún en mi trabajo. Una vez decidida la composición, me concentro en el personaje que voy a proyectar. Si tengo algún vestido que haya comprado hace poco o algún traje que no haya utilizado todavía, me paso un buen rato frente al espejo hasta que descubro al personaje. Tengo una cabeza de maniquí que uso para probar en qué posición lía a ir el personaje en la imagen y que me ayuda también en la iluminación. Es como un ritual que tiene mucho más que ver con el juego que con el trabajo. Tengo música puesta muy alta y me interrumpen con frecuencia, pero procuro que no sea así " Cuando sé que no tengo el tiempo totalmente libre, muchas horas, no puedo ponerme a trabajar".

El sentido del juego llega a ser más importante para ella que el concepto que proyecta en la imagen, más importante que la intención que se interpreta después en cada uno de sus trabajos. "Tengo que disfrutar lo que hago y he dejado derivar este juego íntimo, mi placer personal, en algo que finalmente se ha convertido en mi forma de supervivencia. Me siento afortunada por ello, aunque no dejo de sentir la angustia de pensar que un día todo esto pueda acabar y que mi trabajo deje de interesar".

"No pienso que el utilizarme para mi trabajo me desgaste con respecto a la imagen que tengo de mí misma. Lo que podría temer es sólo el quedarine un día sin ideas. No me siento atada personalmente a ninguno de los personajes que interpreto en mis obras, pero dejo de lado una idea si pienso que me estoy repitiendo en relación a otra imagen que he creado antes".

Viene trabajando en este proyecto desde hace 10 años. Sus primeras imágenes en blanco y negro eran como fotogramas deliberadamente aislados e imperfectos de películas de los años cincuenta. En 1980 empieza a trabajar en color y presenta grandes ampliaciones de situaciones fantásticas cercanas al cine de terror y la ficción científica.

"En respuesta a algunas críticas o ideas que se han expresado con respecto a la definición sexual de mis personajes, he preferido darles un aire más andrógino hasta el punto de que no se pueda distinguir en ocasiones lo masculino de lo femenino. También les quiero dar un aire vicioso. Aquellas que representan obviamente a mujeres son siempre desafiantes, fuertes, poderosas".

"En cuanto a lo que se ha escrito sobre mi obra, a las interpretaciones que se le han dado, procuro leer seriamente todo lo que se escribe. No puedo dejar de pensar, por un lado, que las críticas muy negativas posiblemente estén hechas por personas con una perspectiva muy estrecha. No me molesta, pero hay muchas ocasiones en que no llego a comprender del todo las interpretaciones que se le dan a mi obra. No me siento, por ejemplo, como una desconstructora del sí mismo cuando juego disfrazada ante el espejo. Yo hago lo que hago y después vienen todas estas teorías, y pienso, bueno, esto no está mal, suena interesante. Sobre todo, los comentarios me ayudan a pensar lo que quiero hacer la próxima vez y lo que no quiero hacer. En reacción a todas las buenas críticas que recibí es que empecé esta nueva serie en mi trabajo. Todos estos trabajos desagradables, con vómitos y sangre, han surgido como respuesta a toda esa buena crítica".

"Quería ponérselo difícil a la gente que deseaba disfrutar con mi trabajo, saber si era capaz de hacer una obra que el público odiara. Afortunadamente lo he logrado en ciertos casos y he tenido peores críticas, y eso me hizo sentir mejor. Me sentía algo culpable por haber tenido tan buena acogida. Pienso que si había tanto aprecio era porque algo no funcionaba bien en mí".

Yo no reacciono visceralmente, de modo infantil. En el fondo soy una buena chica. En términos artísticos no sé si soy una rebelde. No creo que ningún fotógrafo profesional considere mi trabajo como fotografía. Yo siempre traté la fotografía como una herramienta que utilizaba para expresarme. Al principio mi actitud era totalmente descuidada, no tenía en cuenta para nada la exposición correcta, ni ningún detalle técnico. Tal vez en principio me rebelaba contra la técnica de la fotografía. últimamente hay un trabajo más sofisticado en la iluminación, pero todavía deseo rebelarme contra lo que se espera de mí. La gente suele decir: 'Yo sé lo que ésta va a hacer ahora', pero yo quiero seguir sorprendiéndoles".

La imagen móvil

La imagen fija no es una obsesión para Cindy Sherman. "No me importaría un día tentar el campo del vídeo o del cine, más que el del performance. El único problema es que pienso que no tendría la paciencia que se requiere en la producción de una película, o si tendría la habilidad de dirigir a la gente a mi alrededor. Creo que tiendo gradualmente hacia ello, sin embargo. Mi marido es un videoartista, y algunos amigos míos han hecho cortometrajes en los que he actuado. Me gustaría actuar y tal vez luego dirigir alguna película. Pero el principal problema es que nunca tengo la idea de una historia cuando hago mis fotos. En una película debe haber una historia que contar, y yo me concentro más en detalles ambiguos".

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