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CITA EN WASHINGTON

Esperando a Gorbachov

El líder soviético viaja a EE UU apuntalado por su fortaleza política y entre el escepticismo de sus compatriotas

Pilar Bonet

Mijail Gorbachov llega a su tercera cumbre con el presidente norteamericano, Ronald Reagan, en una sólida posición de poder no cuestionada ni por sus colegas en la cumbre política, ni dÍrectamente por el aparato del partido ni por el estamento militar. Llega, sin embargo, con una imagen pública deteriorada ante sus conciudadanos, con quienes, en opinión de un observador soviético, ha concluido este otoño la luna de miel.La principal causa de este deterioro ha sido el tratamiento del caso Eltsin, la condena pública del ex jefe del partido comunista en Moscú, que había presentado su dimisión en el Pleno del Comité Central del PCUS en octubre, un día antes del viaje a Moscú del secretario de Estado norteamericano, George Shultz.

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Eltsin, considerado uno de los adalides de la perestroika y uno de los fieles seguidores de la política de aceleración y cambio de Gorbachov, había criticado al secretario del Comité Central, Egor Ligachov, por obstaculizar su trabajo y se había decliarado decepcionado por el rumbo de la perestroika en Moscú.

Gorbachov no perdonó a Eltsin el haber desoído sus consejos de no tirar la toalla, y le sometió a un vapuleo público que traumatizó no sólo a Eltsin, internado en una clínica tras haber sufrido un ataque al corazón, sino también a los ciudadanos de a pie, inquietos y afectados de una forma poco común.

La actitud de Gorbachov ante Eltsin fue interpretada como una concesión a los sectores inks conservadores del POCUS. Gorbachov revela una extraordinaria astucia política para presentarse a si mismo como un verdadero líder, un político de centro capaz de aglutinar las distintas tendencias que se encuentran a su alrededor.

Gorbachov reunió a los cuadros del partido en una sesión que, según los observadores, tenía por objeto tranquilizarles y asegurarles que no va a haber un proceso de purgas. "El conservadurismo y el vanguardismo artificial, por muy diferentes que sean en su retórica, a la larga hacen causa común en la práctica ( ... ), al atacar la realidad, al intentar acorralarla en un calle ón sin salida, el de las viejas formas y dogmas pasados de moda, por un lado, y el de los esquemas abstractos, que son peligrosos por su agresividad demagógica o ilusiones vacías, por el otro".

Realismo es una palabra que se repite en la terminología de Gorbachov. Un experto observador occidental se sorprendía de la habilidad de Gorbachov por recoger, tan sólo algunos días más tarde de haber criticado ferozmente a Eitsin, algunas de sus ideas principales, concretamente que los comités de distrito del partido no tienen que meterse en las competencias transferidas a las empresas y los soviets locales, y deben comprender que la democratización y la reforma económica presuponen ciertos cambios en las funciones de los comités del partido".

Escepticismo

El tono más moderado de Gorbachov desde el inicio del otoño, los argumentos demagógicos empleados para ir acostumbrando al público a la idea de las subidas de precios y su evaluación de la historia de la URSS no gustan a quienes esperan una política más valiente, aunque tal vez menos realista, del líder.Los ciudadanos soviéticos son mucho más sensibles a las restricciones antialcohólicas o a los crónicos déficit de bienes de consumo que a las fluctuaciones de la alta política soviético-norteamericana. No siempre vinculan, como en Occidente, un acuerdo de desarme con la inejora de las condiciones de vida. A los soviéticos les sorprende muy a menudo que los extranjeros les hagan elogios de su máximo líder basándose en la imagen cuidado samente estudiada que éste pro yecta en Occidente. Algunos reaccionan con orgullo, otros es bozan una sonrisa irónica y opinan que los occidentales son de masiado ingenuos.

El escepticismo y la desconfianza, a priori, hacia los dirigentes forman parte de las tradicio nes seculares rusas, pero los so viéticos de hoy se quejan de que sus autoridades siguen tratando de proyectar al exterior una ima gen distinta a la de consumo interno. Constatan una apertura informativa interna y se sorprenden, casi sin poder dar crédito a sus ojos, cuando oyen las frases o las secuencias de disidentes que han podido verse en los telemost, los telepuentes, o programas de discusión entre un auditorio norteamericano y soviético; pero la experiencia histórica les lleva a pensar que la bonanza reinante va a aminorar en cuanto Moscú haya completado su programa de negociaciones con Washington y tenga en su cartera un tratado sobre INF y otro sobre armas estratégicas.

La dirección soviética no cree todavía que el nivel de glasnost deba coincidir en las informaciones destinadas a consumo externo o a consumo interno. Los telespectadores soviéticos tuvieron recientemente ocasión de contemplar su versión de la entrevista que la cadena NBC hizo a su máximo dirigente: nada de bromas y confraternización inicial con el periodista, nada de planos distentidos de cuerpo entero, donde Gorbachov jugaba con el cable de la traducción simultánea. En lugar de eso, hubo cortes en el capítulo dedicado a Raisa Gorbachova y a las eventuales lecturas norteamericanas de Gorbachov, y un encuadre de busto que más bien parecía sacado de un discurso solemne al pueblo soviético.

Ejército y partido

En algunos medios occidentales se especula con la idea de que las propuestas de desarme de Gorbachov no gozan de popularidad entre los mandos del Ejército soviético, pero el Ejército parece hoy más sumiso que nunca a la dirección política del partido. La actitud adoptada tras la fulminante destitución del ministro de Defensa Serguei Sokolov, en mayo pasado, es un ejemplo de ello.Analistas políticos soviéticos creen que una de las lógicas consecuencias de la política de desarme de Gorbachov será una reducción del Ejército soviético, tal como la que llevó a cabo Nikita Jruschov. Por el momento, no se habla de tal tema en la URSS, aunque los recortes de Jruschov en el estamento militar ya fueron objeto de elogios en la televisión soviética.

Gorbachov es muy consciente de los errores que cometiera Jruschov con su precipitación, y no parece dispuesto a repetirlos. La perestroika tiene objetivos a corto y a largo plazo, y en el horizonte del ciudadano soviético de a pie lo que toca en los próximos años -y ya se lo han anunciado oficialmente- es apretarse el cinturón, y eso, con independencia de que en el futuro pueda recoger los frutos, hoy un tanto ¡inprecisos, de un proceso de desarme que repercuta en un flujo de más recursos para la vida civil.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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