El novelista Jorge Andrade relata su historia del peronismo
Dejó su vida de ejecutivo por la literatura
El argentino Jorge Andrade abandonó su vida de ejecutivo para terminar la novela Proyección en 8 mm y blanco y negro, durante una reunión de familia, un sábado por la tarde, y con ella rompió el aislamiento al que le tenían sometido los editores desde su llegada a España, hace 11 años. Según su idea, era una novela para escribir en la vejez, pero la comenzó, como terapia, cuando le alcanzó la crisis de los tres primeros meses de exilio. Sirvió. La novela es un fresco del ascenso y esplendor del peronismo.
El escritor ya había logrado publicar algunas de sus ocho obras en Argentina, mas cuando llegó a España se encontró con un muro de incomprensión que se ha prolongado durante casi una década, y al que, como suele suceder, se le han abierto varias grietas de golpe.El editor Mario Muchnik ya había aceptado Proyección, cuando el autor supo, por un telegrama ya polvoriento que le esperaba al regreso de una vacación argentina, que había ganado el premio Benito Pérez Galdós 1986 con su novela Los ojos del diablo; "la historia de una seducción entre dos personas que no se conocen", explica.
Sobre la mesa de su salón, que es también su despacho, La prisonnière, uno de los últimos volúmenes de A la búsqueda del tiempo perdido, de Marcel Proust. Es un autor que venera, y se le nota.
La prosa de Proyección es envolvente y cíclica, como la de Proust, y el tono, que es algo así como la música de la novela, es también de evocación de un tiempo que se aleja.
Andrade es de los que piensa que el tema impone la forma. Cuenta que se había estado entrenando para conseguir un estilo descamado, hecho de verbos, sin adjetivos, mas en la primera página de Proyección comprendió que debía escribirla de otra forma.
La elaboró durante muchas noches y los domingos de varios años, y suspendió todo para dedicarse por completo a la novela durante un último año, de sol a sol. Cerrar las muchas historias, no dejar cabos sueltos y encontrar un punto final fue lo más difícil. Era un trabajo de galeote, pero que al tiempo le enviaba a la cama satisfecho. Envió el manuscrito a Muchnik Editores porque le habían dicho que Mario Muchnick lee personalmente los manuscritos.
El exilio
Andrade no ha vivido un exilio traumático. Se marchó porque no podía respirar, no porque le persiguieran. Argentino de 50 años, vivió de niño el nacimiento del peronismo (que ahora vuelve a ganar elecciones) desde aquel golpe de 1943 manejado por el Grupo de Oficiales Unidos cuyo cerebro era Perón, y su novela lleva a veces un tono autobiográfico.
No siempre ha sido fácil. Intenta excusar eventuales episodios de marginación -el apelativo sudaca, por ejemplo-, y recuerda que en Argentina a los españoles se les llama gallegos, un apelativo que puede ser, como el otro, de cariño o de desprecio. ¿Piensa regresar? "No decidir es ya decidir", dice. "Me voy quedando, evidentemente".
Andrade es economista. Le interesa más la macroeconomía, y en efecto, habla con autoridad de clases en ascenso y descenso, y vive de hacer informes y auditorías. Durante mucho tiempo fue un ejecutivo, en Argentina y España. Tenía 44 años cuando una enfermedad le dio que pensar.
"Me di cuenta de que ya no era joven y de que era mortal. También me hice más tolerante, más alegre y más feliz", dice. Llegó el momento en que necesitó vivir a su aire y, como los personajes de la película Vive como quieres, que proyectó hace poco Televisión Española, lo dejó todo -casi todo- y se dedicó a hacer -casi siempre lo que le gusta.
Babelia
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