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Una vanguardia sin miserias

Realizadores a menudo consagrados, presupuestos a veces importantes, obras en ocasiones complejas y ambiciosas, el cine y vídeo norteamericano de autor, de artista no es un submundo de aficionados voluntariosos, carencias financieras y torpezas de lenguaje. Se trata de un canal que discurre en paralelo al del gran mundo del negocio, del cine comercial y vídeo televisivo, pero que en general no tiene demasiado que envidiarle en lo que respecta a la infraestructura ni tampoco se encuentra tan desligado de él como a menudo se pretendería en lo estético.La Whitney Biennal Film / Video de 1987 resulta un buen testimonio de esta situación. Son 14 películas y 18 cintas de 1985-1986, calificables en términos generales como postelevisivas. O, dicho con otras palabras, un conjunto de obras habituales, posibles o imaginables en el medio televisivo. Ello siempre en términos muy generales y con todas las matizaciones obligadas. Matizaciones que supone no atribuir connotaciones negativas a esta accesibilidad al medio televisivo y que nos referimos a la televisión en su espectro más digno.

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La historia debería escribirse al revés: la televisión como deudora de las experiencias y búsquedas desarrolladas por gente del mundo del cine y el vídeo independiente vanguardista o de autor, como se prefiera.

Un cine muy fotográfico, sea con citas a clásicos -Object conversation, de P. Glabicki-, sea a base de fotos de falso turista -The cup and the fip, de W. Sonbert-, o se trate de especulaciones visuales sobre el propio fotograma -Optic nerve, un magnífico trabajo de B. Hammer- Un cine asimismo muy cinematográfico, muy cargado de referencias a su propia historia, explícitas en la manipulación de películas -The dream screen, de S. Bernes, sobre material de G. W. Pabst y filmes de Louise Brooks-, o implícitas en el lenguaje empleado, como The visit, de L. Katz. Un cine, en fin, en el que la banda sonora ha sido expresivamente cuidada, así la de The family album, de A. Berliner, un ejercicio de montaje de películas caseras sobre un audio de ruidos y voces.

Un vídeo, por su parte, muy documental -Bach, de J. Downey, o My mother married Wilbur Stamp, de S. Sweeney-, pero de un documentalismo en su dimensión más televisiva. Un video asimismo muy clip -Blind fle1ds, de P. Bode, o Run, de S. Gorewitz-, un clip entre el musical y la telenovela, o sea, de nuevo la televisión. Un vídeo, en fin, muy televisivo -My, TV dictionary, The helicopter, de H. breder, o Joan does dynasty, de J. Braderman-, una televisión parodiada, analizada, satirizada, pero al fin seguida en sus esquemas narrativos y aun estilísticos.

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