Incremento del gasto, ¿para qué?
El incremento del presupuesto del Insalud para 1988 demuestra una voluntad política de afrontar la difícil problemática del sector sanitario. Sin embargo la ausencia de instrumentos de evaluación y de un modelo óptimo que sirva de referencia impide realizar, según los autores del un análisis obketivo de la eficacia de de la gestión de las distintas administraciones sanitariasEl proyecto de Presupuestos Generales del Estado incluye para 1988 un sustancial incremento del presupuesto del Insalud. Si bien la cuantía real del aumento presupuestario merece serias matizaciones (el incremento del 17%, descontando la desviación de gastos prevista y estimada para 1987 en un 10%, reduce el porcentaje anterior al 6-7%), es evidente que, por primera vez en varios años, el presupuesto del Insalud es más realista, ya que crece por encima de la inflación prevista y es de esperar que sea expresión de la cifra de gastos razonablemente calculada.
A cualquier observador serio le debe ser dificil discernir qué fracción del déficit es atribuible a una subdotación del sistema sanitario, y cuál a una especial voluntad de "gastar más", con independencia de que esa voluntad esté orientada a programas de mejora de la asistencia sanitaria pública, o, por el contrario, sea más bien la expresión de una incapacidad para controlar adecuadamente el gasto sanitario. Los sistemas de información disponibles en la actualidad no permiten evaluar el nivel de eficacia y eficiencia de los distintos "subsistemas" que integran la asistencia sanitaria de la S. S. Al no existir un "modelo óptimo" de prestación de servicios en la sanidad pública, a un nivel determinado de coste, las opiniones que puedan realizarse en cuanto a la bondad o maldad de la gestión del Insalud o de las comunidades autónomas están teñidas de fuerte subjetivismo.
En cualquier caso, los presupuestos del Insalud para 1988 responden a una voluntad política del Gobierno de la nación para atender mejor la sanidad pública. Atrás quedan años durísimos con fuertes limitaciones presupuestarias cuyas consecuencias se viven con intensidad en la actualidad: una importante obsolescencia de equipos médicos, agravada por la acelerada innovación tecnológica, una sítuación de conflicto de los médicos de la Seguridad Social y una crisis profunda de la gestión, estructuras y funciones de los hospitales públicos.
El pacto vasco
Es cierto que otros países europeos han implantado drásticas medidas para frenar el crecimiento incontrolado del gasto sanitario, pero en general, se han desarrollado paralelamente instrumentos de gestión para garantizar la calidad de los servicios, para seleccionar las áreas de recorte presupuestario y para incentivar la adaptación racional de los sistemas sanitarios a entornos económicos más restrictivos. En nuestro país, se ha conseguido frenar (incluso reducir) la expansión del gasto sanitario, pero a un precio que nos parece excesivamente elevado.En cuanto a la gestión de la asistencia sanitaria de la S. S. de Cataluña y Andalucía, la misma ha quedado igualmente afectada que la del Insalud por la política general de constricción presupuestaria. Además, la tradicional desconfianza de la Administración central en la capacidad de gestión de las autonomías, unido al enorme peso de la normativa estatal en ciertas materias básicas, ha limitado las posibilidades de gestionar de forma diferente a las comunidades autónomas. La dosis de "tutela implícíta o explícita" de la Administración central parece que va ha disminuir radicalmente, con un hecho, que desde el punto de vista político, técnico y administrativo, es histórico: el acuerdo entre el Gobierno central y el vasco para transferir el Insalud a Euskadi, a principios de 1988.
Algunos puntos de ese acuerdo son realmente novedosos: la asignación de la responsabilidad de ventilar las deudas contraídas con anterioridad a la transferencia, al Insalud central; la inclusíón en el presupuesto a transferir de cantidades correspondientes a servicios centrales que progresivamente debería reducirse; los mecanismos sensatos del ajuste presupuestario, de tal forma que la comunidad autónoma vasca reciba automáticamente fondos suplementarios si se producen desviaciones a nivel de Insalud central, etcétera.
'Gesto' homologador
Sería deseable que los principios en los que se basa la determinación del presupuesto del Insalud de la comunidad autónoma vasca se aplicaran a todas las comunidad autónoma que ya tengan, o vayan a recibir la transferencia de esa entidad gestora de la S. S. Idénticas consideraciones cabe hacer respecto a las otras mejoras de tipo técnico y administrativo. La Administración central debería ser consecuente y tener un gesto homologador", adelantándose a posibles polémicas, incomIrensibles para el cuidadano medio, pues tiene poco interés la discusión sobre agravios basados en porcentajes y grandes magnitudes.A su vez, las comunidades autónomas con responsabilidades propias en asistencia sanitaria deberían renunciar a plantear exclusivamente sus reivindicaciones presupuestarias y ofrecer nuevos objetivos, de mejora de sus servicios sanitarios y en definitiva cómo y en qué van a gastar el presupuesto transferido
Es de vital importancia resolver la actual incapacidad para analizar y comparar las diferentes políticas sanitarias de Insalud-central y comunidades autónomas. Una concepción coherente del Estado de las autonomías debe contemplar el interés objetivo para juzgar el nivel de eficacia y eficiencia de un servicio público tan importante como el sanitario.
Falta un escaparate de realizaciones que contenga los logros y mejoras de unos y otros. Así se evitaría que los problemas económicos de la sanidad pública, aunque existan, enmascararan voluntades de mantener el status quo del sistema sanitario, sin mejorar la calidad de sus prestaciones, o por el contrario, ya que todo es posible, implantar programas de mejora asistencial con costes excesivos e injustificados, lo que constituye derroche de fondos públicos.
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