En la zona intermedia

Temporada alta fue una de las películas que, con justicia, salieron triunfadoras en el extraño, disparatado y discriminatorio juicio final d el jurado en el último Festival de San Sebastián.Allí obtuvo Temporada alta una Concha de Plata, y de entre las innumerables protestas que provocó el disparatado fallo del jurado -que silenció incomprensiblemente el título de excelentes películas, como la belga Crazy love, y en cambio encumbró, con una inconcebible Concha de Oro, a una ingenua, torpe y mediocre película palestina titulada Boda en Galilea-, ninguna de ellas saltó a causa de esta distinción al interesante filme de Clare Peploe.

Clare Peploe es una cineasta británica todavía joven, pero con bastante experiencia, y esto se le nota en su trabajo en Temporada alta, aunque éste sea su primer largometraje y su buena experiencia sólo salga a flote a ráfagas.

Dicha experiencia no le viene a Clare Peploe solamente de los pocos cortometrajes que ha realizado -aunque algunos de ellos, sobre todo Parejas y ladrones, alcanzaron en su día mucha difusión, lo que le proporcionó a su autora cierta celebridad en los medios profesionales del cine europeo-, sino de las muy variadas funciones que, en el proceso de- realización de películas ajenas, ha ejercido esta mujer a lo largo de su carrera, que se ha desrrollado enteramente en el cine italiano de élite.

Antecedentes

En efecto, Clare Peploe ha trabajado -ejercitándose, desde las de- simple script a las más fructíferas de ayudante de dirección, en todas las escalas especializadas de- la creación y el oficio cinematográfico- en la impagable escuela que, para una aprendiz de cineasta, fueron los equipos de rodaje de algunos filmes de Michelangelo Antonioni y de Luchino Visconti, entre otros.Pero el factor decisivo de esa su buena experiencia del oficio el cinematográfico le viene de su estrecha colaboración con Bernardo Bertolucci, que es su marido, y con el que ha trabajado en continuidad a lo largo de una parte importante de la brillante filmografía de este cineasta. En la película Temporada alta se percibe esta soltura adquirida por su realizadora, sobre todo, y por tratarse de una comedia, en su dominio de las complejas zonas intermedias del relato, que en este tipo de filmes son las básicas y, por supuesto, las más difíciles de dominar.

Clare Peploe pone de manifiesto que su película -que no tiene un acabado perfecto, y a la que le faltan detalles de gracia terminal e instantes-punta, o sentido del gag- es ágil, densa y sólida, contiene excelentes composiciones de personajes y algún que otro alarde, por cierto muy sutil, en el difícil cometido de poner a estos personajes en interrelación viva, es decir, en el disparadero de hacer que sus situaciones sean creíbles, contagiosas y esponjosas.

En este sentido, y si Clare Peploe, como es de presumir, insiste y profundiza en su innegable facilidad para hacer con soltura lo más difícil, su nombre no tardará en llegar a formar parte de las nóminas que hoy pugnan por hacer el mejor cine europeo actual.