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El papel de los periodistas en la transición les ha hecho arrogantes, según un semanario de la Menéndez Pelayo

Los medios de comunicación, en particular la Prensa, han desempeñado un papel histórico en la transición política española, porque son los que han normalizado el discurso político del nuevo Estado de derecho constitucional. Ello ha generado supuestamente en la clase periodística española una conducta de arrogancia que se ha venido en llamar el síndrome de Tom Wolfe, título éste que se ha dado al seminario que sobre periodismo y periodistas dirige el sociólogo Lorenzo Díaz esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Cuenca y clausurado ayer.El curso ha tratado de "objetivar y situar en su justo término el papel de estos profesionales en el cambio democrático", papel que se ha inflacionado porque, según Lorenzo Díaz, a diferencia del resto de Occidente, la Prensa, en España, no es el cuarto poder, sino que, en todo caso, lo es la radio, que escuchan 16 millones de españoles, y la televisión, que ven 24 millones.

Estos datos, a su juicio, no pueden obviarse al interpretar la función de los periodistas en la transición, como artífices que fueron del nuevo discurso político que se ofreció a la burguesía y creadores de una conciencia liberal crítica.

Lorenzo Díaz distingue dos Españas, informativamente hablando. Una, jacobina y progresista, que lee la Prensa, y otra, bullanguera y general, que oye la radio y ve la televisión.

Juan Luis Cebrián, director de EL PAIS, que intervino en la tertulia del programa de Radio Nacional de España Escrito en el aire con algunos participantes en el seminario conquense, afirmó que el papel de los periodistas es el mismo en todas las circunstancias y pertenece al sistema democrático, y que su relevancia en los inicios de la transición se debió a que la Prensa era entonces uno de los pocos sistemas estructurales que funcionaban.

Libertad de expresión

Cebrián subrayó la importancia de que los ciudadanos mantengan su confianza en la Prensa y, en ese sentido, manifestó su preocupación por la postura de algunos periodistas y medios que emiten juicios sobre la clase política con "una frivolidad que no puede responder a una campaña inocente"."La libertad de expresión", dijo, "es un bien escaso. Estuvo amenazada por anteriores Gobiernos y lo es también por éste". Mencionó, entre las amenazas a la libre expresión, el intento de regular el secreto profesional".

Ya en el estricto foro del seminario, Miguel Ángel Aguilar, Fernando Onega, José Oneto, Nativel Preciado y Carmen Rigalt debatieron en mesa redonda por la tarde sobre Los vicios y pecados de la profesión periodística, tras una conferencia que Pedro Altares dedicó al Fulgor y muerte de la Prensa de izquierdas y la intervención del profesor Enrique Bustamante sobre El papel de los periodistas: ideólogos o mensajeros.

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