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Una sociedad sin humo

Polémica sobre el cigarrillo que no contamina

La decisión de lanzar al mercado un tipo de cigarrillo sin humo, anunciada por la segunda empresa más importante del sector en Estados Unidos, ha causado cierta expectación entre fumadores y no fumadores. Aunque el cigarrillo sin anillos de humo se encuentra aún en fase de experimentación, ha surgido ya la polémica sobre las ventajas e inconvenientes acerca de este cigarro tan particular que ni siquiera arde y al que los médicos tampoco consideran inocuo.

Se acabaron los anillos de humo, los ceniceros, el persistente olor a tabaco, la ceniza y las colillas aplastadas. La segunda empresa de cigarrillos más importante, de EE UU, R. J. Reynolds Tobacco, anunció la semana pasada la posibilidad de fabricar un cigarrillo que no produce humo. Edward Horrigan, presidente de Reynolds, declaró: "Creemos que el producto tendrá una fuerte demanda. Si todo marcha bien, su comercialización se llevará a cabo el próximo invierno".El producto se diseñó para apaciguar a los no fumadores y reparar la mala imagen de la industria creada por los crecientes movimientos de antifumadores. Horrigan manifestó que no se trataba de un cigarrillo sano, sino un cigarrillo "más limpio". Puesto que el cigarrillo no arde, no produce alguno de los componentes que se encuentran en el humo del tabaco, como, por ejemplo, la nicotina, declarada como un peligro para la salud. Sin embargo, los médicos especialistas no están muy convencidos. Karen Monaco, directora del programa de la Asociación Americana para el Cuidado de los Pulmones, dice que "cualquier cosa que se enciende y se inhala es peligrosa para los pulmones".

El cigarrillo, todavía en fase de experimentación, se enciende igual que un cigarrillo normal, únicamente que en lugar de quemarse el tabaco, se calienta. El filtro contiene una pequeña fuente de calor compuesta de carbón. Cuando el fumador inhala el humo, el aire calentado atraviesa una cápsula de sabor compuesta de ciertos ingredientes envueltos en tabaco normal (Reynolds no quiere revelar el nombre de los ingredientes por razones competitivas). A continuación, el aire inhalado atraviesa dos filtros: el primero, diseñado para enfriar el aire, está hecho de una mezcla de tabaco, y el segundo es un filtro normal compuesto de fibra sintética. El filtro no expide humo y tampoco se forman cenizas. El humo que se exhala se disipa en seguida, como si fuera vapor, y no huele. Una vez que se consume el filtro de carbón, el cigarrillo se apaga solo, tardando aproximadamente lo mismo que un cigarrillo normal.

El primer puesto

Al promocionar el cigarrillo sin humo, Reynolds espera recobrar el primer puesto en la industria que le arrebató en 1983 Philip Morris, productor de Marlboro. Reynolds, productor de Winston y Salem, comercializa el 33% de los cigarrillos de Estados Unidos (15.100 millones de dólares), comparado con el 38% de Philip Morris. Sin embargo, la presentación realizada la semana pasada podría ser el disparo de salida en una carrera hacia el mercado de los cigarrillos sin humo. Philip Morris, junto con American Brands, que vende Pall Mall, y Lorillards, productores de Kent, creen disponer de la tecnología necesaria para rivalizar con Reynolds.El invento ha suscitado una polémica entre los inspectores de sanidad y la industria tabacalera. Puesto que el cigarrillo sin humo no deja de contener nicotina y desprende monóxido de carbono, los antifumadores insisten en que sigue siendo igual de peligroso que un cigarrillo normal. A los expertos les preocupa el contenido de la cápsula de sabor. La doctora Elizabeth Whelan, directora ejecutiva del Consejo Norteamericano sobre Ciencia y Salud, se pregunta lo siguiente: ¿Cómo pueden afirmar que han sustraído los elementos peligrosos para la salud si aún no sabemos con exactitud qué es lo que origina el daño?".

Reynolds manifiesta que el nuevo producto es mejor que el antiguo por razones obvias. La cantidad de humo del nuevo cigarrillo es lo suficientemente pequeña como para no molestar a los no fumadores cercanos. El olor típico de las colillas desaparece por completo, siendo reemplazadas por cigarrillos enteros que se extinguen por sí solos. El filtro calentado está envuelto en un papel especialmente tratado, de manera que sea menos propenso que un cigarro normal a quemar una superficie si se cae.

El empeño por querer purificar el aire por parte de la industria tabacalera coincide con una época de reacción general en contra de fumar en lugares públicos. El líder de este movimiento es el cirujano jefe C. Everett Koop.

Así como el número de fumadores ha disminuido notablemente, la venta de cigarrillos a nivel nacional también ha decaído en un 2%-3% cada año, lo que significa 29.000 millones de paquetes el año pasado. Cada vez existe menor número de fumadores en Estados Unidos (55 millones o el 26,5% de la población adulta). Reynolds espera que el cigarrillo sin humo contribuya a eliminar esta tendencia, lo cual hace que los críticos de este producto echen humo por las orejas. Si el nuevo cigarrillo realmente satisface el deseo de nicotina sin producir el humo que tanto molesta a los demás, los fumadores tendrán menos motivos para dejar de fumar. Mientras tanto, los no fumadores seguirán siendo igual o más vulnerables hacia el humo. John Banzhaf, director ejecutivo del Movimiento sobre el Fumar y la Salud, dice: "Cuando alguien enciende un pitillo será más difícil evitar el humo, y éste no deja de desprender elementos químicos peligrosos".

El proyecto de Reynolds, denominado Operación Black Hole (agujero negro), se llevó a cabo bajo absoluto secreto profesional. Sin embargo, los rumores del descubrimiento comenzaron a trascender antes de celebrarse la conferencia de prensa.

El resultado de estos rumores fue que las acciones de Reynolds aumentaron casi tres puntos, a 67 3/4 en las empresas más importantes. Una vez divulgada la noticia de forma oficial, se adoptó una actitud más escéptica en Wall Street. Los analistas coincidieron en que el producto no aumentaría en seguida los beneficios de Reynolds.

No obstante, algunos observadores, como Marc Cohen, experto en consumo de la empresa Sanford C. Bernstein, creen que la novedad tiene potencial para transformar la industria tabacalera: "La pregunta, valorada en 64.000 dólares, es: ¿Cuál será la reacción de los consumidores?

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