Escándalo y presidenciales
La reactivación del escándalo Luchaire ha sido imputada a los sectores de la mayoría conservadora que desean poner fin de una vez por todas a la, cohabitación entre el presidente socialista, François Mitterrand, y el primer ministro neogaullista, Jacques Chirac.El principal beneficiario de la carrera de escándalos emprendida entre derecha e izquierda, en sus mutuos deseos de descalificación, es el ex primer ministro Raymond Barre, que no puede recoger ninguna ventaja directa de los éxitos políticos del Gobierno, a pesar de que pertenece a la mayoría.
La iniciativa en el lanzamiento de los escándalos puede haber sido tomada en los círculos próximos al propio Chirac, ante el crecimiento o el mantenimiento de la figura de Mitterrand en todos los sondeos sobre las elecciones presidenciales.
LL
B.,
El ministro de Defensa, André Giraud, no escondió, sin embargo, su irritación ante la publicación del informe Barba en el diario conservador Le Figaro, y prometió sanciones si localizaba a los funcionarios indiscretos. Algunos comentaristas políticos insinúan que el actual Gobierno tiene motivos para preocuparse de que sigan surgiendo más escándalos y se profundice el de Luchaire.
Buen número, de periódicos franceses recuerdan ahora unas declaraciones, el pasado julio, del presidente del parlamento iraní, el hoyatoleslam Rafsanjani, quien aseguró que el primer ministro francés había entrado en contactos con Teherán antes de las elecciones generales para que se paralizaran las negociaciones sobre los rehenes franceses y se esperara a su llegada al poder.
El fracaso posterior de las ideas de Chirac sobre la normalización de relaciones entre Francia e Irán y la persistencia del problema de los rehenes dejarían en muy mal lugar al primer ministro. Chirac ha desmentido con gran contundencia las declaraciones y obtuvo la comprensión de la oposición socialista en nombre de la unidad nacional.
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